
Ecuador reelige a Daniel Noboa. Este es el equilibrio de poder en América Latina
Reelecto con una campaña de mano dura, Daniel Noboa consolida su apuesta por la militarización de la seguridad y la estrecha alianza con Estados Unidos.
La reelección de Daniel Noboa en Ecuador marca un nuevo capítulo en la política latinoamericana. Con apenas 37 años, el presidente consolidó su mandato con un 56% de los votos frente al 44% de la candidata de izquierda Luisa González, quien desconoció el resultado. Su victoria no solo rompe la racha de derrotas que acompañó a su padre, Álvaro Noboa, sino que refuerza un perfil regional en ascenso: el de los líderes que se apoyan en la mano dura como pilar de gobernabilidad.
Desde que asumió en 2023 para completar el mandato del expresidente Guillermo Lasso, Noboa se convirtió en el rostro visible de la guerra contra el crimen organizado. Ecuador, que según sus propias declaraciones concentra el 70% de la cocaína que sale al mundo, se convirtió en campo de batalla. "Los narcos nunca se imaginaron que yo tuviera los huevos para declararles la guerra", dijo al New Yorker.
Su estrategia incluye el despliegue de militares en las calles y cárceles, con imágenes que recordaron las políticas del presidente salvadoreño Nayib Bukele: presos semidesnudos y alineados en prisiones como demostración de fuerza. La política también le ha traído críticas de organismos de derechos humanos por abusos durante los estados de excepción y la declaratoria de conflicto armado interno. En Guayaquil, cuatro niños fueron asesinados y calcinados, en un caso que involucra a 16 militares.
Nacido en Estados Unidos y graduado en universidades extranjeras, Noboa ha construido una figura que mezcla juventud, austeridad pública y una fuerte estrategia mediática. En redes sociales se muestra en actitudes cotidianas, tocando la guitarra o haciendo deporte, mientras refuerza su imagen de "presidente guerrero" con fotografías montado sobre tanques o vestido con chaleco antibalas.
En la reciente campaña, Noboa enfatizó la búsqueda de respaldo internacional. Su reunión en Florida con el presidente Donald Trump fue "bastante positiva", según la calificó él mismo. Allí pidió apoyo militar directo de Estados Unidos, incluso planteando la posibilidad de restablecer bases extranjeras, eliminando la prohibición constitucional vigente desde la salida de las tropas estadounidenses de Manta en 2009. Trump, por su parte, prometió "revisar" la solicitud de incluir a las bandas narcotraficantes ecuatorianas en la lista de organizaciones terroristas.
El presidente ecuatoriano también ha anunciado una alianza con Erik Prince, fundador de la cuestionada empresa de seguridad Blackwater, cuyos integrantes ya están trabajando en el país en tareas de asesoría y capacitación.
Noboa subraya que la relación con Washington es vital no solo por la seguridad: "Con los Estados Unidos, usamos su moneda y es nuestro principal socio comercial", recordó.
Su confrontación con el narcotráfico ha tenido un impacto en la estadística. Según el propio Noboa, la tasa de homicidios cayó de 47 por cada 100.000 habitantes en 2023 a 38 en 2024. "Nosotros no somos una promesa. Nosotros somos una realidad", afirmó.
Sin embargo, su mandato no ha estado exento de controversias personales. Su exesposa Gabriela Goldbaum lo acusó ante el Congreso de machismo y de impedirle el contacto con su hija. La vicepresidenta Verónica Abad también denunció violencia de género tras sus intentos por marginarla del cargo.
Pese a estos episodios, Noboa se mantiene como uno de los presidentes más populares de la región, impulsado por una narrativa de eficacia y por el desgaste de las alternativas políticas tradicionales.
¿Hacia dónde se mueve América Latina?
La reelección de Noboa refuerza un bloque de gobiernos latinoamericanos que, aunque diversos en estilos, comparten una agenda de seguridad férrea y alianzas internacionales pragmáticas.
Actualmente, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos son de izquierda o centroizquierda: Lula da Silva en Brasil, Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile y Claudia Sheinbaum en México son algunos de los nombres destacados. Sin embargo, la derecha y la centroderecha han recuperado terreno. Además de Ecuador con Noboa, se destacan Luis Lacalle Pou en Uruguay, Santiago Peña en Paraguay y Nayib Bukele en El Salvador.
La región, no obstante, no se explica solo en términos de izquierda o derecha. Javier Milei en Argentina lidera un experimento de derecha libertaria radical, mientras que Dina Boluarte en Perú encabeza un gobierno de perfil pragmático.
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Ecuador, bajo Noboa, se alinea con la tendencia de presidentes jóvenes que priorizan la seguridad y el orden interno como principal eje de gobierno. Su modelo se aproxima al de Bukele: soluciones rápidas ante la crisis de seguridad, fuerte comunicación digital y consolidación de poder a través de la imagen pública.
Y Trump, ahí
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 reconfiguró las relaciones hemisféricas. Noboa ha buscado no solo respaldo militar, sino también mayor coordinación en temas de comercio y migración.
Para los gobiernos de derecha o centroderecha, la sintonía con Trump es natural. Bukele mantiene afinidades estratégicas con Washington, aunque enfrenta presiones por las deportaciones masivas de centroamericanos. Santiago Peña y Luis Lacalle Pou gestionan relaciones cordiales, centradas en la inversión y el comercio.
Las tensiones son mayores con los gobiernos de izquierda. Gustavo Petro en Colombia ha tenido fricciones por la presión antidrogas, y Lula da Silva mantiene una distancia crítica, especialmente en foros multilaterales.
México, bajo Claudia Sheinbaum, mantiene una relación compleja: la cooperación en migración se sostiene, pero hay desacuerdos en comercio y energía. La mandataria ha optado por la contención diplomática para evitar enfrentamientos públicos.
Milei en Argentina expresa simpatía ideológica hacia Trump, pero prioriza su política económica y hasta ha enviado asesores para que el Gobierno Trump ejecute el necesario ajuste en el gasto público.
En este escenario, Noboa se posiciona como un socio confiable de Washington, dispuesto a avanzar en la cooperación militar, en la política de seguridad regional y en la estabilidad económica, consolidando así el rol de Ecuador como un actor relevante en la nueva arquitectura hemisférica.
La reelección de Daniel Noboa no solo extiende su mandato, sino que lo proyecta como una de las figuras emergentes de la política regional. Su alianza con Estados Unidos, su enfoque de guerra abierta contra el narcotráfico y su pragmatismo internacional lo convierten en un referente de los nuevos liderazgos latinoamericanos que, más allá de las etiquetas ideológicas, buscan respuestas rápidas a la inseguridad y la crisis institucional que atraviesa el continente.
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