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EFE/Michael Reynolds
EFE/Michael Reynolds

Trump abandona la corrección política y muestra su verdadero yo

El presidente insistió en culpar a ambos bandos involucrados en los hechos violentos de Charlottesville, aumentando la tensión sobre el asunto al resistirse a…

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Es frecuente desear ver a un político sincerarse, dejar el guión y hablar desde el corazón. El día martes, el presidente Trump cumplió con ese deseo, dejando al mundo entero con la boca abierta. 

En una combativa rueda de prensa desde la Torre Trump en Nueva York, el presidente Donald Trump decidió abandonar el camino de lo políticamente correcto y decir exactamente lo que pensaba, haciendo de la conferencia uno de los episodios más importantes en la historia política contemporánea de Estados Unidos.

La cita se dio con la intención de delinear su proyecto de infraestructura, pero su incapacidad para abordar el encuentro violento entre grupos de odio extremistas y contramanifestantes en Virginia durante el fin de semana, ha sido percibido como un espaldarazo silente a los grupos de extrema derecha, y los medios enfocaron sus preguntas en ello.

La respuesta de Trump fue elevándose en intensidad, desatando una serie de rechazos y condenas, desafiando a los periodistas a que “definieran la extrema derecha” y cayendo en sinsentidos históricos.

Para el presidente, un grupo de activistas sociales con símbolos nazis, eslóganes anti semíticos y referencias al KKK – portando armas de fuego, además -  también cuenta con “buenas personas”, y los contramanifestantes comparten la culpa de la violencia desatada.

“¿Qué pasa con el hecho de que ellos cargaron con palos en las manos?¿Tienen un problema? Yo creo que sí”, dijo Trump. “Creo que hay culpa en ambos bandos”.

Intentemos conciliar ideas y creer que el mandatario estadounidense quería realmente adoptar una postura neutral, y olvidemos por un momento su historial de racismo como empresario… no es nada fácil. Sobre todo cuando de su boca no dejan de salir argumentos como cañonazos al cascarón del barco de su credibilidad.

“Podías ver a muchas de esas personas que estaban allí protestando inocentemente, y de manera muy legal porque, no sé si lo saben, pero ellos tenían un permiso. El otro grupo no tenía permiso, así que tan sólo puedo decirles: hay dos versiones en esta historia”, dijo el presidente, para sorpresa helada de todos los que le estaban escuchando.

¿Estaba el presidente de los Estados Unidos haciendo pública una apología al racismo? Así parecen haberlo entendido los integrantes de grupos de extrema derecha. El ex líder del Ku Klux Klan, David Duke, por ejemplo, incluso agradeció en Twitter al presidente por “condenar a los terroristas izquierdistas”.

El peligro de esta situación no es tan sólo la escalada de violencia, sino su legitimación. La ausencia de una condena argumentada y la insistencia en la repartición de culpa, tan sólo echará más leña al fuego.

Así lo afirmó el Senador Marco Rubio, quien escribió en su cuenta en Twitter que el presidente “no puede permitir a los #supremacistasblancos compartir parte de la culpa. Ellos apoyan la ideología que le ha costado tanto dolor al país y al mundo. Los grupos #supremacistasblancos percibirán esta repartición de la culpa como una victoria”.

Para los Demócratas, la reacción de Trump se debe a su deseo de mantener el apoyo de los nacionalistas blancos y la extrema derecha, sobretodo desde sus activistas políticos. Esto podría haber influido en el retraso del presidente a la hora de abordar “el reto doméstico más grande durante su corta presidencia”, como lo ha descrito Reuters, pues tardó más de 48 horas en dar un discurso leído, controlado y pautado, en el cual catalogaba al KKK y a los neo-nazis de “criminales y matones”.

Pero basta que Trump se salte la pauta, olvide el guión y deje florecer su verdadero ser, para que el mundo entero se convenza de que, lamentándolo mucho, para este presidente el racismo tiene permiso de manifestarse.