Innumerable: Educación matemática en los Estados Unidos
Políticos y educadores por igual coinciden en que las matemáticas impulsarán el futuro de Estados Unidos, pero pocos se han unido para abordar las…
Todo comenzó en 1450.
Cuando se inventó la imprenta, ocho de cada diez adultos en Inglaterra no podía escribir su propio nombre. La producción en masa de libros hizo a la lectura más accesible y las tasas de alfabetismo aumentaron de manera constante. Pero las tasas realmente no comenzaron a crecer hasta que la escuela se convirtió en algo común en el siglo XVII. Dos siglos, tras la invención de Gutenberg, casi siete de cada diez adultos en Inglaterra eran analfabetos. Gracias a la educación, sólo tomó otros 50 años para que la mitad de la población aprendiera a leer y escribir.
Al igual que la imprenta, un mayor acceso a las computadoras ha aumentado el número de personas interesadas en aprender sobre el pensamiento algorítmico, la codificación, el lenguaje de los números y el razonamiento tan específico en la informática. Pero aún así, el estadounidense promedio aun se encuentra en la oscuridad en relación al mundo detrás de las pantallas.
En cuestión de décadas las computadoras, ya sea en nuestros escritorios o en nuestras manos, han crecido hasta formar parte de nuestra vida diaria. Todo lo que hacemos —desde la información que encontramos en el Internet a cómo compartimos esa información y quién la ve— contiene un código, un algoritmo, y a alguien que comprende al mundo detrás de él, idioma que la mayoría de los estadounidenses no puede leer. A pesar de lo importante que es para el futuro, ese pensamiento y lenguaje aún no se han incorporado a los planes de estudio.
Hace cinco años ocho de los diez empleados más buscados eran para cubrir puestos en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Estas ocupaciones están creciendo a una tasa del 17 por ciento, según el Departamento de Comercio de Estados Unidos, mientras que otros están creciendo a la mitad de esa cifra, especialmente puestos que requieren conocimientos de programación.
Pero no a muchos se les insta a incursionar en carreras STEM, y a los que sí se anima desproporcionadamente son a hombres blancos.
En 2011, tres de cada cuatro trabajadores STEM eran hombres. Ese mismo año, menos del 13 por ciento del total de trabajadores STEM fueron identificados como latinos o afroamericanos (cada uno 6,5 por ciento), 70 por ciento se identificó como blanco y 14 por ciento como asiáticos. En ese entonces los datos demográficos de adultos en la fuerza laboral evidenciaron que el 25 por ciento era latino o afroamericano (15 y 10 por ciento, respectivamente), el 66 por ciento era blancos y un 6 por ciento asiáticos. Casi la mitad del total de la fuerza laboral se identificó como mujeres.
Con la demografía del país en plena transición, las aulas de clases son cada vez más diversa. La mayoría de niños en edad escolar en el país ya no es de color blanco. Y sin embargo, el sistema educativo del país sigue dividido. Aquellos niños sentados en aulas divididas, en distritos escolares divididos en estados divididos, esos niños que acaban de comenzar un nuevo año escolar serán los líderes del mañana. Por ello activistas que apoyan la inversión en educación STEM temen que si estas brechas no comienzan a disminuir, los líderes del mañana se parecerán mucho a los líderes de hoy y de ayer.
“Simplemente no soy una persona de matemáticas”
Para Brad Latimer, quien enseña matemáticas en Philadelphia’s Science Leadership Academy (SLA), esta es la noción más frustrante que los estudiantes exponen en el salón de clases. SLA, una escuela secundaria pública que colabora con Franklin Institute, se enfoca en un aprendizaje basado en proyectos y en el aprendizaje inquisitivo. También en preparar a los estudiantes, no sólo para la universidad, sino para ser los próximos líderes en sus campos.
Pero para muchos estudiantes, las matemáticas son una barrera para ese futuro. Uno que se construye mucho antes de la escuela secundaria.
Algunos padres incluso excusan el rendimiento de matemáticas de su hijo basándose en su propia experiencia con la materia - como si la capacidad sea de origen genético.
‘Éste comienza en la escuela primaria”, dijo Latimer. “Sobre todo con un concepto como las fracciones”.
“Es como un muro con el que se topan”, dijo Latimer. “He oído a varios estudiantes hablar sobre su experiencia en la escuela primaria —segundo, tercer, cuarto grado— cuando se enfrentan a las fracciones, decimales, multiplicaciones. Cuando se encuentran con algo que no comprenden o con lo que batallan, se cierran por completo al tema”.
“Toneladas de álgebra, geometría, álgebra II - cada curso posterior implica fracciones”, dijo Latimer. “Pero evadir el aprendizaje de estos temas, realmente atrasa a los estudiantes”.
Para Latimer, el reto no es llenar los vacíos de aprendizaje, sino superar la falta de confianza que los estudiantes desarrollan en la escuela primaria. Él y otros profesores abordan esta problemática durante la primera semana del año escolar -no enfocados en matemáticas-, sino en un cambio de mentalidad.
Según una investigación de Carol Dweck, de la Universidad de Stanford, quien escribió el libro “Mindset”, el cerebro realmente forma nuevas conexiones cuando se esfuerza por aprender de sus errores.
La idea se desarrolló de un estudio del 2007 en el que Dweck examinó el crecimiento de estudiantes de séptimo grado, provenientes de entornos económicamente desfavorecidos, durante el transcurso de dos años. Aquellos estudiantes a los que se les enseñó sobre neuroplasticidad - que la inteligencia, igual que los músculos, no son intrínsecamente fijos sino que crecen con el ejercicio (o aprendizaje) - tuvieron un mejor desempeño que sus homólogos en el grupo.
Latimer ha tomado una página del libro de Dweck, por así decirlo - sus estudiantes toman “exámenes de mentalidad”, y la clase discute e identifica mentalidad fija versus mentalidad de crecimiento, lo que refleja sus experiencias pasadas con las matemáticas.
“Al enfrentar esto a principios del año, se establece un nuevo lenguaje, como cuando los niños se sienten frustrados y dicen, ‘oh, soy pesimo para las matemáticas” y lanzan el lápiz al suelo, mientras que otro niño se da cuenta ‘oh, esa es mentalidad fija’”, dijo Latimer. “Lo reconocen de inmediato. Mediante el uso de esta nueva lenguaje una y otra vez, los estudiantes están empezando a interiorizarlo”.
Latimer también destacó la importancia de cometer errores, sobre todo cuando se trata de aprender matemáticas, asegurando a los estudiantes que, “si siempre se obtiene todo bien, no están aprendiendo nada”. Agregó que el modelo de aprendizaje basado en proyectos ayuda también cuando se trata de involucrar a los estudiantes y evaluar más profundamente el aprendizaje.
Pero para las escuelas y profesores que deben enseñar de acuerdo a pruebas estandarizadas, el aprendizaje basado en proyectos no siempre es una opción. Hemant Mehta, educador y activista, dijo que el alcance hacia los estudiantes puede comenzar con el desarrollo de problemas relevantes que ellos puedan resolver.
“Una gran cantidad de clases de matemáticas giran en torno a pruebas estandarizadas, en las que enseñamos a los estudiantes lo que necesitan saber para obtener buenas calificaciones de ACT / SAT, pero que en realidad no les ayudará a largo plazo”, dijo Mehta. “Muchas de esas habilidades son útiles, sin duda, pero a menos que ya estén interesados en el tema, las preguntas tienden a ser aburridas. Estas no inspiran a nadie. No dan paso a la exploración y a la experimentación. No permiten estimaciones de composición abierta. No es de extrañar que muchos estudiantes dicen que odian esta materia”.
“La mayoría de los planes de estudio no permiten esto porque deben contar con exámenes y libros de texto específicos, y todos los maestros tienen que estar en la misma sintonía”, dijo Mehta.
Un nuevo plan de estudios conocido como Common Core, que hasta ahora ha sido adoptado en 43 estados, incluyendo Pensilvania, busca enseñar matemáticas a través de pensamiento crítico y discusión en clase - pero no todo el mundo está en sintonía con esta estrategia.
“En teoría, los estándares realmente llegan al fondo de lo que los estudiantes de matemáticas necesitan saber antes de graduarse”, dijo Mehta. “Gran parte de la crítica se dirige al malentendido de lo que es y cómo funciona”.
El problema con el programa Common Core, no necesariamente es el plan de estudios, sino la falta de apoyo en su implementación”, dijo Mehta. Agregó que los maestros que han estado enseñando matemáticas de una sola orma durante años, ahora deben abordar el tema de una manera completamente diferente. Los padres de familia que han aprendido matemáticas de una manera específica ahora deben luchar por comprender el nuevo aprendizaje de sus hijos. El comediante Louis C. K. popularmente explicó en The Late Show with David Letterman cómo era la tarea Common Core de su hija - “Le digo ‘vamos a mirar el problema’. Y entonces miro el problema y es algo así como: ‘Bill tiene tres peces de colores. Él compra dos más. ¿Cuántos perros viven en Londres? “.
Una encuesta del Pew de principios del verano encontró que los adultos estadounidenses cuentan con opiniones divididas sobre el programa Common Core - casi el 40 por ciento se opone a las normas, mientras que el 45 por ciento a favor. El resto simplemente no saben lo que es.
“Los maestros en todos lados están tratando a ciegas de hacer lo que creen que es lo mejor, muchos de ellos sin una plantilla”, dijo Mehta. “Realmente creo que los profesores podrían implementar esto, pero necesitan el apoyo de los padres y de los políticos - y los están perdiendo rápidamente por falta de responsabilidad”.
Pero no sólo los conceptos o la falta de confianza ha atrasado a los estudiantes. Cuando se trata de matemáticas, las escuelas habitualmente categorizan a los estudiantes, y aquellos en las clases con mejores calificaciones son desproporcionadamente estudiantes blancos y asiáticos.
Según el Centro Nacional para Estadísticas de la Educación, el 88 por ciento de los estudiantes afroamericanos y 83 por ciento de los estudiantes latinos están fuera de la carrera en matemáticas cuando comienzan la escuela secundaria, lo que es igual a menos probabilidades de un buen desempeño en el SAT o tener la oportunidad de tomar cursos de nivel avanzado en áreas como cálculo. En 2009, sólo el 12 por ciento de los estudiantes afroamericanos y 17 por ciento de los estudiantes latinos tomaron álgebra I antes de comenzar la escuela secundaria, en comparación con casi un tercio de estudiantes blancos y casi la mitad de los estudiantes asiáticos.
En Filadelfia, las estadísticas muestran más disparidades. De acuerdo con la recopilación de datos de Derechos Civiles, los estudiantes blancos constituyen sólo el 14 por ciento de la matrícula total, pero más de la mitad de la inscripción en álgebra I de séptimo u octavo grado.
Tomando en cuenta veinte estudiantes, lo que equivale un salón pequeño de clases. En un salón de clases que refleja la matrícula del distrito, 11 estudiantes son afroamericanos, cuatro estudiantes son latinos, tres estudiantes son blancos y dos estudiantes son asiáticos. En una clase de álgebra de la escuela secundaria, 11 de los estudiantes son blancos, cuatro son asiáticos, cuatro son Negro y sólo uno es latino. Sólo aquellos estudiantes inscritos en álgebra I antes de la escuela secundaria podrán cursar la clase de cálculo en a escuela secundaria, ya que las escuelas requieren que los estudiantes tomen primero las clases de geometría, álgebra II y cursos de pre-cálculo. Como resultado en Filadelfia, más de la mitad de los alumnos matriculados en cálculo son blancos o asiáticos. Sólo 1 de cada 20 es latino.
Parte del problema es la idea del aprendizaje fijo que Latimer intenta abordar en su propio salón de clases. Pero una vez superada esa barrera, la trayectoria académica se puede corregir, dijo Latimer. SLA ofreció cursos de verano para que los estudiantes retrasados en matemáticas puedan tener la opción de tomar clases avanzadas de cálculo o estadística - cursos para los que su rendimiento de 7 º grado puede determinar inelegibles para la mayoría de las escuelas.
Incluso los estudiantes de color que toman álgebra en la escuela secundaria no están garantizados para entrar en la carrera. Un informe del Comité de Abogados para los Derechos Civiles encontró que los estudiantes afroamericanos, latinos y de las islas del Pacífico fueron desproporcionadamente forzados a volver a tomar álgebra I en la escuela secundaria, a pesar de haber aprobado con soltura la clase. Según el informe, la mitad de todos los estudiantes afroamericanos y latinos tomó álgebra I en noveno grado, pero sólo el 16 por ciento se inscribió en geometría en noveno grado. El informe incluso argumentó que el seguimiento de matemáticas no cumplió con las leyes federales y estatales contra la discriminación a causa por su impacto en los estudiantes de color.
Para Erin McNamara Horvat - madre de familia, profesora asociada de educación urbana de la Universidad de Temple y presidenta de la comisión de gobierno de YouthBuild Charter School de Filadelfia - las expectativas representan un todo, y también los padres de familia.
McNamara Horvat dijo que el sistema educativo no está preparado para proporcionar a los estudiantes el apoyo necesario, por lo que los padres son fundamentales. “Cuando los padres no esperan que a su hijo le vaya bien en matemáticas y no abogan porque su hijo sea colocado en cursos más avanzados, el estudiante tiene menos probabilidades de tener éxito”.
Algunos padres incluso excusan el rendimiento de matemáticas de su hijo basándose en su propia experiencia con la materia - como si la capacidad sea de origen genético.
“Si los padres piensan que las capacidades de su niño son fijas, esto establece las expectativas. A los adultos se nos ha enseñado matemáticas tan mal- que es realmente difícil que los padres tengan expectativas razonables de sus hijos”, dijo McNamara Horvat. “Creo que realmente cualquier padre con las herramientas correctas puede decir: ‘Yo espero más de ti’”.
Las expectativas no solo se tratan de los logros en el grado, sino también a qué escuela acude el estudiante y en qué clases están matriculados.
“Padres de familia de clase trabajadora están mucho más dispuestos a aceptar que las escuela cuentan con un conocimiento legítimo. Si la escuela le asegura, ‘usted sabe que su niño realmente debe estar en lectura correctiva’, ellos piensan que la escuela sabe mejor. Podrían decirse a si mismos ¿Quién soy yo? No terminé la escuela secundaria, no fui a la universidad’”, dijo McNamara Horvat. “Si alguien me dice eso a mí... olvídalo. Voy y busco una prueba de lectura privada para mi hijo”.
La selección para álgebra I, en particular, depende de un solo examen o evaluación del maestro. Y muchas veces las escuelas no ofrecen suficientes cursos de álgebra I para estudiantes de secundaria.
“A menos que estemos dispuestos a hablar sobre financiación de las escuelas, solo estamos reorganizando las cubiertas del Titanic” — Erin McNamara Horvat
“Los padres no tienen los recursos, conocimientos, habilidades y, sobre todo, la eficacia de creer en sí mismos para ser capaces de evaluar lo que es una buena escuela en contraposición de una mala”, dijo McNamara Horvat. “Especialmente en los barrios donde han cerrado las escuelas del distrito y los padres deben elegir entre las escuelas charter”. En Filadelfia, casi una de cada tres escuelas son charter.
Carolyn Sattin-Bajaj de Seton Hall University, escribió en “Unaccompanied Minors: Immigrant Youth, School Choice, and the Pursuit of Equity”, que la idea de “la elección de escuela” tan popular entre políticos de hoy en día como una solución a la desigualdad, está arraigada en el esfuerzo de los padres por retirar a los estudiantes de las escuelas del distrito durante la lucha contra la segregación, y colocar a los estudiantes blancos en las escuelas alternativas públicas, conocidas como escuelas ‘magnet’.
Hoy en día, la elección de escuela se centra en la expansión de las escuelas charter, una retórica basada en el cierre de “malas escuelas” y la apertura de “escuelas mejores y más eficientes”. Sattin-Bajaj argumentó en su libro que los datos no muestra si las escuelas charter están superando a las escuelas públicas del distrito. También que la elección de escuela podría estár exacerbando el problema de la inequidad.
“Si nos fijamos en quién está en Masterman o Central, fíjate en su estatus social”, dijo McNamara Horvat, señalando que el 41 por ciento de los estudiantes de Masterman - una de las mejores escuelas del estado - son blancos, mientras que el 46 por ciento están en desventaja económica. El total del distrito escolar es representado por 14 por ciento de estudiantes blancos y un 87 por ciento por estudiantes en desventaja económica. “Pero cuando se trata de motivar a los padres y mejorar la educación de los estudiantes, mejorar la financiación de la escuela es el primer paso en la conversación”, dijo McNamara Horvat.
“A menos que estemos dispuestos a hablar sobre financiación de las escuelas, solo estamos reorganizando las cubiertas del Titanic”, dijo McNamara Horvat. “Eso no quiere decir que el dinero es lo único que importa, pero definitivamente importa”.
Cuando se trata de invertir en la educación de matemáticas, el dinero importa al inicio en la trayectoria de un estudiante según explicó McNamara Horvat. “Pero las generaciones que no han sido educadas en todo su potencial también importan”.
“Usted tiene estas cohortes de niños en movimiento a través del sistema, y sólo porque es un mejor uso del dinero invertir en los niños en kinder, eso no quiere decir que se va a cancelar toda una generación de niños”, dijo McNamara Horvat.
Las escuelas abrirán esta semana a lo largo de Filadelfia a pesar de haber sufrido años de recortes presupuestarios. El personal se ha reducido en un 15 por ciento en sólo dos años y muchas escuelas han sido despojadas de sus enfermeras de tiempo completo, consejeros y bibliotecarios, entre otros de personal de apoyo, mientras se espera que los profesores impartiran clases a más estudiantes con menos recursos. Los cambios afectan a generaciones enteras que, en estos momentos, están aprendiendo una lección que impactará sus vidas enteras.
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