Alberto Fujimori: ¿el fin sigue justificando lo medios?
A propósito de la muerte del ex presidente de Perú, unas reflexiones sobre si el fin sigue justificando los medios.
Latinoamérica está llena de historias de políticos que habiendo estado en la cumbre del reconocimiento y la popularidad, terminan odiados y repudiados en sus propios países.
Alberto Fujimori es uno de esos casos. El expresidente de Perú entre 1990 y 2000 falleció el pasado 11 de septiembre. Su hija Keiko dio la noticia al mundo a través de la red X:
Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma.
— Keiko Fujimori (@KeikoFujimori) September 11, 2024
Gracias por tanto papá!
Keiko, Hiro, Sachie y Kenji Fujimori.
La historia de Fujimori, de origen japonés, terminó luego de un largo recorrido no solo político sino judicial, ya que fue condenado por severas violaciones a los derechos humanos y por corrupción.
Su régimen fue en un primer momento un bálsamo para la ciudadanía desesperada por la violencia guerrillera de Sendero Luminoso que tuvo en Fujimori su gran contradictor y quien finalmente lo venció: Abimael Guzmán, el máximo líder de este grupo alzado en armas, fue capturado el 12 de septiembre de 1992 y eso significó una caída en la capacidad del grupo guerrillero de generar caos en el país.
El deceso de Fujimori es un buen momento para poner sobre la mesa de discusión sobre el desafío que ha implicado para Latinoamérica lograr un sendero de paz política en el que se puedan discutir los grandes asuntos sin necesidad de utilizar la violencia o deteriorar la institucionalidad.
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Fujimori parece demostrar que solo la mano dura es útil en el fin de pacificación de nuestros países.
Así ocurrió en muchas naciones de la región que han tenido en el poder regímenes autoritarios que son la fórmula para enfrentar la violencia guerrillera.
Se ha impuesto así el principio Maquiavélico según el cual “el fin justifica los medios”. Fujimori logró grandes resultados en la pacificación de su país, pero pasando por altos principios como los derechos humanos y la fe pública. Se logró la paz, pero a costa de la institucionalidad y la moral de todo un pueblo.
En primer lugar, hubo muchas víctimas colaterales de sus políticas y, en segundo lugar, la corrupción se tomó muchas de las instancias de poder en su país. Prueba de ello fueron los famosos “Vladivideos”, que pusieron en evidencia el tipo de prácticas necesarias para garantizar la “paz social y política” durante su administración. Ese fue el fin de su gobierno en 2000.
Vladimiro Montesinos se convirtió en la sombra del poder de Fujimori y utilizó todas las formas para sostener el régimen. Finalmente, Montesinos, al igual que Fujimori, terminó condenado por corrupción y violaciones a los derechos humanos.
La paradoja que no han podido resolver los países latinoamericanos es que para lograr la paz se hace necesario acudir a todas las formas de lucha, lo que incluye estrategias al margen de la ley.
¿Cómo logrará la región un verdadero desarrollo en paz sin que siempre y en todo momento esté en tela de juicio la democracia? Los latinoamericanos aún estamos buscando la respuesta.
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