El doble discurso de la crisis en la frontera
El presidente Donald Trump ha anticipado su última estrategia para lograr sus objetivos en la frontera, llevando la crisis política a un nuevo nivel.
Durante los dos años de la presidencia de Donald Trump la frontera entre México y Estados Unidos se ha transformado en un símbolo político traducido en un caos administrativo incontenible.
El pasado lunes, Trump adelantó su nueva estrategia para lograr construir su ansiado muro fronterizo, en una movida que pretende pasar por encima del Congreso y declarar una crisis humanitaria.
De lograrlo, el gobierno pasaría a utilizar fondos del Pentágono para la nueva infraestructura, lo que varios especialistas han tildado de “legalmente improcedente”.
Según explicó el Washington Post, el presidente estaría entonces utilizando dinero delos proyectos “que el Congreso ya ha debatido y aprobado”, especialmente después de haber hecho campaña durante meses para aumentar los gastos de su administración en el ejercito de Estados Unidos.
“La sugerencia del presidente de que puede construir el muro declarando una emergencia nacional probablemente dependería de una sección poco conocida del Código de Estados Unidos que gobierna el ejército,” explicó el medio, haciendo referencia a la Sección 2808 que “otorga al secretario de defensa la autoridad para emprender proyectos de construcción militar no autorizados por la ley para apoyar a las tropas desplegadas en una emergencia nacional que requiera el uso de las fuerzas armadas”.
Esto coincide con esfuerzos previos del gobierno de militarizar la frontera, desplegar la Guardia Nacional en la zona e incluso intentar suspender las solicitudes de asilo por parte de inmigrantes indocumentados.
Para tal proyecto, el gobierno dispondría de 10 mil millones de dólares que quedan disponibles en los fondos aún no asignados en el año fiscal actual, según explicó un asistente del Congreso al medio.
Es de suponer que esta estrategia será fuertemente rechazada por los Demócratas, y seguramente acarreará demandas legales, sumando otra controversia al bloqueo administrativo en el que se encuentra el gobierno.
Mientras el Congreso ha intentado persuadir al presidente a través de opciones bipartidistas para financiar el gobierno sin fondos para un muro físico en la frontera, Trump ha asegurado que podría cerrar el gobierno incluso “por años” de ser necesario, hasta conseguir los más de 5 mil millones de dólares que exige para construir un muro “de concreto” en la frontera con México.
Mientras tanto, la verdadera crisis humanitaria es otra.
Aunque Trump ha insistido en que las oleadas de inmigrantes que intentan cruzar la frontera sur son “una invasión”, “una crisis de seguridad” y que el riesgo lo corren los estadounidenses del otro lado, reportes llevados a cabo por NBC News han determinado que la peor amenaza es el doble discurso de la Casa Blanca.
El medio expuso que durante los últimos dos años “22 inmigrantes han fallecido en centros de detención”, entre vietnamitas y mexicanos, residentes legales, refugiados y estudiantes.
A través de una revisión detallada de informes gubernamentales, NBC determinó que los centros de detención de Inmigración y Aduanas (ICE) forman parte de “un sistema plagado de problemas”, incluidos el maltrato a los detenidos y la supervisión irregular en las instalaciones.
“Si bien los problemas son anteriores al presidente Donald Trump, su administración ha ampliado las prioridades de cumplimiento de ICE”, explica el medio. “Los defensores dijeron que el retroceso de la discreción a medida que se expande la detención pone en riesgo a los inmigrantes vulnerables”.
Desde que el gobierno de Donald Trump pusiera en marcha su política de “tolerancia cero” contra los inmigrantes indocumentados, se han multiplicado las denuncias por maltrato, mal uso de fondos y caos administrativo en general, que ha traído como consecuencia la muerte de decenas de inmigrantes, la separación de miles de familias y la violación sistemática a los derechos humanos.
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Pero el presidente insiste en utilizar el discurso – lleno de inexactitudes y tergiversación de datos – para mantener a sus seguidores convencidos de que la verdadera amenaza se encuentra del otro lado de la frontera.
Tras la reciente muerte de dos menores de edad bajo custodia de la Patrulla Fronteriza, la secretaria de seguridad nacional, Kristjen Nielsen ha utilizado este doble discurso para seguir argumentando el maltrato al inmigrante y la “urgencia” de un muro fronterizo.
“El sistema está claramente sobrepasado y debemos trabajar juntos para enfrentar esta crisis humanitaria y proteger a las poblaciones vulnerables”, dijo la secretaria en un comunicado. “Sabemos que si el Congreso actuara o los tribunales hicieran cumplir la ley tal como está escrita, mañana podríamos abordar esta crisis”.
En palabras llanas, la crisis a la que hace referencia el gobierno es la llegada de inmigrantes a través de la frontera, y cualquier argumento es válido con tal de cerrar las puertas del país a quienes traen “sucio”, como dijo el representante republicano de Iowa Steve King.
Y es que ante un presidente que vocifera desde la Casa Blanca que los inmigrantes traen “cosas malas”, la extrema derecha y el nacionalismo blanco han recibido carta blanca para decir lo que realmente piensan.
Las mentiras, sin embargo, no tardan en hacerse evidentes.
Por ejemplo, funcionarios de la administración han insistido que la frontera es un portal para terroristas, algo que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, extrapoló el pasado viernes asegurando que la Patrulla Fronteriza “había detenido casi 4.000 terroristas conocidos o sospechosos” antes de que cruzaran la frontera durante el año fiscal 2018.
Nuevamente, NBC hizo públicos los datos de la base de datos Terrorist Screening, donde tan sólo 41 personas habían sido señaladas como posibles amenazas terroristas entre el 1ero de octubre del 2017 y el 31 de marzo del 2018, 35 de los cuales eran ciudadanos estadounidenses o residentes permanentes legales.
Mientras tanto, dentro del país ciudadanos blancos y estadounidenses han sido los protagonistas del peor año en violencia a mano armada en las últimas dos décadas, con casi 40.000 muertes entre tiroteos y suicidios.
Al parecer, la verdadera crisis humanitaria se vive en los pasillos de la Casa Blanca.
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