Hace a penas un mes, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, demitió de su cargo como mistro de salud a Henrique Mandetta, luego de que Mandetta afirmara en una entrevista en TV Globo que esperaba que el presidente y él pudieran tener un discurso claro y unificado para responder a la pandemia.

En su lugar, Bolsonaro posicionó a Nelson Teich, un oncólogo sin experiencia política, que intentó mantene un perfil más bajo que el de su predecesor –quien sostuvo ruedas de prensa diarias, basándose en la ciencia, para informar a la población y siempre se manifestó a favor de medidas de contención como el distanciamiento social y la cuarentena.

En la rueda de pensa en que anunció su renuncia, Teich no dio una explicación para su salida. Dijo que la vida estaba hecha de elecciones, ahora había elegido irse, y que en el momento en que aceptó el trabajo lo había hecho porque tenía la esperanza de poder ayudar a los brasileños.

De momento no se sabe quién asumirá el cargo, pero sería esperable que Bolsonaro nombrara alguien dispuesto a seguir su tendencia a presionar por la reapertura de la economía a cualquier costo.

La semana pasada, Bolsonaro declaró los salones de belleza y gimnasios como sectores esenciales de la economía, con lo que abrió la puerta para que retomaran funciones.

Entre tanto, en un país que históricamente había liderado respuestas eficientes ante pandemias como el VIH –produciendo su propia versión genérica del medicamento y obligando así a bajar los precios– o el zika –creando mosquitos genéticamente modificados para imposibilitar su reproducción– ha sido uno de los que peor ha respondido a la pandemia de COVID–19 en la región, con una gravedad que tal vez sólo sea superada por el caso de Nicaragua, que anunció que no ha establecido ni establecerá ningún tipo de cuarentena o restricción a la movilidad a ciudadanos provenientes de otros países.

A la fecha, Brasil es el cuarto país con más casos de COVID–19 reportados –después de Estados Unidos, Rusia y el Reino Unido– con 245.595, 16.370 muertes y 94.122 personas recuperadas y una tasa diaria de casos nuevos reportados que no muestra señales de estar disminueyendo.

Esto, a su vez, puede hacer que el golpe en la mayor economía del continente sea más devastador y su recuperación más lenta. Especialmente pues ante la falta de una respuesta coordinada del gobierno federal, las medidas de contención adoptadas por los estados han sido dispares entre sí, lo que puede facilitar el surgimiento de nuevos rebrotes una vez la pandemia haya retrocedido y demorar la recuperación económica.