(OP - ED) Por qué la enfermería es vista como una “profesión de mujeres”
Mientras pensaba en esta celebración de la “Semana Nacional de las Enfermeras”, de repente una idea vino a mi mente:
Una bastante obvia, debo admitirlo: ¿Por qué la mayoría de los enfermeros son mujeres, o por qué esa es la expectativa social de la profesión, donde en efecto la mayoría de las personas que trabajan en ellas son mujeres?
Las mujeres han manifiestamente padecido una posición de inequidad alrededor del mundo, pero particularmente en nuestras propias sociedades occidentales, supuestamente muy avanzadas en la práctica de los valores universales de igualdad de sexos, democracia abierta y principios generales de ecuanimidad.
Tomemos por ejemplo la profesión que celebramos este mes aquí en los Estados Unidos, una de la más nobles, más agotadoras, y más indispensables en el sistema de salud— pero aún no igualmente reconocida y compensada como, digamos, esa otra de sus colegas, aunque aún no sus pares, los médicos.
En nuestra afluente sistema de salud, dotados de recursos tecnológicos y financieros que añoran otras industrias, las enfermeras son la que sobrellevan el peso mayor de cuidar a los enfermos y a los débiles, en una forma muy directa, literalmente “untándose las manos” en el desempeño de esta parte exigente de la profesión médica: Asistiendo hasta el último minuto a los que finalmente se alivian o los que finalmente se mueren.
El llamado ético de Hipócrates en el juramento que deben tomar todos los médicos ilumina la noble profesión de la Medicina, pero el cumplimiento del mismo recae sobre los hombros de las mayoritariamente mujeres enfermeras que hoy en día tienen que manejar la rigurosa interacción, uno a uno, con los pacientes, tanto en las sales de emergencia como en las millares de habitaciones de los hospitales.
Respeto mucho a mis médicos, principalmente cuando me toca, contra mi voluntad, ir a verlos por razones de salud. Sin embargo, no es el doctor el que se toma el tiempo conmigo, presionado como está por la lista interminable de pacientes que se acumulan su libro de citas de un día.
CONTENIDO RELACIONADO
Es la discreta enfermera, que no está menos ocupada, la que se queda dando el trato personalizado, antes y después de que el doctor finalmente “ve al paciente”, solo por ese breve instante en que el médico, generalmente un hombre vestido en impecable bata blanca, viene y se va.
En él más bien sistema despersonalizado de medicina aquí, paradójicamente la regla en el país donde sus recursos de tecnología, científicos y financieros son los más desarrollados del mundo.
Pero si no fuera por el papel de las enfermeras, poco habría de qué enorgullecernos, francamente.
Es por eso por lo hoy quiero decir GRACIAS, a las enfermeras por todo ese trabajo arduo que Uds hacen.
No solo con la gran actitud al lado del lecho del enfermo en los hospitales, sino cuando Uds son también las líderes, como profesores, o en las organizaciones de la comunidad, o en la oficina de Decana, como la doctora Antonia Villarruel, la decana de la escuela de enfermería en la Universidad de Pennsylvania, la número 1 de la nación, basada aquí en Filadelfia.
La doctora Villarruel, una orgullosa hija de padres inmigrantes provenientes de México, pero nacida en Michigan (una “Michicana”, como ella se llama a sí misma), es hoy también la chair de la junta asesora del programa y edición especial #ALDIATopNurses que ocurrirá al final de este mes para rendir el homenaje que se merecen nuestras enfermeras.
¡Muchas gracias, Toni!
DEJE UN COMENTARIO:
¡Únete a la discusión! Deja un comentario.