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los migrantes aportan diversidad en EE. UU.
El continuo peregrinaje de los migrantes a lo largo de las Américas. Foto: Pixabay.

Los migrantes latinoamericanos y su éxodo interminable

En muchos casos el destino es lo de menos, pues las opciones en sus países de origen no dan ni tiempo ni espacio para programar un itinerario.

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Además de la difícil crisis humanitaria que atraviesan todas las Américas por cuenta del doloroso fenómeno que representa la masiva migración de comunidades que circulan por las vías, ríos, montañas y selvas de diferentes países del continente, todo agravado por la emergencia sanitaria ocasionada por la COVID-19, ahora se suma una ola de xenofobia que se da incluso desde la postura de algunos gobiernos que han reprimido de manera agresiva e inhumana a quienes buscan mejores oportunidades de vida.

Chile

El director del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario en Colombia, Ronal Rodríguez, concedió una entrevista al medio alemán DW en la cual hace un análisis de la dramática coyuntura que la comunidad migrante de Latinoamérica atraviesa en estos momentos. Rodríguez señala que, por ejemplo, en Chile, luego de que se vendiera a los venezolanos un escenario en el que se les aseguraba protección, se pasó a deportarlos en trajes de presidiarios y sin dejarles presentar peticiones de refugio. Para el colombiano esto es una clara violación del derecho internacional humanitario.

El país austral también fue el epicentro de una multitudinaria y bochornosa marcha con fuertes implicaciones xenófobas, en la cual miles de personas atacaron un campamento de migrantes e incendiaron todas las pertenencias de estos. Situaciones similares se han presentado en otras ciudades de América Latina mientras las autoridades envían discursos mixtos en los que, por un lado, aseguran ofrecer ayudas y refugio y, por el otro, no ejecutan medidas reales que mitiguen las duras condiciones de esta población que continúa a la deriva.

Estados Unidos

El que aspiran sea su destino final (su tierra prometida), Estados Unidos, el cual se esperaba fuera más receptivo tras la salida de Donald Trump y la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, no da señales de buscar políticas que favorezcan la acogida de los que día a día dan sus vidas por intentar alcanzar el sueño americano. 

El caso más reciente y mediático se ha presentado con los miles de haitianos que, tras coronar las exigencias más crueles de un trayecto, muchas veces mortal, están siendo deportados a Puerto Príncipe o atacados con látigos y caballos por fuerzas policiales para evitar su ingreso a Norteamérica. 

Haitianos y venezolanos, los más afectados

Se calcula que son cerca de 6 millones de venezolanos los que se encuentran distribuidos entre países hispanos como Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y México. Por su parte, se estima que en Brasil habría unos 80 mil haitianos y en Chile cerca de 200 mil.

De acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, el número de migrantes dentro de América Latina creció 66 % y fuera de la región 26 % entre 2010 y 2019. Según la entidad, el desempleo, la discriminación y la falta de garantías para vivir dignamente son los detonantes para abandonar sus países de origen, al tiempo que la mayoría de migrantes se han desplazado a otro país de América Latina, ya sea de paso, en su ruta a EE. UU., o como destino final.

El drama humano en Necoclí

El pueblo colombiano ubicado al margen del Tapón del Darién colombiano y zona fronteriza con Panamá, es el escenario actualmente de una insostenible crisis humanitaria por cuenta de la llegada masiva de migrantes provenientes, entre muchos otros lugares, de Haití, Cuba, Venezuela, quienes, en su ruta hacia Estados Unidos, se encuentran varados en este territorio a la espera de poder continuar su paso seguro hacia suelo panameño, desde donde planean seguir su ruta hacia América del Norte.

Al drama de los miles que a cuenta gotas pueden partir en lanchas y de los que deben esperar incluso meses para poder lograrlo, ahora se suma un nuevo fenómeno, el de aquellos que, al ver cómo sus compatriotas son deportados sin misericordia de nuevo a sus países de origen, afrontan la encrucijada entre seguir su camino hacia el norte, dirigirse a otro país en América Latina, o regresar a sus golpeadas naciones.

Y es que las probabilidades de tener éxito en la búsqueda del sueño americano son cada vez menores. El PNUD reveló que según sus datos solo una de cada cinco personas con rumbo a EE. UU. logran su objetivo, mientras que el 80 % restante debe sufrir detenciones por parte de las autoridades, son víctimas de mafias dedicadas al tráfico de personas o debe permanecer en un estado “constante” de transito.  

¿Quién los ayuda?

De acuerdo con organizaciones como la PNUD y otros organismos humanitarios, es necesario que los gobernantes y autoridades civiles de cada país de América Latina trabajen en equipo para proporcionar mejores condiciones para los migrantes y propicien políticas a su favor que no sean hostiles. 

Por ahora, las escenas de abandono, intolerancia y violencia contra las distintas caravanas o asentamientos de migrantes seguirán siendo la realidad con la cual se deben enfrentar estas comunidades. Mientras los políticos no busquen soluciones integrales y transnacionales, con las que se pueda acoger a quienes son huérfanos de patria de manera humana, el panorama puede todavía ponerse un poco más oscuro.