Voces inmigrantes
AL DÍA News se une a la celebración del Mes de la Herencia de los Inmigrantes destacando los aportes de doce inmigrantes latinoamericanos que con su presencia…
En Estados Unidos viven más de 325 millones de personas y, aunque hoy una de cada ocho es extranjera, la gran mayoría es descendiente de inmigrantes.
Decir esto en un país que se considera a sí mismo el “melting pot” del mundo debería ser una redundancia, pero por eso mismo –por la idea que tienen algunos de que estar aquí consiste en fundirnos hasta eliminar nuestras diferencias– es que es necesario repetir una y otra vez que esta no es una sola nación, sino miles.
Aquí el año no alcanza para celebrar las distintas herencias culturales que la sociedad tiene: el mes de la herencia afroamericana, el de la herencia indígena, el de la asiática, el de la hispana, el de la americana… Todos somos herederos.
Partiendo de esa premisa, un grupo de jóvenes dreamers creó hace cuatro años una campaña con un mensaje sencillo: “Bienvenidos a Estados Unidos”. Desde entonces el país celebra durante junio una herencia más: la de los extranjeros.
El Mes de la Herencia de los Inmigrantes es la mejor excusa para echarle un vistazo a los números y poner en perspectiva las experiencias de millones de personas que anónimamente, incluso desde la clandestinidad, hacen un aporte invaluable al país.
De acuerdo con la última American Community Survey, EE. UU. tiene hoy una comunidad inmigrante de 43.7 millones de personas, casi la población de Colombia.
Si a ellos se les suman los 16.6 millones de sus hijos nacidos aquí, la población crece a 60.4 millones de personas entre padres inmigrantes e hijos estadounidenses.
De esos 43.7 millones de extranjeros, 11.3 millones son indocumentados y entre ellos hay 3.6 millones potenciales dreamers. De ellos, 1.800.000 reuniría los requisitos de ley para poder solicitar la protección de DACA, pero solo 800.000 lo lograron.
En tiempos en los que aires de xenofobia pretenden borrar del mapa a los inmigrantes, vale la pena conocer su peso económico, que con seguridad es mayor que el de Donald Trump sentado en su torre del Columbus Circle en Nueva York.
Según un informe reciente del Fiscal Policy Institute, los inmigrantes representan el 16 por ciento de la fuerza laboral del país y el 18 por ciento de los empresarios.
“La diferencia de dos puntos porcentuales significa que los inmigrantes tienen entre 10 y 15 por ciento más probabilidades de volverse propietarios de sus negocios que sus pares estadounidenses”, dice el informe Bringing Vitality to Main Street: How Immigrants Small Businesses Help Local Economies Grow.
En la misma línea se manifestó la Kauffman Foundation que en una investigación sobre inmigración y emprendimiento realizada en 2016, concluyó que los inmigrantes crean una cuarta parte de las nuevas empresas tecnológicas del país; una tendencia que pasó del 13.3% en 1996 al 28.5% en 2014.
La importancia de los inmigrantes no solo radica en la cantidad de empresas y negocios que fundan, ni en los puestos de trabajo que crean u ocupan. Sin tener en cuenta su estatus migratorio, su nivel de estudios o su poder adquisitivo de casi 14 mil millones de dólares, los inmigrantes también pagan impuestos: 6 mil millones en 2014, según un estudio de New American Economy, una especie de organización que reúne a más de 500 alcaldes y empresarios del país.
A nivel local, las cifras son parecidas. Según proyecciones del Censo, el 13 por ciento de la población actual de Filadelfia es inmigrante (205.000 personas).
El Pew Research Center estima que de ellos, entre 50.000 y 60.000 son indocumentados; lo que convierte a esta comunidad en la segunda más grande entre las comunidades indocumentadas de las cinco ciudades principales del Noreste estadounidense: Nueva York (525.000), Boston (35.000), Washington (25.000) y Baltimore (15.000).
El estudio de la New American Economy también demostró que los inmigrantes de Filadelfia tienen un 43.1 por ciento más probabilidades de iniciar su propia empresa y que más de 40.000 inmigrantes emprendedores han jugado un papel fundamental en la revitalización de los barrios, el desarrollo económico y la reversión del decrecimiento demográfico que durante 50 años sufrió la ciudad.
Ese es el caso de Carmen Guerrero, Emma Restrepo, Nelly Jiménez-Arévalo y Liliana Velásquez; inmigrantes latinas que hace rato hacen son protagonistas de esos cambios y esos números de los que hablan todos los estudios.
Desde su organización Coalición Fortaleza Latina, Carmen ha logrado tejer una red de solidaridad y afectos entre propios y extraños a la comunidad latina de Norristown.
Emma conduce ‘Para ti, Mujer’, el primer y único programa radial latino con enfoque de género dirigido a una comunidad que aún le falta sacudirse el machismo de su herencia hispana.
Desde ACLAMO Family Centers, Nelly dirige esfuerzos para empoderar a la comunidad latina de Montgomery County.
Liliana es la más joven del grupo, pero no la menos guerrera. A sus 14 años dejó su villa en Guatemala y viajó sola 2.200 millas hacia el norte sobreviviendo a un sinfín de cosas que ninguna niña debería vivir. Con 19 años de edad ya publicó su primer libro, lo que le ha servido para curar sus heridas y compartir su experiencia con otros jóvenes en diferentes escuelas de la ciudad.
Sus historias están publicadas en la sección I am an American Immigrant de aldianews.com, campaña con la que este medio se une a la celebración del Mes de la Herencia de los Inmigrantes en Filadelfia.
David Hurtado (Bolivia)
David Hurtado es boliviano de nacimiento pero se crió aquí desde los nueve años.
Para él, la experiencia de ser inmigrante guarda una ambigüedad que nos permite tomar lo mejor de ambas culturas.
“Usualmente cuando estás recién llegado, te sorprenden las nuevas cosas y muchas veces sientes que los viejos tiempos fueron mejores, pero a veces –cuando tienes la oportunidad de regresar– echas de menos a tu nueva sociedad”.
Según Hurtado reconocer nuestros aportes “es vital porque a todos nos han dicho alguna vez que nos devolvamos a nuestros países, especialmente cuando estamos hablando español, pero hay gente que luce y habla como nosotros que le han hecho aportes a este país desde sus inicios”.
Cristina Martínez (México)
Cristina pasó a la fama luego de que la revista Bon Appetit ubicara a su restaurante South Philly Barbacoa entre los 10 mejores lugares para comer en Estados Unidos. Desde entonces, la cocinera ha aprovechado su figuración para promover los derechos de los trabajadores indocumentados de la industria gastronómica.
Para ella, los aportes de los inmigrantes son reales. “En la industria restaurantera, pagamos nuestros taxes, contribuimos con todo lo que compramos, traemos gente de otras ciudades para que disfruten lo que hay en Filadelfia.
Anteriormente, la ciudad estaba muerta. Ahora tenemos gente visitándonos de otros lugares porque hay restaurantes de todo el mundo, y en cada cocina está ahí la presencia de un inmigrante”.
Édgar Ramírez Pérez (México)
Édgar es el historiador no oficial, el cronista que no ha escrito su primera crónica, el sabelotodo, el tipo que sabe los datos más curiosos de la comunidad mexicana del sur de Filadelfia. Para el fundador de Philatinos Radio, el aporte de los inmigrantes es “que venimos nuevos, tenemos muchas ganas de trabajar, aportamos prácticamente a todo. En el caso concreto de los mexicanos, la sociedad estadounidense cree que ganamos mucho dinero y lo mandamos todo a México, pero pagamos renta, comemos, nos vestimos, usamos el transporte… nuestro dinero también se queda aquí. Yo siempre he pensado que aquí se queda nuestra vida, nuestro esfuerzo, nuestros conocimientos, nuestra formación… y todo lo damos sin pensar mucho”.
Brujo de la Mancha (México)
Para Francisco Javier Hernández Carvajal –su nombre de pila–, los aportes de los inmigrantes mexicanos se pueden apreciar en cualquier ámbito de la sociedad.
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“ Cuando llegué a Filadelfia en 1998, la ciudad lucía como una zona de posguerra: había muchas casas abandonadas y a punto de caerse. En el curso de unos siete años, empecé a ver cómo a medida que llegaban los mexicanos, muchas casas fueron remodeladas.
Filadelfia sería la misma de hace 20 años si no fuera por los mexicanos. Pero también hay otro tipo de aportes. Gente que, como yo, trabaja en las escuelas enseñándole a las nuevas generaciones sobre las culturas indígenas y mexicana”.
Emilio Buitrago (Venezuela)
Emilio llegó a Estados Unidos en 1996 directamente desde Caracas. Vino con la intención de perfeccionar su inglés para trabajar mejor con sus compañeros estadounidenses en la CANTV, la empresa venezolana de telecomunicaciones que había sido privatizada años atrás.
Las oportunidades se presentaron y hoy completa 22 años viviendo el sueño americano.
Para él, “el rol que jugamos va más allá de simplemente ser una comunidad llamada latinos. Proporcionamos muchos recursos, creamos trabajos... una de las razones por las que Filadelfia mejoró fue que muchos inmigrantes crearon empresas y muchos de esos inmigrantes son latinos”.
Sheila Quintana (México)
La juventud de esta mujer (25) no le resta claridad y contundencia a sus palabras. Para la hija de inmigrantes mexicanos, la defensora de derechos humanos, la antropóloga de UPenn y queer, la coherencia es algo que no se negocia.
“Las comunidades inmigrantes en Estados Unidos hacen mucho con poco o ningún reconocimiento; somos una parte increíblemente importante de la fuerza de trabajo y al mismo tiempo se nos niega todos y cada uno de los derechos que un trabajador merece.
Deberíamos reivindicar nuestros aportes sin importar la manera como los entendemos. Debemos honrar nuestros aportes mediante la lucha por nuestra dignidad”.
Pedro Rodríguez (R. Dominicana)
Rodríguez dirige una oficina encargada de administrar los contratos de más de 30.000 funcionarios públicos que trabajan en los diferentes departamentos y programas de la ciudad.
Para él, el aporte de los inmigrante radica en su capacidad de trabajo. “Podemos liderar varios frentes para unir a la ciudad, para brindar perspectivas diferentes sobre cómo solucionar los problemas que tenemos, para hallar respuestas a cuestiones como el acceso a la salud, a la vivienda, a servicios de calidad, a la representación para crear políticas públicas a nivel estatal y municipal.
Los inmigrantes han empezado a definir la revitalización de aquellos barrios que durante décadas cayeron en decadencia”.
Manuel Portillo (Guatemala)
Manuel es un sobreviviente de la guerra en Guatemala. Llegó a EE.UU. a mediados de los 80 y desde entonces no ha parado de reconstruir aquí el tejido social que muchos de sus compatriotas perdieron allá.
Para Manuel, no cabe duda de que los inmigrantes están cambiando al país y que cada ataque xenófobo solo sirve para hacernos más fuertes.
“No somos gente de perder el tiempo, venimos con un propósito claro. Somos trabajadores enfocados en nuestros objetivos, somos gente de familia y tener un trabajo así como ser socialmente útiles es muy importante para nosotros”, afirma.
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