Universidad conecta la mente con el corazón
El presidente de la Universidad del Sagrado Corazón en Puerto Rico, José Jaime Rivera, visitó Filadelfia para establecer relaciones en ‘high schools’ de la ciudad del amor fraternal y reclutar a graduados para que continúen sus estudios en la isla del encanto, en esta institución que pretende cultivar líderes pero sobretodo agentes de cambio.
Fundada en 1880, la universidad es una de las más antiguas en la isla, y está localizada en el área metropolitana de Santurce en San Juan.
Originalmente concebida como una selectiva escuela para mujeres, evolucionó a trav
El presidente de la Universidad del Sagrado Corazón en Puerto Rico, José Jaime Rivera, visitó Filadelfia para establecer relaciones en ‘high schools’ de la ciudad del amor fraternal y reclutar a graduados para que continúen sus estudios en la isla del encanto, en esta institución que pretende cultivar líderes pero sobretodo agentes de cambio.
Fundada en 1880, la universidad es una de las más antiguas en la isla, y está localizada en el área metropolitana de Santurce en San Juan.
Originalmente concebida como una selectiva escuela para mujeres, evolucionó a través de la historia para servir a una amplía gama de comunidades, lo que llevó a un crecimiento dramático hasta llegar a contar con más de 20.000 estudiantes.
Sin embargo, a finales de los ochenta volvió a sus raíces selectivas y minimizó su cuerpo estudiantil, con lo que pasó de admitir más de 2.000 estudiantes cada año a tan solo unos 700, como lo hace actualmente.
“Las últimas transformaciones han sido sobre cómo crear una experiencia diferente enfocada en los estudiantes y orientada en la comunidad”, dijo Rivera.
Según él, la misión de esta institución religiosa no es educar a profesionales, sino a “líderes que transformen nuestra sociedad”.
“Como una institución queremos ser un agente de cambio y crear lazos a nivel local e internacional, y por eso estamos aquí”, dijo Rivera en entrevista con AL DÍA News en Filadelfia.
Con un currículo que incluye teoría y práctica, tecnología, educación bilingüe y multicultural, buscan hacer frente no solo a las necesidades actuales de la sociedad en que vivimos, sino a las del futuro.
“En seis o siete años quién sabe qué va a estar pasando en cada una de las ramas en las que trabajamos ahora”, dijo Rivera. “Nuestros estudiantes van a trabajar en múltiples carreras, países, y en ocasiones ser sus propios jefes”.
Por otra parte, agregó que esta institución busca preparar a los estudiantes para continuar su educación más allá de un título universitario.
“Si traemos a estudiantes competitivos no queremos que solo obtengan la licenciatura, sino que su mente esté centrada en una maestría”, dijo.
Es por eso que cada carrera incluye una diversidad de requisitos pensados en dicho propósito, desde la investigación hasta la estadística.
Hace dos años la universidad inició un programa de participación ciudadana, a través de la cual facilita entrenamiento sobre diálogo, mediación y resolución de conflicto, como parte del currículo.
“Si buscamos agentes de cambio, ellos necesitan ser mediadores, dirigir un diálogo entre grupos opuestos de una manera socialmente aceptable que respeta la diversidad y diferentes ideologías”, dijo.
Esta visión le valió a la universidad el único reconocimiento en la isla a una institución educativa por parte del Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching (CFAT), entre las cuales destaca su enfoque en la sociedad, alcance comunitario y asociaciones de la institución.
Su modelo de aprendizaje requiere a los estudiantes participar en un proyecto al servicio de la comunidad para graduarse.
Para dicho propósito, la institución creó un centro a través del cual ellos aprenden mientras ayudan a organizaciones comunitarias con problemas que ponen en riesgo su sostenibilidad.
Luego de que el personal de este centro analiza los problemas de cada organización, e identifica qué disciplinas pueden ayudar a resolverlos, son asignadas juntos con otras similares a una clase.
“Los estudiantes pasan ese semestre trabajando con las organizaciones para desarrollar una solución a sus problemas y deben poder ser implementadas al terminar”, dijo Rivera. “Es un modelo que permite a los estudiantes reconocer los problemas de la sociedad y participar en una solución a esos problemas”.
Rivera dijo que este es solo un ejemplo en el que la institución “conecta la mente con el corazón, y muestra que esa frase que dice que el conocimiento es poder, es real”.
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