Donald Trump and Elon Musk
Elon Musk se subió al carro de la administración Trump. Ahora le toca a él bajarse. (Foto AFP)

Tesla: ¿El talón de Aquiles de Trump y Musk?

La reducción de los beneficios de la compañía también tiene que ver con un mensaje que los consumidores están enviando a la Administración Trump: no todo vale.

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Tesla se está convirtiendo en el talón de Aquiles de la alianza entre Elon Musk y Donald Trump. En lo que va de 2025, la compañía ha sufrido una caída del 71% en sus beneficios, ha enfrentado actos de vandalismo en Estados Unidos, boicots organizados en Europa y una percepción pública cada vez más negativa. Más allá de la desaceleración del mercado de autos eléctricos, lo que parece estar en juego es algo mucho más profundo: la respuesta del mercado y de los consumidores ante una administración que gobierna sin contrapesos ni escrúpulos.

Según datos presentados por la propia empresa y citados por AFP, Tesla cerró el primer trimestre del año con apenas 409 millones de dólares en ganancias y una caída del 13% en sus ventas globales. Los analistas financieros ya anticipaban cifras negativas, pero no esperaban semejante desplome. Y es que, como reconoció el propio Musk, el problema no es solo económico: "la demanda de automóviles se está viendo afectada por un sentimiento político cambiante", dijo.

La frase es reveladora. El papel central que Elon Musk ha asumido en el gobierno de Trump —como jefe de la oficina DOGE, encargada de aplicar recortes drásticos al aparato estatal— ha despertado rechazo, protestas y actos de sabotaje que no pueden desligarse del desempeño financiero de Tesla.

Un mensaje desde el mercado

En EE.UU., más de 20 actos violentos contra concesionarios de Tesla han sido reportados en lo que va del año, desde incendios provocados y cócteles molotov hasta grafitis como “Fck Elon”, según informaron The Guardian y Live Now Fox. En Europa, el rechazo ha adoptado otras formas: boicots, desplome de ventas (76% en Alemania en el primer trimestre) y campañas como StopElon.eu, que invita a propietarios de Tesla a pegar adhesivos en sus vehículos para desmarcarse del CEO sin renunciar a sus autos.

Es una respuesta clara: Tesla se ha convertido en símbolo de una administración que muchos consideran autoritaria, elitista y corrosiva para las instituciones.

Y si bien los consumidores están enviando un mensaje con sus decisiones de compra, los mercados también están hablando. Tras semanas de pérdidas bursátiles, Musk anunció que reduciría “significativamente” su dedicación a la política para enfocarse de nuevo en Tesla. “Mi asignación de tiempo a la DOGE disminuirá significativamente”, dijo en una conferencia con inversores, citada por AFP. La reacción fue inmediata: las acciones subieron un 5%, según reportó El País.

Gobernar sin reglas tiene consecuencias

La presencia de Musk en el aparato estatal no es decorativa. Desde su posición en la DOGE ha impulsado el cierre o reducción de agencias como USAID, ha bloqueado presupuestos para programas sociales, ha censurado organismos reguladores como la CFPB y ha impuesto métodos empresariales en instituciones públicas.

Como informó AFP, sus medidas han incluido correos masivos a funcionarios federales instándolos a renunciar y exigencias semanales de productividad. Musk se ha jactado en redes sociales de “haber eliminado el despilfarro”, mientras es recibido como una estrella de rock en el Despacho Oval con su hijo en brazos.

Pero esa imagen de eficiencia tecnocrática está comenzando a hacer agua. El DOGE no ha cumplido su meta de reducir el gasto en 2 billones de dólares. La cifra se rebajó primero a 1 billón y en abril a apenas 150.000 millones, en medio de errores sistemáticos en el portal web de la entidad.

Mientras tanto, Tesla paga los platos rotos. El director financiero de la empresa, Vaibhav Taneja, dijo a AFP que “el impacto del vandalismo y la hostilidad injustificada hacia nuestra marca y nuestros empleados ha tenido repercusiones en algunos mercados”. Y aunque lograron vender todo el stock antiguo, la empresa ya recortó sus previsiones de ingresos para 2025.

Cuando el símbolo se vuelve lastre

Tesla ha sido durante años símbolo de innovación, tecnología limpia y progreso. Hoy, se asocia con una figura que muchos ven como autoritaria, polarizante y peligrosa. Elon Musk, antes ícono del emprendedurismo, se ha transformado en el rostro empresarial del trumpismo 2.0. Y el mercado —ese juez implacable— no parece dispuesto a premiarlo por ello.

El mensaje es claro: puedes tener la mejor tecnología del mundo, pero si pierdes la confianza pública, el valor se evapora.

En el juego de poder entre Donald Trump y Elon Musk, Tesla ha pasado de ser el trofeo a convertirse en el flanco débil. La caída en las utilidades no solo refleja problemas económicos: es un reflejo de que el capital político también se desgasta. Los consumidores y los mercados están dejando claro que hay líneas que ni siquiera las grandes marcas pueden cruzar impunemente.

Con información de AFP