“Soy una inmigrante venezolana-americana”
Nelly Jiménez-Arévalo es una de los doce inmigrantes finalistas en la campaña I am an American Immigrant de AL DÍA y Cabrini University.
Nacida en Caracas, Venezuela. Nelly Jiménez Arévalo migró a Estados Unidos en 1989, un año en el que el país latinoamericano experimentaba una de las peores crisis socioeconómicas de su historia; solo comparable con la que atraviesa en la actualidad.
Fue el año de El Caracazo, cuando miles de venezolanos protagonizaron disturbios en las calles de la capital debido la alta inflación y la corrupción, mientras que el gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez respondió con una violenta represión que segó la vida de muchos.
Esas jornadas de violencia fueron para muchos analistas el germen que le dio vida años después al Chavismo.
En el caso de Nelly, fueron el momento en el que su vida dio un giro de 180 grados.
Pese a que ya lleva casi 30 años viviendo en el área de Filadelfia, esta líder y trabajadora social no pierde su humor venezolano. Se define como una “inmigrante venezolana-americana” orgullosa de quien es y de lo que hace.
“Siempre digo que soy una combinación de lo que era en Venezuela y de lo que aprendí aquí. Mucho de lo bueno en mí es de mis padres y de cómo me crié, más lo que aprendí de mis mentores en Estados Unidos”, afirma.
Nelly es una inmigrante exitosa que no olvida sus raíces y cuya carrera ha estado siempre al servicio de la comunidad.
Empezó como voluntaria en Congreso de Latinos Unidos, después fue gerente del programa de vivienda y servicios sociales de la misma organización. Luego fue directora de relaciones comunitarias del Maternal and Child Health Consortium, de donde pasó a ser directora del Kennett Square Family Center. De allí pasó a su actual cargo: directora ejecutiva de ACLAMO Family Centers, desde donde brinda servicios a la comunidad latina de Montgomery County.
Nelly habló con AL DÍA sobre lo que es ser un inmigrante americano.
Los inmigrantes somos luchadores, somos inspiradores, somos trabajadores y tenemos una perspectiva amplia de las cosas; esa es una habilidad que mucha gente no tiene.
Cuando hablamos de inmigrantes, siempre pensamos en los extranjeros, pero no nos damos cuenta de que los inmigrantes son la base de nuestras comunidades.
Muchas de las contribuciones son monetarias, y la gente no presta atención a eso porque se enfrasca en escuchar noticias negativas.
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Lo cierto es que muchos inmigrantes han abierto negocios y con ello han generado empleo.
Nuestros hijos son también un regalo para nuestra sociedad. Nuestros niños serán las próximas generaciones y muchos de ellos están aprendiendo el idioma, la cultura, y tienen la mente abierta a un sinfín de opciones.
Diría en resumen que las contribuciones son económicas, son nuestros hijos, la cultura y el idioma que traemos a nuestra comunidad.
Me encanta esa pregunta. Creo que la primera vez que realmente supe que este era mi hogar fue cuando mis padres vinieron a visitarme desde Venezuela. Yo ya había hecho algunas amistades. Recuerdo a un miembro del Rotary Club, era dentista. Mi padre tuvo una emergencia y no tenía seguro.
Lo llamé y le dije “doctor, necesito ayuda con mi papá”. Él me dijo: “¡Por supuesto! Tráelo a mi consultorio”.
Ese día me sentí como en casa. Era la primera vez que sentía que conocía a alguien en la profesión médica, alguien que era mi amigo... Para mí fue como estar en casa junto a gente que me reconocía como su par.
Me aseguraría de que me conociera y de que entendiera que no soy una excepción. No quiero que la gente piense en mí como una excepción, soy un inmigrante como cualquier otra persona. Es solo que mis contribuciones se ven diferentes a las contribuciones de las personas a las que sirvo en ACLAMO.
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