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Foto: Dhayana Alejandrina.

Soñar con Lo Agrio y Dulce

Conozca cómo la escritora dominicana Dhayana Alejandría se interesó por la literatura y cómo nació su interés por la educación superior.

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La autora de origen dominicano, Dhayana Alejandrina, está rompiendo barreras a través de su escritura, promoviendo conversaciones activas sobre la salud mental, el amor propio y la apertura para compartir sin reparos las propias emociones. 

Dhayana creció en el barrio Simón Bolívar, un pequeño vecindario de Santo Domingo, República Dominicana. Concretamente en una calle diminuta llamada "20 30" en la que sólo cabía un coche a la vez, lo que hacía imposible aparcar. Los típicos cortes de electricidad que son habituales en los países en desarrollo, y a los que Dhayana creció acostumbrada, no le impidieron tener una infancia alegre rodeada de amigos y familiares. 

Siendo la única chica de tres hermanos, y la más joven, está agradecida por el trato que recibió al crecer. Empezó a jugar al voleibol a los cinco años; recuerdos que suelen ir acompañados de grandes momentos que compartió con su padre, su mayor apoyo, aparte de su madre, por supuesto. 

"Mi infancia fue alegre [y] memorable porque pasé mucho tiempo con la familia y los amigos", señala Dhayana, para quien dejar la República Dominicana fue todo un reto. "Desarrollé una amistad muy fuerte con mi padre, después de que mi madre se mudara antes a Estados Unidos". 

El vínculo que comparte con su padre no tiene parangón, a menudo "hablaba con él sobre los chicos y me enseñaba sobre la vida", subraya Dhayana. "Era realmente alguien con quien podía ser yo misma y no sentirme intimidada porque siempre fui la niña, pero aun así me hacía sentir cómoda, lo mismo que con mi madre". 

La pasión de Dhayana por la escritura no sorprende a sus padres, que comparten el amor por la escritura, especialmente su padre, que escribía poemas para su cumpleaños. "Me escribió un libro lleno de poemas, prosa que él escribía, y mi madre me enseñaba algunos de sus escritos", afirma Dhayana. 

Antes de mudarse a los Estados Unidos en 2009, a la edad de trece años, Dhayana jugaba al voleibol en el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte y estaba siendo explorada para ser miembro oficial del equipo de voleibol de la República Dominicana, la selección, como libero; especialista defensivo de interiores. 

Asimilación

Una de las cosas más difíciles para Dhayana fue llegar a Estados Unidos y descubrir que no había equipo de voleibol en su nueva escuela, el Susquehanna High School de Harrisburg PA. "Sentí que si podía tener una cosa, era jugar al voleibol", confesó Dhayana. 

"Al ser arrancada de mi cultura, mis amigos, mi idioma, necesito el deporte", enunció Dhayana. 

Como muchos inmigrantes que no hablan el idioma, Dhayana se sentaba siempre en la parte delantera del autobús y colocaba su mochila en el asiento de al lado, "tenía miedo de que la gente me hablara. No sabía qué iba a decir", explica. 

No fue hasta que su profesor de inglés como segunda lengua (ESL) le presentó a Angélica Otero, una compañera de estudios que se encargó de ser su traductora en todas las clases, y que resultó ser su mejor amiga de toda la vida. 

Aunque se enfrentó a muchas dificultades, fue capaz de aprender el idioma en un año y medio, algo que atribuye a haber escuchado música en inglés durante su estancia en la República Dominicana. 

Su viaje para aprender el idioma tuvo un coste típico con el que los inmigrantes están demasiado familiarizados: el acoso. Dhayana sufrió acoso en la escuela, especialmente cuando leía en voz alta o hacía presentaciones en clase debido a su acento. "Mi confianza estaba por los suelos", se lamenta. "Tenía que cargar con la tristeza de mi madre, la sensación de no saber qué hacer, o de querer ayudar y no saber cómo".

Zoila, la madre de Dhayana, nunca aprendió inglés. "Como niña inmigrante, eres la que hace el papeleo. Eres el que traduce. Eres la que hace las llamadas", reitera. "Te obligan a crecer sin ni siquiera saber que estás creciendo".

Dhayana cargó con gran parte de la tristeza emocional de su madre como si fuera suya. "Ella lloraba y yo la sostenía o la abrazaba", explica Dhayana. Esto le impedía expresarse, encontrando además un refugio en la escritura. 

"Me aguantaba las lágrimas y retenía mis necesidades porque necesitaba estar ahí para ella", revela Dhayana. 

Tristemente, esta es la realidad de muchos niños inmigrantes, que no se dan cuenta hasta que son mayores de que han tenido que crecer demasiado pronto. 

La autora de Agridulce explica que "los niños inmigrantes vienen con un enfoque. Puede que nuestros padres no nos lo digan, pero yo sentía que tenía la responsabilidad de sacar sobresalientes y no suspender nunca una clase". Esta es la realidad de los inmigrantes que buscan mejorar sus circunstancias desde su nación natal. 

Dhayana siguió perseverando y asistió a la universidad durante dos años y medio, con becas en el ámbito académico y una en el de atletismo. Pronto encontró una nueva pasión, el lanzamiento de jabalina: "Me fue muy bien en la universidad", afirma Dhayana. 

Actualmente, es licenciada en Administración de Empresas con especialización en español por la Universidad de Maryland, y pronto obtendrá un máster en Gestión de Recursos Humanos.

Photo by Dhayana Alejandrina

Aspiraciones

Su sueño de convertirse en autora se intensificó cuando se trasladó a Estados Unidos. Recuerda que tenía fotos de su habitación en la República Dominicana: "Escribía en las paredes. Escribía mucho, ya fueran mis emociones hacia alguien o lo que sentía en ese momento", recuerda Dhayana. "Tuve una influencia indirecta de mis padres, a los que les encantaba escribir, [y] yo soy una persona demasiado emocional y apasionada, que [escribe] cartas de amor a otras personas. Siempre me he encontrado haciendo eso, expresar mis sentimientos en papel se sentía como yo, más que expresarlos [en voz alta]". 

Tener la capacidad de escribir en papel hace que las cosas sean reales para Dhayana; una relación sagrada que puede explorar en su escritura. 

Cuando se trasladó a Estados Unidos, su escritura cambió mucho. "En mi escritura se puede ver una transición de escribir mucho en español a escribir en inglés", explica Dhayana. "Los poemas [no estaban bien construidos] pero era honesto, y mostraba que estaba aprendiendo y tratando de adaptarme".

Cuando se mudó a Japón en 2015, empezó a escribir sus poemas en un documento y todo lo sentía como una historia. "Desde que mi padre, mi madre escribieron y yo me mudé, siempre tuve ese sueño de que voy a tener un libro. No sé cuándo, no sé cómo, ni cuánto tiempo me va a llevar, pero va a suceder", subraya Dhayana. "Siento que todos llevamos un poco de arte dentro". 

Confíe en el proceso

La motivación significa cosas diferentes para cada persona. Sin embargo, Dhayana considera que la motivación es la relación con uno mismo y la capacidad de permitirse cometer errores y tener gracia en el camino. 

Hubo innumerables momentos en los que no se sintió apoyada o motivada. "Todos tenemos la responsabilidad de conocernos mejor a nosotros mismos, para saber qué es lo que nos hace seguir adelante, y recordarnos que somos humanos", explica Dhayana. "Vamos a cometer errores". 

Cree que "el rechazo es una redirección" y confía en que el proceso acabará mostrando un resultado favorable, y en el proceso experimenta lo que es el éxito: "El éxito se parece a permitirme cometer errores y seguir aprendiendo más y transmitirlo", explica Dhayana. "Cuando estás dispuesto a recibir consejos, pero también a darlos, también creo que eso es el éxito". 

Uno de sus mayores logros es autopublicar su libro Agridulce y perseguir su sueño de ser autora. 

Entiende lo importante que es representar a su familia, a su comunidad y allanar el camino a las futuras generaciones. "Eres una representación de tu familia en todos los lugares a los que vas y en la forma en que te comportas", afirma. "La forma en que hablas con la gente y lo que haces en la vida, eso se intensifica cuando tienes en cuenta a tu comunidad y lo que estás haciendo". 

Por eso, para ella es importante seguir siendo ella misma y continuar fomentando una comunidad de apoyo dentro de su página de Instagram

Sabe demasiado bien lo que significa ser una autora autopublicada como hija de inmigrantes. "Tenemos el amor de nuestros padres, los vemos luchar, de una manera que es triste pero nos motiva. Pero queremos hacerlo mejor por ellos", asegura Dhayana. "Queremos mostrarles y darles todo lo que no tuvieron". 

La joven, que creció en un barrio y aspira a ser autora, sigue siendo una voz sonora de la importancia de la representación, y de tener "más gente de nuestro origen ahí fuera, para sentirnos más vistos".

Palabras de sabiduría

Dhayana tiene dos sencillos lemas en la vida: "lo lento y constante gana el aumento" y "el rechazo es la redirección". Quiere que los demás no tengan miedo de experimentar rechazos porque "el rechazo puede enseñarte algo que no sabes", asegura Dhayana.

Su consejo para los estudiantes universitarios es que se centren en la gestión del tiempo. Ella trabajó a tiempo completo durante toda su licenciatura y su máster, y siguió asumiendo responsabilidades adicionales que no hicieron más que acentuar la importancia de la gestión del tiempo. 

Los aspirantes a autores deben "ser fieles a su corazón y a lo que está en consonancia con su propósito", explica. "Manténganse fieles a su voz y a su autenticidad sin tener que complacer a todos los demás", algo que ella misma hizo y pudo explorar en su libro Agridulce. 

Para saber más sobre Dhayana, haga clic aquí

Esté atento a la reseña del libro Agridulce de AL DÍA.