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Decenas de personas rinden homenaje a Salvador Allende Gossens, presidente socialista que murió el 11 de septiembre de 1973 durante el golpe de Estado en Santiago de Chile. Foto: Yamily Habib/AL DÍA News.
Decenas de personas rinden homenaje a Salvador Allende Gossens, presidente socialista que murió el 11 de septiembre de 1973 durante el golpe de Estado en Santiago de Chile. Foto: Yamily Habib/AL DÍA News.

Así recuerda Chile a Salvador Allende

44 años después del fatídico golpe de Estado que condenó al pueblo chileno a una dictadura de casi 17 años, colectivos obreros, partidos políticos, movimientos…

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Con un cordón de seguridad, entre carabineros y fuerzas de seguridad, varios grupos y colectivos esperaban su turno para acercarse al monumento a Salvador Allende en la Plaza de la Constitución, detrás del imponente Palacio de La Moneda en Santiago de Chile.

Todos recordaban lo que sucedió aquél martes 11 de septiembre de 1973, cuando una sublevación armada gestada por el gobierno de Richard Nixon, decidió sacar por la fuerza al presidente socialista electo por el pueblo chileno.

Personas con fotografías de parientes desaparecidos, banderas del Partido Comunista, obreros e infinidad de hombres y mujeres en el ocaso de la vida, se congregaron alrededor de la estatua de Salvador Allende, entre cánticos y gritos, haciendo eco de un dolor que parece no ceder nunca.

“¡Se ve, se siente, compañero Allende!”, coreaba un hombre desde un micrófono frente a guirnaldas de flores, fotografías y símbolos de una época que se transformó en la peor pesadilla de millones de chilenos.

Entre ellos, Natalie Arriagada, se suma a los cantos. Mostrando orgullosa la fotografía de su tía, María Arriagada Jerez, desaparecida el 27 de septiembre de 1973, cuando fue detenida por las fuerzas militares tan sólo por haber militado en el partido comunista. “Mi tía era dirigente del magisterio de Lonquimay y dirigente social, era muy querida por todos. El 27 de septiembre después del golpe, fue detenida por los uniformados, acusada de preparar un levantamiento campesino y de tener armas escondidas, lo que nunca fue comprobado”, cuenta Natalie con esa indignación triste que sólo conocen los que vivieron la dictadura. “Lo último que se supo de ella fue que estuvo en el retén de Lonquímay, y desde allí se pierde su rastro”.

Natalie Arriagada asiste al memorial de Salvador Allende, reclamando el paradero de su tía María, detenida desaparecida durante los primeros días de dictadura, en 1973. Foto: Yamily Habib/AL DÍA News

Como María, miles de chilenos desaparecieron en manos del régimen de Augusto Pinochet, y sus familiares y amigos siguen en pie de lucha por el reconocimiento de su desaparición y por la necesidad visceral de justicia.

Después de varias manifestaciones de apoyo y duelo, y en cuestión de segundos, se detonaron petardos simbólicos y decenas de personas hicieron volar aviones de papel hacia el patio del Palacio, recordando los aviones que lo sobrevolaron aquél nefasto día. Al mirarlos de cerca, todos llevan inscripciones que repiten la pregunta que se hacen tantos desde hace 44 años: ¿Dónde están?

Y no fueron sólo los ciudadanos civiles los que sufrieron durante el golpe de estado.

Mario González, de 80 años, sostiene una pancarta junto con cinco compañeros, y con el rostro firme, caminan hacia la estatua del ex presidente. Hombres que prestaban servicio en las instituciones armadas, y que no estaban de acuerdo con un golpe de estado. “Eso era subvertir el orden establecido que había, e iba en contra a nuestro juramento a la bandera y a la institucionalidad: respetar la ley y la constitución, y nosotros no estábamos de acuerdo, de ninguna manera, con recurrir a la violencia para solventar una situación política”.

Mario González era tripulante en las Fuerzas Armadas Chilenas durante el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Foto: Yamily Habib/AL DÍA News.

Como González, habían muchísimos dentro de las Fuerzas Armadas chilenas; según recuerda el ex tripulante, eran alrededor del 75% de los suboficiales quienes estaban en contra del golpe armado, pero negarse a cumplir órdenes no era una opción.

“La única forma de llevar a cabo ese golpe de estado era ordenando a la gente, porque en nuestro sistema militar la obediencia ciega, tu no puedes desobedecer una orden, aunque sea ilegal, eso no está establecido previamente en la constitución, y eso debiera establecerse”, dijo González con frustración. “Toda orden ilegal no debe cumplirse, y ellos nos obligaron a hacerlo”.

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Aún cuando entregó su renuncia el 10 de septiembre a las 4 de la tarde, no le fue reconocida y debió cumplir las órdenes y tomar su puesto. “Estaba en Cerrillos, muy cerca del centro de la Moneda. Desde mi avión en tierra pude ver el bombardeo a la Moneda y los aviones que sobrevolaban”.

Así, todos los que transitaban recordaban qué hacían, dónde estaban aquél día, recordaban las historias de sus familiares y miraban con melancolía el edificio que, silente, evocaba humo y detonaciones.

En un momento dado, se abrieron las puertas hacia la plaza de la Constitución y una movilización rápida de gente despejó la puerta, desde donde salió una mujer bajita, de ojos pequeños, con un pañuelo rosa y con flores en los brazos.

La Presidenta Michelle Bachelet camina hacia el monumento de Salvador Allende en la plaza de la Constitución, el 11 de septiembre del 2017, en Santiago de Chile. Foto: Yamily Habib/AL DÍA News. 

La Presidenta Michelle Bachelet se trasladaba a rendir tributo público al presidente mártir, algo inédito en la historia democrática chilena.

Acompañada de la hija de Allende y de sus familiares, la presidenta enfrentó a la multitud que reclamaba el cierre del Penal Punta Peuco – donde los responsables de los crímenes durante la dictadura cumplen una condena en facilidades dignas de un hotel 5 estrellas – y el respeto a las comunidades indígenas Mapuche.

La presidenta mantuvo su distancia, en el silencio hermético que le caracteriza, y procedió a realizar un homenaje frente a las cámaras de televisión, mientras parlantes repetían el último discurso de Salvador Allende, antes de quitarse la vida.

El pueblo la miraba desde la baranda, en silencio, con la distancia abismal que ha fracturado el país desde aquél siniestro 11 de septiembre.  

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