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El juez federal Felipe Restrepo contó su propia historia como inmigrante americano en su discurso el pasado jueves.Foto: Simón Bolívar

“I am an American Immigrant”, dice el Juez Restrepo a los homenajeados

El juez federal Luis Felipe Restrepo alabó la importancia de los inmigrantes latinos en los Estados Unidos y compartió con los asistentes su propia experiencia…

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Al juez Luis Felipe Restrepo le llevó 31 años conseguir la ciudadanía estadounidense. Pero cuando finalmente prestó juramento, el 7 de setiembre de 1993, en Filadelfia, comprendió que no solo estaba adquiriendo los privilegios inherentes a ser un ciudadano americano, sino también un compromiso de por vida de servir al país y a la democracia: una responsabilidad que ha cumplido de sobras a lo largo de su carrera en la Justicia, que le ha llevado a su actual cargo de Juez de Circuito del Tercer Circuito de Cortes de Apelaciones de Estados Unidos.

“La ciudadanía no es un mero deporte para espectadores. En una democracia, hay que participar. Hay que registrarse y votar”, dijo Restrepo durante la ceremonia “I am an American Immigrant”,  el pasado jueves, y urgió a los asistentes a “seguir los pasos” de las cuatro homenajeadas: Carmen Guerrero, Emma Restrepo, Liliana Velásquez, and Nelly Jiménez-Arévalo.

“Emulen su sentido de la comunidad y servicio a los demás”, ordenó.

Restrepo explicó a la audiencia que su propia experiencia migratoria tiene muchas similitudes con la de las cuatro galardonadas, mujeres que, según él, “personifican todo lo bueno, sano,  correcto y dinámico de la inmigración, específicamente de la inmigración latina en los Estados Unidos”.

Nacido en Medellín, Colombia, Restrepo y su familia emigraron por primera vez a los Estados Unidos en 1962, cuando a su padre le ofrecieron un trabajo de economista en la Organización de Estados Americanos (OEA). No planeaban quedarse para siempre, pero las circunstancias cambiaron.

“¿Por qué nos quedamos? Cuando a Carmen, Nelly, Emma y Liliana se les preguntó esa misma cuestión en el video, la respuesta más consistente era que buscaban un lugar seguro para vivir- un santuario de los grupos paramilitares, la inestabilidad política y social, y/o la violencia doméstica”, dijo Restrepo, cuyos padres decidieron quedarse en los Estados Unidos por razones similares: las narco-guerras de los 70s y 80s, que convirtieron Colombia en uno de los países más peligrosos del mundo.

Restrepo, que se graduó en la Universidad de Pensilvania en 1981 y obtuvo su Doctorado en Derecho por la Tulane Law School en 1986 - el mismo año en que se abrió su camino a la ciudadanía, con la ley Simpson-Mazzoli - ha aprendido a apreciar cómo sus padres lograron inculcar en sus hijos el sentido de identidad y orgullo por sus raíces, idioma y cultura.

Su padre, originario de Bogotá, la capital de Colombia, y su madre, española de Madrid, se conocieron durante en un curso de inglés como segunda lengua en el campus de la Universidad de Pensilvania, en 1955. Aunque los dos saben hablar inglés, decidieron hablar siempre en español en casa. Gracias a su esfuerzo, el juez puede hoy aplicar sus habilidades bilingües en su trabajo.

“Ser un inmigrante en los Estados Unidos no es un juego de suma cero. No creo que nuestra vida aquí dependa de nuestra identidad étnica. Deberíamos estar orgullosos de nuestra herencia, practicar nuestro idioma materno y conocer bien la historia de nuestro país de origen”, dijo.

Restrepo destacó el hecho de que desde que su familia llegó a los Estados Unidos, a principios de los 60, la población latina ha pasado de seis millones a más de 58 millones, que ahora representan 1.3 millones de millones de dólares en poder adquisitivo y están creando nuevos negocios y contratando a trabajadores a un ritmo mucho más rápido que cualquier otro grupo demográfico en los Estados Unidos.

“Si la población hispana de los Estados Unidos fuera un país, representaría la séptima economía del mundo por PIB. Reflexionen un minuto sobre esto”, dijo Restrepo.

Más allá de las cifras, Restrepo mencionó también que las “contribuciones culturales y sociales” de los latinos y los inmigrantes latinos en los Estados Unidos son difíciles de medir; pero los logros de Carmen, Emma, Liliana y Nelly representan las muchas maneras en que los “inmigrantes contribuyen enormemente “ a la ciudad de Filadelfia y a la nación entera.

“Nos incumbe a todos seguir contribuyendo al tejido de este país, y aunque muchos de nosotros vamos con muchas prisas por integrarnos, merece la pena enfatizar que deberíamos estar orgullosos de donde venimos y de lo que aportamos a este país”, concluyó.