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El presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, hace comentarios a los miembros de los medios de comunicación durante una ceremonia de firma del HR 390, la "Ley de alivio y rendición de cuentas del genocidio de Irak y Siria de 2018", en la Oficina Oval de la Casa Blanca en Washington el 11 de diciembre de 2018. EFE/MICHAEL REYNOLDS
El presidente de los Estados Unidos, Donald J. Trump, hace comentarios a los miembros de los medios de comunicación durante una ceremonia de firma del HR 390, la "Ley de alivio y rendición de cuentas del genocidio de Irak y Siria de 2018", en la Oficina…

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Si algo está claro en el panorama de la Guerra Civil en Siria, es que nunca se ha tratado de terrorismo.

Desde que el país árabe detonara en una guerra interna en el 2014, el territorio sirio se ha transformado en una joya de disputas políticas y estratégicas a nivel internacional.

Tanto Rusia como Irán y Arabia Saudita han intervenido en la guerra civil para hacerse con un pedazo de la torta de una zona económicamente fundamental para cualquier potencia mundial.

En un momento crítico para la Administración Trump – que enfrenta una investigación por presunta colusión con Moscú – el presidente estadounidense ha decidido darle el que posiblemente será su último regalo a Vladimir Putin.

Según anunció el presidente en Twitter, Estados Unidos retirará sus tropas de Siria, alegando la “derrota” del grupo terrorista Estado Islámico, mejor conocido como ISIS.

Pero el asunto en esa región nunca se trató de terrorismo.

La intervención estadounidense en el país se vio impulsada por el uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar Al-Assad contra sus ciudadanos, una masacre orquestada y apoyada precisamente por Moscú.

Si bien las tropas estadounidenses colaboraran con el acorralamiento del grupo yihadista en Siria – que finalmente “perdió su último bastión” en el pueblo de Hajin el 14 de diciembre, según explicó la BBC – el asunto en el país árabe no se reduce a las estrategias antiterroristas.

En una carta dirigida al presidente, los senadores Lindsey Graham, Jeanne Shaheen, Joni Ernst, Angus S. King, Tom Cotton y Marco Rubio rechazaron la medida de la administración de retirarse del país y argumentaron que “ISIS no es la única amenaza.”

“La brutal dictadura de Bashar Al-Assad sigue pesando fuertemente sobre el pueblo sirio, y tememos que el retiro de nuestras tropas pueda envalentonar a Bashar Al-Assad a tomar nuevas medidas para solidificar su poder”, continúa el comunicado.

Los senadores insistieron en que la medida también podría dar fuerza a regímenes como el de Irán y, especialmente a Rusia.

“Como usted bien sabe, tanto Irán como Rusia han utilizado el conflicto Sirio como escenario para magnificar su influencia en la región”, escribieron los senadores. “Cualquier signo de debilidad que sea percibido por Irán o por Rusia tan sólo resultará en el incremento de su presencia en la región y la debilitación de la confianza en nuestros aliados”.

Para Victoria Nuland, directora ejecutiva del Center for a New American Security y ex Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, la decisión de Trump es “un regalo de Año Nuevo al presidente Bashar Al-Assad, al Estado Islámico, al Kremlin y a Teherán”.

En una columna escrita para el Washington Post, Nuland reitera que el asunto de ISIS acabó hace meses, y que el retiro de las tropas estadounidenses tan sólo le dará permiso a ISIS y a Irán para “resurgir”.

Pero lo más importante, según el análisis de la ex secretaria, es la movida que Rusia hará de manera casi inmediata.

“Después de años de pretender negociar una solución diplomática a la crisis de Siria con Washington, el presidente ruso Vladimir Putin podrá ignorar los ruegos de los enviados de Trump porque Estados Unidos no tendrá un aspecto militar en el juego para respaldar su diplomacia”, explicó Nuland, y advirtiendo que el Kremlin consolidará finalmente “su control sobre el resto de Siria para Assad”.

Aunque Moscú seguirá pasando desapercibido en la región, “ampliará su apoyo tácito a las milicias respaldadas por Irán que ya sirven como fuerzas policiales locales de facto en el oeste de Siria”.

Finalmente, tanto Irán como Rusia podrán dividirse el “botín” de los campos petrolíferos de Deir al-Zour, y habrán salido victoriosos, todo gracias a la pleitesía del presidente Trump.