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John Bolton, ex embajador de EEUU en las Naciones Unidas, interviene en una conferencia del CPAC el 24 de febrero del 2017. Alex Brandon AP
John Bolton, ex embajador de EEUU en las Naciones Unidas, interviene en una conferencia del CPAC el 24 de febrero del 2017. Alex Brandon AP

¿Volará el halcón sobre América Latina?

El nuevo Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, no es un desconocido en América Latina; más bien todo lo contrario.

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El pasado jueves, el presidente Donald Trump puso en alerta al país y a la comunidad internacional al anunciar que su nuevo Asesor de Seguridad Nacional será, nada más y nada menos, que el “Halcón de Guerra”, John Bolton.

Conocido por su carrera diplomática violenta y sus posturas contra organismos internacionales como las Naciones Unidas, Bolton es también conocido por su belicismo y, en especial, por su “deseo de usar la fuerza lo más que pueda en América Latina”, según explica el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Carolina del Norte, Greg Weeks.

En su blog, Weeks asegura que “veremos en Latinoamérica un mayor uso de la fuerza, más intervenciones beligerantes y mayores movidas latinoamericanas para abrazar China y Europa”.

Previamente, el profesor había reportado las posturas de Bolton contra las determinaciones de Chile frente a la guerra en Irak en el 2008, su deleite ante la “inhabilidad de Venezuela de obtener el cupo rotativo en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas” en el 2006 y su criticismo ante el descongelamiento de las relaciones con Cuba.

Pero lo más alarmante es lo que Bolton ha dicho en sus propios textos sobre sus posturas frente a América Latina.

En un artículo del pasado mes de febrero para The Hill, Bolton advirtió sobre la necesidad de volver a América Latina y África una “prioridad en políticas exteriores” para Estados Unidos.

“La inestabilidad política y el colapso de los gobiernos nacionales, el terrorismo internacional y su financiamiento asociado, y la gran competencia de poder por los recursos naturales y la influencia política podrían amenazar importantes intereses de seguridad nacional de Estados Unidos el próximo año,” escribía el ex embajador.

Para Bolton las amenazas radican en los gobiernos de Cuba y Venezuela, fundamentalmente, en especial por “la injerencia Rusa (…) que podría inspirar a Trump a restablecer la Doctrina Monroe y defender a la amenazada población cubana”.

El diplomático hace referencia a la postura política elaborada por John Quincy Adams y establecida por el presidente James Monroe en 1823 que establecía que “cualquier intervención de los europeos en América sería vista como acto de agresión que requeriría la intervención de Estados Unidos”.

Si bien la doctrina pudiera verse como un intento de “panamericanismo” en la distancia, su realidad ha sido otra, permitiéndole a Estados Unidos un alto nivel de intervencionismo en las políticas del resto del continente.

Bolton argumenta la necesidad de reinstaurar la Doctrina Monroe por el provecho que han obtenido los acuerdos de gobiernos como el venezolano con países como China, Irán y Rusia, lo que ha decantado en las críticas condiciones del país caribeño.

“La trágica decadencia de Venezuela, primero bajo el régimen de ópera cómica de Hugo Chávez y ahora bajo Nicolás Maduro, su sumiso sucesor, se aceleró en 2017”, explica Bolton. “Un país que alguna vez tuvo un nivel de vida cercano a Europa ha visto colapsar su industria petrolera a través de la corrupción, negligencia criminal y falta de inversión, con consecuencias devastadoras.”

La campaña del presidente Trump contra China, y sus medidas económicas que advierten de una posible guerra económica, se ven peligrosamente argumentadas por Bolton pero desde las políticas latinoamericanas: “tanto en América Latina como en África, la presencia de China ha crecido significativamente en las últimas décadas, a menudo a través de importantes proyectos de infraestructura de ayuda extranjera o inversiones en recursos naturales, diseñados para alimentar las demandas de producción industrial de China”.

La solución, para el ex embajador, es bastante sencilla: “en etas dos críticas regiones necesitamos una mayor participación de Estados Unidos,” explica. “Con suerte guiados por un pensamiento más integral en lugar de respuestas ad hoc a las crisis en erupción. Este mismo consejo podría haber sido dado por décadas. Si va a cambiar en 2018 aún está por verse.”