WATCH LIVE

LIVE STREAMING
Participants in the march emerge from underneath the bridge at Lehigh and Kensington avenues. The march took individual's past Tusculum street, which is known for high volumes of drug activity in the area. Photos: Matthew Haubenstein
Participantes de la marcha a la altura del cruce de las avenidas Lehigh y Kensington. La marcha pasó por la calle Tusculum, sitio conocido por ser escenario de consumo de drogas. Fotos: Matthew Haubenstein

Una marcha por los que ya no están

Los miembros de la comunidad tomaron las calles de Kensington para recordar a todos aquellos que perecieron por sobredosis y para despertar la conciencia…

MÁS EN ESTA SECCIÓN

Líos financieros en Septa

Temple nombra a Pedro Ramos

Tristeza en ASPIRA

Lebanon recauda fondos

Todo sigue igual

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

El 31 de Agosto fue el Día Internacional de la Conciencia acerca de la Sobredosis (IDHDP)

Para celebrar esta fecha, los ciudadanos de Filadelfia tomaron las calles de Kensington para unirse a la “Marcha de Negro” en honor a todas aquellas personas que cayeron en la adición a los opioides y murieron por sobredosis. El objetivo principal era despertar la conciencia acerca de la creciente epidemia de drogadicción que se expande no solo por las calles de la ciudad, sino en el país entero. 

Los participantes en la marcha se reunieron en la estación York-Dauphin, debajo del EI, y de allí marcharon a pie una milla entera, deteniéndose en las estaciones Huntington y Somerset, hasta llegar a McPherson Square, donde se organizó una vigilia a la luz de las velas. 

Dan Martino fue el organizador de este evento que, con el apoyo de organizaciones como Prevention Point y Angels in Motion, logró reunir a toda la comunidad y despertar la conciencia ciudadana acerca de la causa. Para Martino, la toma de conciencia es fundamental: 

Dan Martino, 33, stands in front of the “March In Black” banner at York-Dauphin Station. This was the first of 4 stops on the march's mile long route through Kensington.

Dan Martino, de 33 años de edad, fue el organizador de la 'Marcha de Negro' con la que habitantes de North Philly alzaron la voz para crear consciencia sobre la epidemia de consumo de opioides en ese sector de la ciudad.

“En una palabra: Conciencia,” dijo Martino. “El año pasado tuvimos 907 casos de sobredosis, una cifra tres veces superior al ratio de asesinatos en la ciudad de Filadelfia”.

Si el número de muertes por sobredosis ya fue alto en 2016, se estima que el número de fallecimientos estimado para este año alcance los 1,200. Según Martino, una cifra tan excesiva de muertes debe tratarse como un tema de salud pública, por lo que debe buscarse una solución. 

José Benítez, director Ejecutivo de Prevention Point, dijo “no vamos a olvidar que mucha gente ha muerto por sobredosis de drogas. Vamos a continuar trabajando cada año hasta que logremos reducir el número de muertes a cero”. 

Benítez cree que el estigma en torno a la drogadicción hace que las personas afectadas se refrenen a la hora de pedir ayuda. En lugar de ser abiertos y aceptar que alguien tiene un problema con las drogas, mucha gente se avergüenza de ellos, confinándoles a la soledad, a tener que vivir a escondidas en edificios abandonados o debajo de un puente, en lugar de pedir ayuda. 

“Estamos perdiendo a mucha gente, pero muchas de estas muertes pueden prevenirse”, dijo Benítez. “Tenemos que eliminar el estigma en torno a este trastorno y empezar a comunicar que los drogadictos son parte de nuestras vidas, y que tenemos que salvar a la gente”. 

A los participantes en la marcha se les pidió que acudieran vestidos de negro para mostrar solidaridad y respeto por los fallecidos por culpa de las drogas.   

“Nos hemos vestido como si fuéramos a un funeral”, explica Benítez. “Es una forma de recordar humildemente a los muertos, de decir que nos acordamos de sus almas. Que nos acordamos de sus vidas”.

Elvis Rosado, 52, giving a speech to the gathered crowd as he holds the name of a loved one who has died due to an overdose.

Elvis Rosado, 52, giving a speech to the gathered crowd as he holds the name of a loved one who has died due to an overdose.

Después del discurso inaugural de Martino en la estación York-Dauphin, Elvis Rosado, Coordinador de Educación y Servicios a la Comunidad de Prevención Point, tomó la palabra: 

En su discurso, Rosado insistió en la necesidad de informar y educar más sobre este problema, desde cómo se usa el Narcan para salvar vidas, a comprender el alto riesgo de sobredosis, aunque ya se esté “limpio”. 

“Tenemos que recordarnos a nosotros mismos que tenemos responsabilidad sobre un par de cosas”, dijo Rosado. “La primera es educarnos, a nosotros mismos, a nuestros seres queridos; y segundo, dar apoyo a toda la gente que nos protege y arriesga sus vidas por nosotros; y a nuestros trabajadores, por facilitar el acceso a Nacran a todo el mundo”.

Muchos participantes en la marcha sujetaban pancartas en forma de lápida con los nombres de sus seres queridos que perdieron la vida por sobredosis. Rosado también sujetaba una, en la que se leía el nombre de su cuñado, Charles Ebsworth, Jr. Rosado compartió con el resto de la multitud que Ebsworth murió de sobredosis la Nochebuena de 2016. Fue hallado muerto en su baño el día de Navidad. Fue una historia emotiva, que conectó con las experiencias de muchos de los presentes en la marcha. 

Entre ellos, Erasema Delgado.  

Erasema Delgado, 58, stands with her children and grandchildren at the March In Black event. Delgado and her family marched for the various friends and family members who’ve lost their lives to drugs and addiction.

Erasema Delgado, de 58 años de edad, acmpañada por hijos y nietos. Delgado es un testimonio vivo del drama que viven miles de familias que han perdido a un ser querido en la epidemia de opioides.

Hace dos meses, Delgado se convirtió en una de las numerosas madres que entierran a su propio hijo por culpa de las drogas. Su hijo mayor llevaba abusando de las drogas desde los 14 años. El problema empeoró a medida que crecía. Delgado misma fue testigo de una sobredosis de su hijo en el pasado. Por suerte, en esa ocasión estaba presente y pudo llamar al 911 y salvarle la vida. 

La última vez, sin embargo, no lo logró. 

El hijo de Delgado se pasó el fin de semana anterior a su muerte saliendo de fiesta y abusando de las drogas. A la semana siguiente, tenía que presenciarse ante un tribunal para pelear por la custodia de su hija. Delgado cree que fueron la ansiedad y los nervios por el juicio lo que le empujaron a drogarse. 

El día que murió su hijo, Delgado recuerda haberle visto a las 6 de la mañana. Dijo que parecía estar bien, pero tres horas y media más tarde ya se había ido.  

El hijo de Delgado fue hallado muerto en el baño de su madre. ¿La culpa? Una bolsa de heroína que le había regalado esa tarde un traficante. Según Delgado, la sustancia que su hijo se inyectó era una mezcla de cocaína y Fentanyl, otro opioide extremadamente potente. Tan potente que “con solo olerlo, puede morir”.

El hijo de Delgado es solo un ejemplo más de todas estas muertes innecesarias por culpa de las drogas. Para evitar nuevas muertes, Delgado pide que las autoridades pasen a la acción. No solo para evitar la muerte de su hijo y decenas de drogadictos de la ciudad, sino para proteger también a sus seres queridos. 

“La ciudad necesita hacer algo”, dice Delgado. “No puedo imaginar lo que sufrió. Me mata, porque tenía una hija maravillosa y su cumpleaños era al día siguiente. Solo tiene cuatro años y me pregunta por su padre cada día. Quiere que regrese del cielo. No es justo. La ciudad tiene que hacer algo”.

Su hijo sucumbió a la adición, aunque no quiere decir que no luchara por deshacerse de ella.  Durante muchos años estuvo acudiendo por voluntad propia a centros de rehabilitación y participando en programas para desprenderse de su hábito, pero sin éxito. Y no por falta de voluntad, sino por culpa de dichos centros. 

A woman holds a candle during the vigil at McPherson Square. Her signs read “4 people a day die because of an overdose in Philly.”

"Cuatro personas mueren cada día en Filadelfia por una sobredosis". Carteles como este se vieron a lo largo de la marcha del pasado jueves en North Philly.

Hace poco, el hijo de Delgado se internó en un centro en la calle Broad con Lehigh. Lo detestaba tanto que le confesó a su madre que solo le entraban ganas de escapar y drogarse aún más.  Delgados se preguntó: “¿Qué clase de programa consigue que un actual adicto tenga ganas de volver a la calle y drogarse después de recibir ayuda?”.

Delgado cree que muchos de los programas y centros de rehabilitación de la zona solo piensan en hacer dinero. En aprovecharse de las víctimas de la adición. Su hijo fue una de sus víctimas, no recibió los cuidados necesarios, pero Delgado confía en que otros adictos acudan a otra parte para recibir el tratamiento correcto. 

“Hay mucha gente que no está recibiendo la ayuda que necesita”, alerta Delgado. “Hay ayuda ahí fuera. Pero están acudiendo a la gente inadecuada”.

A medida que la marcha avanzaba, los participantes se sentaban en los escalones de las estaciones para escuchar los discursos de diferentes personas, desde activistas como Rosado, a abogados y políticos, como Larry Krasner y Beth Frossman, candidatos a Fiscal de Distrito de Filadelfia.  

Larry Krasner, the Democratic Candidate for District Attorney of Philadelphia, stands at the Huntington El stop to give a speech to the crowd gathered there. In his speech, Krasner said “We need not to be silent. We need to be loud. We need to tell power

El candidato demócrata a la Fiscalía de Filadelfia, Larry Krasner, apareció en la marcha.

Krasner habló frente a los escalones de la estación Huntington, repitiendo la frase “el silencio equivale a muerte” en inglés y en español. Krasner también culpó de la epidemia de opioides a las grandes compañías farmacéuticas por desarrollar y vender narcóticos de este tipo, ya que son una vía de acceso común a la heroína. 

Grossman habló de sus orígenes, enraizados en el barrio de Kensington. Hace años sus padres eran propietarios de una tienda de golosinas entre las avenidas Alleghney y Kensington.  También dijo que “la adición no es un crimen. Es una crisis de salud pública. Es una enfermedad”.

Jose de Marco of ACT UP Philadelphia and Dan Martino hold the “March In Black” as they lead the march down Kensington avenue towards Huntington station.

Jose de Marco of ACT UP Philadelphia and Dan Martino hold the “March In Black” as they lead the march down Kensington avenue towards Huntington station. 

Cuando la marcha llegó a McPherson Square, los participantes se concentraron a los pies de los mismos escalones donde durante años han sido encontradas tantas víctimas de sobredosis. A medida que la multitud llenaba el espacio, se encendieron velas y se leyeron en voz alta los nombres de las víctimas. Más tarde, los presentes fueron invitados a pasar al frente y compartir en voz alta algunas palabras sobre sus seres queridos que ya no están. 

Al terminar la marcha, los voluntarios se quedaron por la zona para prestar apoyo emocional, dar consejo y ofrecer un hombro en el que llorar a quienes lo necesitaran. 

Rosado fue uno de los voluntarios que se quedaron para ayudar. Mientras algunos optan por ignorar a los drogadictos, Rosado se ofrece para darles todo el apoyo que necesitan. 

“En algunas ocasiones, los drogadictos son despreciados, vistos como una carga invisible, la gente se olvida de que son seres humanos”, dice Rosado. “Es el hijo de alguien. La madre de alguien, padre, hermano, hermana o abuelo. Son seres humanos”. 

A march participant holds a sign with the words “Our children should be burying us…” written on it.

A march participant holds a sign with the words “Our children should be burying us…” written on it.

Los drogadictos son personas que necesitan aprender a sobrevivir a una sobredosis, y que muchas veces deben convivir con el mismo problema durante años. Y por eso Rosado topa en muchas ocasiones con gente que no comparte su deseo de salvarles la vida, porque de todas maneras volverán a recaer, le dicen. Sin embargo, esta negatividad no le detiene a la hora de hacer su trabajo. El empeño de Rosado por ayudar es un soplo de aire fresco en una ciudad donde la epidemia de narcóticos llena las calles de dolor y corazones rotos.  

“Cada vez que logro revivir a alguien, la gente me pregunta, “¿por qué se molesta?” Probablemente vuelvan a recaer muy pronto”, explica Rosado. “Sí, puede que sí, pero si vuelve a ocurrir, volveré a ayudarles. La idea es continuar salvando la vida de una persona hasta que esté preparada para salvarse a ella misma”.