200 Años de Servicio: Cómo Florence Nightingale cambió la historia de la enfermería
En el 2020 se celebra el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, pionera y fundadora de la enfermería moderna.
Si algo nos ha enseñado la pandemia del Coronavirus es que los trabajos que damos por sentado son precisamente los que nos mantienen a flote como civilización.
Desde repartidores y cajeros hasta médicos y enfermeros, los trabajadores menospreciados y peor pagados en el sistema social son hoy en día a quienes debemos nuestra supervivencia.
Es por ello que la Organización Mundial de la Salud ha designado el 2020 como el Año Internacional del Personal de Enfermería y Partería, coincidiendo con los doscientos años del nacimiento de Florence Nightingale, y para celebrar a quienes consagran sus vidas a cuidar a las madres y los niños, administrar vacunas que salvan vidas y satisfacer las necesidades sanitarias esenciales del día a día.
Desde la fundación de la primera escuela de enfermería del mundo, en India en el 250 a.C., las estructuras teocráticas de las sociedades antiguas sólo permitían a los hombres cuidar de personas enfermas, a excepción de las mujeres embarazadas quienes siempre estaban cuidadas por parteras o comadronas.
Una vez establecido el cristianismo como la religión preponderante en la Europa de la Edad Media, serían los hombres en las órdenes religiosas quienes tenían el rol del cuidado de los enfermos, en especial durante las cruzadas en la conquista de la Tierra Santa.
De allí que surgieran órdenes militares dedicadas a la enfermería, como los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, los caballeros Teutónicos y los caballeros de la Orden de San Lázaro de Jerusalén.
Fue a mediados del siglo XV que se registraron las primeras asociaciones de mujeres cristianas que dedicaban la vida al cuidado de los pobres y enfermos. Mejor conocidas como beguinas, eran voluntarias intelectuales que trabajaban para mantenerse activas, y frecuentemente vivían cerca de los hospitales e iglesias.
Entre la Reforma Protestante, que establecía que no hacía falta las obras de caridad para obtener la salvación, y el estrecho nexo entre la atención de enfermería y la religiosidad, la profesión se vio estancada en su desarrollo investigativo durante casi tres siglos.
No fue sino hasta principios del siglo XIX que los desarrollos científicos, como la invención del microscopio, permitieron el nacimiento de lo que hoy conocemos como las ciencias de la salud.
Nacida en el 12 de mayo de 1820 en el seno de una familia británica de clase alta en Villa Colombaia, Florencia, Florence Nightingale recibió el llamado de Dios a los 17 años que le invitaba a dedicarse al servicio de los demás, desafiando las convenciones sociales de la época y de su clase.
Tras encontrarse con la comunidad luterana de Kaiserswerth en Alemania y ver de cerca el trabajo del Pastor Theodor Fliedner con enfermos y marginados, Nightingale decidió quedarse cuatro meses y recibir el entrenamiento médico que marcaría la pauta de sus años posteriores.
Gracias al apoyo económico de su padre, la joven aprendiz pudo incorporarse al Instituto para el Cuidado de Señoras Enfermas en el cargo de superintendente hasta el estallido de la Guerra de Crimea.
Durante su primer verano en Scutari, Nightingale vería a más soldados morir por enfermedades infecciosas que por heridas en el campo de batalla, causadas principalmente por el hacinamiento, la falta de ventilación y las pésimas condiciones en general.
La prensa del momento le describiría como “un ángel guardián” cuya “grácil figura se desliza silenciosamente por los corredores”.
“Cuando todos los oficiales médicos se han retirado ya, y el silencio y la oscuridad descienden sobre tantos postrados dolientes, puede observársela sola, con una pequeña lámpara en la mano, efectuando sus solitarias rondas”, decía el diario The Times en una edición del jueves 8 de febrero de 1855.
Siguiendo sus pasos también estaba Clara Barton, enfermera que sirvió durante la guerra civil estadounidense y mejor conocida como “El Ángel del Campo de Batalla,” quien eventualmente fundaría la American Red Cross en 1881.
En 1893, la enfermera Lillian Wald fundó la Casa de Asentamiento de Henry Street, que dio enfermería accesible y servicios sociales a las comunidades más pobres del Lower East Side de Manhattan. Su tremendo trabajo condujo al crecimiento en la salud pública en el país.
En 1896, se fundó La Asociación Americana de Enfermeras, para ayudar a promover el valor de las enfermeras en el cuidado de la salud, y en 1918, durante de la epidemia de influenza, las enfermeras estudiantes representaron la mayor parte del personal en los hospitales estadounidenses.
Durante la Segunda Guerra Mundial, alrededor de 78.000 personas se registraron como enfermeros. Paradójicamente, después del fin del conflicto se registró una profunda escasez de estos profesionales, un problema que persiste hoy en día.
La segunda mitad del siglo XX vería la diversificación de la profesión, entre enfermeras de cuidados intensivos y enfermeras practicantes, así como el establecimiento de centros educativos especializados para crear estándares de calidad en los programas de licenciatura y postgrado.
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No fue sino hasta 1971 cuando egresaría la primera enfermera Latina. Ildaura Murillo-Rodhe, fundó en 1975 la Asociación Nacional de las Enfermeras Hispanas, que da voz y responde a las necesidades de las enfermeras en la comunidad. Hoy en día solamente el 10% de las enfermeras son latinas o hispanas aunque el número sigue creciendo.
Actualmente, hay más de cuatro millones de enfermeras en Estados Unidos, y son quienes representan el sector más grande de cuidado de la salud.
Durante la pandemia del Coronavirus, estas profesionales han estado en la primera línea de batalla, poniendo sus vidas –y las de sus familias– en riesgo, y siendo aún una de las profesiones peor remuneradas en el mundo entero.
De igual manera, y aunque el personal de enfermería y partería representa casi el 50% de lo trabajadores sanitarios del mundo, existe una preocupante escasez de profesionales, en especial en África y Asia Sudoriental.
Es por ello que, junto a la Organización Mundial de la Salud, escuelas locales y nacionales se han unido en la celebración de los doscientos años de la enfermería moderna, haciendo un llamado a la promoción y concientización de la profesión.
“El mundo precisa que el personal sanitario aumente en 18 millones a fin de lograr la cobertura sanitaria universal para 2030 y mantenerla”, explica la OMS. “Aproximadamente la mitad de esa cifra faltante, es decir, 9 millones de trabajadores de la salud, debe estar integrada por personal de enfermería y partería.”
A través de la publicación Global strategic directions for strengthening nursing and midwifery 2016-2020, la organización ha estructurado “un marco estratégico para diseñar, aplicar y evaluar intervenciones en la esfera de la enfermería y la partería que sean accesibles, aceptables, seguras y de calidad”.
Además, la OMS participa en la campaña Nursing Now, puesta en marcha a principios de 2018, y que durará tres años, con el objetivo de mejorar la salud mundial mediante la visibilización de la profesión de enfermería, la mejora de la consideración y la situación profesional del personal de enfermería, las pruebas que demuestren los logros que se pueden alcanzar si se mejora la profesión y la capacitación del personal para que contribuya en la medida de lo posible a alcanzar la cobertura sanitaria universal.
Por su parte, la Escuela de Enfermería de la UPenn en Filadelfia se ha unido a la campaña compartiendo historias de enfermeras y parteras locales, a pesar de que deber cancelar los eventos públicos en medio de la crisis de salud pública.
A través de su sitio web www.2020nurseandmidwife.org, la escuela ha recopilado historias de miembros del personal y de familiares que resalten el impacto de su labor en la comunidad.
"Cuando la Organización Mundial de la Salud nombró el año 2020 como el Año del Personal de Enfermería y de Partería, nadie podía imaginar que el mundo se enfrentaría a una nueva pandemia", explicó la institución. "En este momento, estamos viendo el papel integral que las enfermeras y parteras desempeñan en la salud a nivel mundial durante la respuesta a la COVID-19: las enfermeras están proporcionando atención directa, otras están liderando las respuestas del sistema de salud y otras son líderes en salud pública en agencias federales como los CDC".
"Algunos son profesores de escuelas de enfermería que trabajan para asegurar que sus estudiantes puedan seguir aprendiendo en un entorno rápidamente cambiante. Otros son enfermeros científicos que trabajan para comprender este virus, educando al público sobre la importancia del distanciamiento social o continuando sus investigaciones sobre otros temas críticos como la adicción y el control del dolor, la seguridad de las armas, las disparidades en materia de salud y mucho más. Como siempre, en cualquier papel, y haciendo lo que sea necesario, están marcando la diferencia".
Creada en 1935, la UPenn School of Nursing ha formado a más de 14.000 profesionales a través de sus programas educativos, en una variedad de campos, incluyendo el cuidado paliativo.
Tan sólo en Pennsylvania, existen más de 193.000 enfermeras registradas, que se unen a los más de 4 millones que hay en todo el país.
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