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La autora cubana Gabriela Guerra Rey durante la presentación de la novela “Bahía de Sal”, ganadora del Premio Juan Rulfo a la primera novela, en Barcelona. Foto: Andrea Rodés
La autora cubana Gabriela Guerra Rey durante la presentación de la novela “Bahía de Sal”, ganadora del Premio Juan Rulfo a la primera novela, en Barcelona. Foto: Andrea Rodés

Gabriela Guerra Rey: “Cuando te vas, te quedas un poco como flotando”

La escritora cubana emigrada a México Gabriela Guerra Rey es autora de Bahía de Sal, una novela de ficción en la que describe los dramas vividos en un pueblo…

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Gabriela Guerra Rey todavía recuerda la tristeza que le producía tener que despedirse de todos sus amigos que decidían marcharse de Cuba en busca de una vida mejor fuera de la isla. “Los tiempos más duros de la isla me agarraron cuando era una adolescente. Y luego me tocó a mí”,  dice esta joven escritora cubana, ganadora del Premio Juan Rulfo a la primera novela, y actualmente residente en Ciudad de México.

Nacida en La Habana (15 de octubre de 1981), Gabriela Guerra Rey es una de las jóvenes promesas de la nueva literatura latinoamericana. De padre escritor y madre editora, estudió Economía en la Universidad de La Habana y periodismo en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí y la Universidad de La Habana. Sus primeros trabajos fueron de reportera, pero lo de escribir ya era algo que llevaba en la sangre, pues lo veía en su casa cada día.

Mis padres fueron mis primeros correctores, me devolvían los textos todos marcados en rojo”, recuerda Gabriela durante la presentación de su novela en Barcelona, a principios de junio. Publicada por la editorial Huso,“Bahía de Sal” fue ganadora del premio Bellas Artes Juan Rulfo para Primera Novela en 2016, un galardón que convoca la Secretaría de Cultura y Turismo de México a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, el Gobierno del Estado de Tlaxcala y el Gobierno del Estado de Puebla.

Quise trasladar a la protagonista de mi novela todas esas experiencias que viví de joven, la sensación de vivir el éxodo en círculos, ver a gente que llega y gente que se va”, explica Gabriela sobre la novela, que transcurre en pueblo imaginario inspirado en Regla, el municipio de las afueras de La Habana donde creció.

“Mis amigas de la escuela que han leído el libro se vieron enseguida retratadas, reconocieron nuestro pueblo, nuestras vivencias”, dice Guerra Rey, que ahora vive en Ciudad de México, donde trabaja de periodista y es cofundadora y directora de la agencia de comunicación Aquitania Storytelling.

Aunque el pueblo donde transcurre “Bahía de Sal” podría estar en cualquier lugar del Caribe, está acechado por una climatología extrema “y toda esa gente que quiere marcharse de ahí tiene que cruzar un mar infestado de tiburones, así que uno puede imaginarse que se trata de algún lugar de Cuba en la época que los cubanos querían subirse a una balsa en busca de una tierra prometida, o sin siquiera saber qué se encontrarían”, explica la autora.

Gabriela pasó los peores años de la Revolución, el llamado “periodo especial”, “en esa época que una pasa de ser niña a adolescente” y - a diferencia de muchas de sus amigas - ella no se marchó.  “La caída del socialismo la entendí cuando mi madre me reveló que quedaban cuatro latas de leche condensada y después no había más”, dijo la autora en una entrevista con Efe poco después de recibir el premio.

Nueva vida en México

No fue hasta el año 2010, después de haber terminado la carrera de periodismo y haber trabajado ya una temporada como corresponsal para un medio cubano en México, que decidió abandonar también ella la isla. En lugar de poner rumbo a Estados Unidos, como miles de cubanos, optó por mudarse a Ciudad de México y consolidar allí su carrera como periodista y escritora.

“La familia de mi madre está en Estados Unidos, podría haberme ido allí, pero no me gusta la forma de vida americana, al menos la del emigrante en Estados Unidos, que para sobrevivir ha de hacer lo que sea”,  confiesa Gabriela en la entrevista con AL DIA News en Barcelona.

En México, en cambio, “los cubanos estamos muy estimados en el sentido profesional. No hay cubano que no le haya ido bien allí, desde montar un restaurante a ser periodista o trabajar en la universidad”, comenta. México es también un buen lugar para ser periodista, “con muchas historias por contar”, aunque alguna vez reconoce que pasó miedo. “Cuando trabajaba para la prensa cubana, muy crítica con el gobierno mexicano, me llamaban mucho del gabinete para quejarse. Eran mis mejores lectores”, recuerda, entre risas.

Colaboradora en diversos medios mexicanos, además de dirigir su propia agencia de comunicación, Gabriela escribe también ensayo y poesía. Su primer libro, de hecho, “Nostalgias de La Habana”, es un libro testimonial, escrito en primera persona, “donde volqué toda mi nostalgia acumulada, era como un volcán que sentía dentro de mi”,dice. La editorial ha apostado por publicar  “Nostalgias de La Habana” a finales de este año, después del éxito de su primera novela. 

Todos los dramas humanos

Dividida en 42 capítulos, “Bahía de Sal”  concentra “todos los dramas que puede vivir el ser humano”, dice la autora, convencida de que cualquier lector del mundo, de México a Filadelfia, pasando por Barcelona, puede conectar con su historia. La novela aborda temas que afectan a mucha gente, como el drama del primer amor o tener que vivir en la pobreza o bajo la amenaza del clima extremo, y otros que ella vio en su propio municipio: la migración continuada a los Estados Unidos, la despoblación o la prostitución a la que se ven obligadas muchas mujeres en Cuba a causa del turismo sexual.

En México todavía existe el prejuicio de creer que las mujeres cubanas están siempre dispuestas [a tener sexo], es algo con lo que tengo que lidiar en mi día a día”, dice. Sin embargo, Gabriela admite que se siente a gusto en su condición de inmigrante en México, aunque a veces “implique eso de estar y no estar”. “Cuando te quieres ir de tu país, tienes muchas ganas, sabes que hay que romper con las ligaduras y salir de ahí; pero cuando te vas, te quedas un poco como flotando”, dice,tratando de explicar cómo se siente el emigrante allí donde vaya.

“Bahía de Sal” indaga en el fenómeno de la migración, pero también habla de los que deciden no irse, del arraigo de la gente a lugares a veces inhóspitos, toda esa gente que llega y no se va: “Viendo en el telenoticias lo de la explosion del volcán en Guatemala, hay gente que se pregunta ahora por qué habrá personas que quieren vivir bajo un volcán que puede explotar. Pero lo mismo pasa en mi pueblo, que cada año recibe el azote de los ciclones; o en el país donde vivo ahora, que está amenazado por los sismos”, dice.  “Y es que, cuando estás ligado a un pueblo, te quedas”, concluye.