¿Quién es John Bolton y por qué debería preocuparnos?
El pasado jueves, el presidente anunció nuevos cambios en su gabinete, escribiendo en Twitter que sustituiría a H.R McMaster por el ex embajador ante las…
“Halcón de Guerra”, “Anticomunista Virulento” y “Constante Belicista”, son varios de los adjetivos con los cuales la prensa internacional ha recordado a John Bolton y su trayectoria en política exterior.
El anuncio del Presidente Trump de incorporar a Bolton a su equipo de trabajo ha detonado alarmas y preocupaciones en los medios, en especial ante el reto que Estados Unidos enfrentará con Corea del Norte en negociaciones próximas.
Según reportó el Washington Post, “el nombramiento de Bolton, que no requiere confirmación en el Senado, podría llevar a dramáticos cambios en la aproximación de la Administración a crisis alrededor del mundo”.
Asimismo, el diario The Guardian reportó que “Bolton ha hecho una carrera de ridiculización de la diplomacia como signo de debilidad, y ha desacreditado tanto el acuerdo nuclear del 2015 con Irán e incluso el uso de sanciones por la actual Administración como medio para presionar al régimen de Corea del Norte para que entregue su arsenal nuclear”.
Pero hay mucho más detrás del nombre de Bolton.
Según recordaba Village Voice en un artículo del 2005, “Bolton entró al servicio público en la Administración Reagan, llegando a la Casa Blanca Primero y luego a la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) en 1982 como concejero general”.
Bolton no poseía experiencia en políticas exteriores y aún así ascendió a administrador asistente de la organización.
Después de una breve experiencia como cabildero en 1985, Bolton se transformó en el Fiscal General Asistente en Asuntos Legislativos bajo la supervisión de Ed Meese, y para 1988, Bolton ya se había ganado la fama de “grosero y combativo”, lo que “le costó amigos en el Capitolio”.
Según recuerda el medio “Bolton parecía pensar que ser un imbécil era esencial para el puesto”.
Durante su tiempo en el Departamento de Justicia, Bolton abanderó las posturas de la Administración Reagan de la negación de recompensa financiera a los japoneses-americanos sobrevivientes de los campos de concentración durante la Segunda Guerra mundial y el diseño de “una draconiana ley anti-inmigrantes indocumentados como medida esencial en la guerra contra las drogas”, explica Village Voice, a pesar de los datos de la DEA que argumentaban que “menos del 5% de las drogas que entraban a Estados Unidos provenían a través de ilegales”.
En otro artículo del 2005, USA Today explicaba la complicada situación del Congreso ante la confirmación de Bolton como Embajador ante las Naciones Unidas, después de que se hiciera pública su escena de maltrato contra una mujer.
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“Lynne Finnel, ex asesora legal de la USAID envió una carta a la Senadora Barbara Boxer (D-Calif), describiendo que ‘Bolton me gritó que estaba despedida’ después de negarse a cabildear por la debilitación de las restricciones en la venta de fórmulas infantiles en países en desarrollo”.
Finney agregó que su negativa se debía a que “estudios demostraron que el uso de la fórmula estaba matando a bebés en países en desarrollo porque era diluida en exceso o mezclada con agua sucia”.
Asimismo, y durante 1988, Joan Bernott – veterana del Departamento de Justicia – solicitó la extensión de su permiso de maternidad, algo que Bolton “no sólo negó, sino que amenazó a Bernott con despedirla y comenzar medidas legales”, según continúa Village Voice.
“La aproximación del Sr. Boltón al permiso de maternidad es: queda embarazada, es interrogada, es despedida”, explicó en una carta la representante demócrata Pat Schoreder al entonces Fiscal General Ed Meese.
En su discurso como comentarista para la cadena Fox News, Bolton ha dejado claro que “una guerra preventiva sería quizás la única manera de evitar que Corea del Norte obtenga la capacidad de atacar a los Estados Unidos con un misil”, explicó el Washington Post.
En un artículo para el Wall Street Journal el pasado 28 de febrero, Bolton escribió:
“Los oponentes a la toma de decisiones aducen que la acción no está justificada porque Pyongyang no constituye una "amenaza inminente". Están equivocados. La amenaza es inminente, y el caso en contra de la prevención se basa en la interpretación errónea de un estándar que se deriva de los tiempos prenucleares, pre-misiles balísticos. Dadas las lagunas en la inteligencia de EE. UU. Sobre Corea del Norte, no deberíamos esperar hasta el último minuto. Eso correría el riesgo de golpear después de que el Norte haya entregado armas nucleares, una situación mucho más peligrosa.”
Y ese columnista, es ahora el encargado de llevar la agenda de política exterior de Estados Unidos.
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