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SUNLAND PARK, NM - 2 DE JUNIO: Los agentes de la Patrulla Fronteriza procesan a una niña pequeña mientras ella y otros migrantes son procesados después de ser detenidos cuando cruzaron ilegalmente a los Estados Unidos desde México el 2 de junio de 2019 en Sunland Park, Nuevo México. Recientemente, los funcionarios de inmigración han visto un aumento en el número de solicitantes de asilo que llegan a la frontera. (Foto por Joe Raedle/Getty Images)
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El velo finalmente ha caído, y el gobierno de Donald Trump ha perdido por completo el miedo a la corrección política.

Después de separar miles de familias inmigrantes y someter a niños y adultos por igual a las peores de las condiciones después de ser detenidos, la Administración ha formalizado el campo de concentración como mecanismo anti-inmigrante.

Según reportó TIME, el gobierno ha decidido utilizar la base militar Fort Sill en Oklahoma para detener a 1.400 niños hasta que puedan ser entregados a un adulto que se haga responsable de ellos.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos declaró que la instalación de 150 años “se usará como un refugio de afluencia de emergencia temporal para ayudar a aliviar la carga del gobierno”.

Pero no se trata de cualquier centro de detención.

Fort Sill fue utilizada durante la Segunda Guerra Mundial como centro de concentración para japoneses estadounidenses como retaliación tras los ataques a Pearl Harbor bajo el gobierno del Presidente Franklin D. Roosevelt en 1942.

En aquél momento, alrededor de 110.000 americanos de origen japonés fueron detenidos en campos de detención bajo el alegato de que representaban un riesgo de seguridad para el país.

“Cuando nos desaparecieron de nuestras casas, trabajos y aulas, no hubo protestas organizadas, ni marchas, ni peticiones. Sólo silencio,” dijo el Dr. Satsuki Ina, sobreviviente de la época, al Daily KOS.

Según explicó el medio, el Dr. Ina y otros sobrevivientes participaron en una protesta en una cárcel para familias de inmigrantes en Dilley (Texas), el pasado mes de marzo, donde colgaron miles de grullas de papel en la valla que rodea la instalación, intentando llamar la atención sobre la gravedad del asunto.

Estos testimonios nos recuerdan la Orden Ejecutiva 9066 de Roosevelt, emitida el 19 de febrero de 1942, que designó “áreas militares” para separar a los inmigrantes del resto de la población civil.

Cuarenta y seis años después, el presidente Ronald Reagan firmó la Civil Liberties Act de 1988, a través de la cual se disculpaba por el internamiento de los miles de japoneses-americanos en nombre del gobierno estadounidense.

La legislación admitió que las acciones del gobierno se basaron “en prejuicios raciales, histeria de guerra y un fracaso del liderazgo político”.

Y la historia parece repetirse.

El Departamento de Salud y Servicios Humanos de la Administración Trump dijo en un comunicado que, para el 30 de abril, alrededor de 40.900 niños se encuentran bajo custodia, lo que representa un aumento del 57% con respecto al año pasado.

La sobrepoblación de detenidos – auspiciada en parte por la caótica política de tolerancia cero del gobierno – ha llevado al hacinamiento de miles de menores de edad separados de sus padres después de ser detenidos intentando entrar al país sin documentos.

Si bien durante el gobierno de Barack Obama Fort Sill fue también utilizado como campo de concentración para miles de niños inmigrantes, la crueldad de la administración actual ha superado los límites gracias a la deshumanización de los detenidos, quienes han perdido cualquier privilegio, incluidas las actividades educativas y de recreación.

Como si la Segunda Guerra Mundial no nos hubiese enseñado nada sobre la brutalidad humana, hoy en día somos testigos de nuestra incapacidad para aprender del pasado, y le da una nueva dimensión a la amenaza instaurada en la Casa Blanca.