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La obra formaba parte de la exposición "XicanX: New Visions", que reúne a 34 artistas en el Centro de Artes de San Antonio (Texas) para explorar la identidad Chicanx y Latinx hasta finales de junio. 
La obra formaba parte de la exposición "XicanX: New Visions", que reúne a 34 artistas en el Centro de Artes de San Antonio (Texas) para explorar la identidad Chicanx y Latinx hasta finales de junio. 

Arte y censura: El vídeo “demasiado picante” de una artista que ha censurado la ciudad de San Antonio

Artistas y curadores califican la decisión municipal de retirar el vídeo de Xandra Ibarra de “ataque a la Primera Enmienda”. ¿Qué resulta tan ofensivo?

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“Hay que vivir con y contra el pasado, estamos atascados en él lo mismo que en la modernidad”, nos dice Xandra Ibarra, también conocida como La Chica Boom, el disruptivo personaje que creó y que el gobierno de San Antonio, Texas, se ha apurado a amordazar en pleno siglo XXI. Sí, atascados. 

Su obra de videoarte “Spictacle II: La Tortillera” (2014) ha sido retirada de una exposición colectiva en el Centro de Artes de la ciudad por ser considerada “obscena”. Y de nada valió que los curadores de XicanX: New Visions -la exhibición en que se incluía la pieza de videoarte que explora la identidad Chicanx y Latinx- hubiesen aceptado proyectar el vídeo en un espacio acortinado y con un aviso, los funcionarios la censuraron igualmente. 

Tal vez porque, como insiste Ibarra, si bien el arte no está obligado a ser político o combativo, “la exhibición de contenido sexual sigue causando ansiedad”, y añade que el objetivo de censurar obras que abordan la sexualidad y el sexo racializado es la forma en que el sistema hacer cumplir “la normalidad sexual”.

Una normalidad, o heteronormalidad a la que la artista golpea como una piñata rellena de tópicos y convenciones. Por eso, porque no se casa con nadie, resulta tan molesta. Porque no hay forma de ubicarla; el suyo es el arte de la transgresión.

En el vídeo, La Chica Boom aparece convertida en una ama de casa mexicana masturbándose con un bote de picante y dos tacos. Eso le dirán a simple vista. 

Sin embargo, la explicación de la artista hace mayor justicia al sentido de la obra:

“Utilicé tropos sexualizados de la mexicanidad para crear un personaje paródico, llamado La Chica Boom. A través de este otro yo, exploré la encarnación de lo que llamo "spichood" o mi propia abyección racial y sexual, temas mayormente tabú en los círculos activistas y de organización comunitaria a los que pertenecía”, nos cuenta.

“La Tortillera” -apelativo para la mujer lesbiana, un insulto o no depende de en boca de quién esté- es una obra de largo recorrido. Ibarra había empezado a utilizar el ‘burlesque’ y el humor mexicano de “baja ceja” para concebir una serie de actuaciones a las que llamó ‘spictacles’ que se realizaban en bares y locales nocturnos y con las que buscaba reírse de las representaciones de la sexualidad y el género mexicano y chicano.

“En estas actuaciones, pervertí los símbolos iconográficos mexicanos (como cucarachas, vírgenes católicas, piñatas, luchadores mexicanos/Luchadores, salsa picante) combinándolos con actos sexuales como la masturbación en vivo, el fisting y el sexo. Mientras que el humor era una parte central de este trabajo, no tenía la intención de trabajar en la recuperación de estos actos sexuales racializados; en cambio, este proyecto fue un intento de habitar mi "picante" sexuado e hiperbolizar mis supuestas diferencias para descubrir formas extrañas de placer”, concluye.

No obstante, no todos lo vieron así…

La moral en un taco

“Fue una decisión que la ciudad tenía todo el derecho de tomar en un espacio propiedad de San Antonio”, se apuró a decir la directora del Departamento de Arte y Cultura, Debbie Racca-Sittre, que salió al paso de las críticas de artistas y curadores que calificaron la retirada del video de “censura y destierro de la expresión expresión creativa queer, sexual, feminista y Latinx”, así como de “un acto de discriminación y de homofobia flagrante", según publicaron los organizadores de ‘XicanX’ en redes. 

El asunto fue tan sonado que incluso tuvo que intervenir la Coalición Nacional contra la Censura (NCAC), una organización sin fines de lucro que busca defender la libertad de expresión y que la semana pasada escribió una carta al alcalde de San Antonio, Ron Nirenberg, planteando que la retirada del vídeo es un ataque directo a la Primera Enmienda de la Constitución.

La NCAC todavía va un paso más allá y argumenta que la definición de “obscenidad” aportada por el Departamento de Cultura de la ciudad es “ilegal”, ya que choca frontalmente con el histórico caso de 1973 de Miller v. California. Según la conocida como Prueba Miller, ningún material con valor literario, artístico, político o científico puede ser catalogado como ‘obsceno’. 

“Aunque la obra tiene un contenido sexual -como ocurre con muchas obras de arte contemporáneo-, ciertamente no se ajusta a la definición de obscenidad que se sostiene en Miller contra California", apunta la carta del NCAC. "Al retirar la obra de Ibarra de la exposición en el Centro de Artes, la ciudad de San Antonio se está probablemente violando los derechos de libre expresión de la artista y exponiendo así a la ciudad tanto a la mala publicidad como a la responsabilidad legal".

Maestra de la provocación

Natural de Oklahoma pero de ascendencia mexicana, Xandra Ibarra si cumple una promesa es la de no dejarnos indiferentes. En la mayoría de sus obras, como ocurre en su última serie de esculturas ‘Kill your darlings’, nos enfrenta a la monstruosidad, a los tabús que nos rodean y la noción de identidad como un constructo que puede ser tan peligrosa como una plaga. 

 “Hago obras que me alegran y disfruto amenazando el poder que quieren tener sobre mí los discursos nacionalistas prescriptivos y sus significantes, ya sean chicanos, americanos, nativos o mexicanos”, afirma. Las raíces son para ella como la planta del guisante, que estrangula a la vez que permite que crezca lo sembrado, que dé fruto una obra. 

¿Se puede luchar contra los prejuicios a través del arte, derribarlos de una vez?, le hago una de esas preguntas de las que uno espera una respuesta esperanzada.  

“Los estereotipos no mueren, están eternamente en un ciclo de renovación”, contesta. Y a juzgar por el silencio del gobierno de San Antonio, esa respuesta que no ve salida es como la vida, un conjunto de obstáculos encadenados que hay que sortear.