¿Es intencionada la crisis de la deuda estudiantil?
La profesora, socióloga y escritora estadounidense Sara Goldrick-Rab explica la historia de la deuda estudiantil y lo que cabe esperar para el futuro.
En 2016, la revista POLITICO nombró a Sara Goldrick-Rab una de las 50 personas que más han influido en la política estadounidense. Profesora durante la mayor parte de su vida profesional, también es autora de Paying the Price: College Costs, Financial Aid, and the Betrayal of the American Dream. Experta en la materia, documenta los fracasos de los responsables políticos y las instituciones de enseñanza superior a la hora de hacer asequible la universidad.
Firme convencida de que la crisis de la deuda estudiantil es intencionada, ya que se percibe como un bien privado, la investigación de Goldrick-Rab estudia formas de abordar este problema además de iniciativas como el plan de condonación de préstamos de la Administración Biden.
Ella atribuye esta crisis a las decisiones que se tomaron en su origen, cuando a mediados del siglo XX, personas de todos los orígenes pedían ir a la universidad, pero tenían problemas para permitírselo. El gobierno federal tuvo que elegir si el coste de la enseñanza superior correría a cargo del público o del particular.
Se tomó la decisión de que la carga recayera principalmente en los estudiantes. Se pensó que la principal razón para obtener un título universitario era ayudarse a sí mismo; así que los estudiantes, y quizá sus familias, deberían pagar la mayor parte. Sólo un pequeño número de personas, de las rentas más bajas, deberían tener derecho a obtener becas de ayuda.
Esa decisión desembocó en un sistema en el que si alguien tiene problemas para pagar la universidad, se le ofrecen préstamos, no becas, una práctica que las horas extraordinarias acaban de incrementar. Goldrick-Rab explica que, cuando dice que había intención de hacerlo, se refiere a que los responsables de la toma de decisiones comprendían qué parte de la población se vería afectada.
"No creo que estas personas tan intelectuales no comprendieran que esto afectaría de forma desproporcionada a la gente de color y a las personas con bajos ingresos".
Aunque la deuda estudiantil crecía en los años 80 y 90, las conversaciones sobre el tema no estallaron hasta hace poco. Goldrick-Rab atribuye al crecimiento de la población estudiantil universitaria en el siglo XXI, en correlación con el aumento de la desigualdad de ingresos, la creación de una masa crítica movilizada, muy frustrada por su deuda.
"La crisis de la deuda estudiantil no se ha producido porque haya aumentado el número de universitarios", afirma. "Ocurrió porque la gente ha pedido préstamos pero no puede pagarlos".
Al hablar de abordar el coste de la matrícula, Goldrick-Rab subraya que la deuda no sólo está causada por ella. El alquiler, la comida, la sanidad y otros gastos se suman a la deuda, haciendo que la mayoría de los estudiantes trabajen para cubrirla -y en muchos casos, el trabajo no la paga-.
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Para resolver el problema, lo principal que hay que hacer es que la matrícula sea gratuita en el sector público, sostiene Goldrick-Rab. La idea es reducir todo aquello en lo que los estudiantes tengan que gastar dinero. Eliminar el coste de los libros, aumentar los programas para hacer frente a la inseguridad de la vivienda y otras medidas pueden ayudar a reducir la carga que soportan los estudiantes.
En cuanto al futuro del plan de condonación de préstamos del Presidente Biden, se muestra optimista. Sin embargo, Goldrick-Rab aconseja a las personas que están planificando sus cuentas que pretendan que van a seguir teniendo que pagar su deuda, ya que se trata de una gran decisión financiera. Dice que ya espera algunas barreras legales al respecto, sobre todo teniendo en cuenta la polarización política del país en estos momentos.
Lo que frustra a Goldrick-Rab es el hecho de que la conversación sobre la deuda estudiantil se haya separado de la conversación sobre la universidad gratuita y ambas tengan que ir juntas.
"No podemos limitarnos a eliminar esta deuda, volverá a estar ahí en cinco minutos si no hacemos algo", añadió. "Hay que abordar el coste de la universidad y la administración lo sabe perfectamente".
Teniendo en cuenta que la primera vez que un presidente hizo una propuesta para que la universidad fuera gratuita fue el presidente Obama, en 2015; Goldrick-Rab cree que estamos en el camino correcto. No hace mucho, la gente en Washington D.C. solía pensar que la educación superior pública gratuita era una quimera que no merecía la pena perseguir, pero eso ya no es cierto.
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