Ciudad Bicentenario: La primera urbe del siglo XXI se construirá en Perú
Con una inversión de 3.000 millones de dólares y erigida en el desierto, la faraónica ciudad será la solución al “caótico” crecimiento del país.
Si algo no ha salido como esperabas, prueba a hacer lo contrario. Esta es en pocas palabras la idea del gobierno peruano, que ante el “desastroso” crecimiento de ciudades como Lima, su capital y la quinta urbe más grande de Latinoamérica, ha decidido dejar de crecer a lo ancho y de forma de desmadejada para hacerlo de forma respetuosa con el paisaje.
"Ahora vamos a probar la forma inversa en el proceso de toma de decisiones: de arriba a abajo, en lugar de abajo a arriba como hasta ahora", dijo a Efe el viceministro de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales del Ministerio de Ambiente, Gabriel Quijandría.
Quijandría fue el encargado de presentar un proyecto tan ambicioso y faraónico que no cuenta con ningún precedente y que podría llevar a Perú a ostentar el título de país pionero en crear la ciudad puramente del siglo XXI, una que en vez de “invadir” la naturaleza haga que sus más de 150.000 futuros residentes “habiten” en ella.
Este es el sostenible propósito tras el diseño de Ciudad Bicentenario, llamada así por los 200 años de Independencia del Perú que se celebrarán en 2021, y que se construirá desde “cero” a las afueras de Lima.
"¿Es ambicioso? Sin duda, porque es una experiencia inédita para el Estado peruano, pero va a ser un reto formidable", dijo Quijandría al respesto de este macro proyecto en el que se han invertido alrededor de 3.000 millones de dólares y que se alzará en un espacio de más de 8.000 hectáreas de propiedad pública -el último con esas dimensiones que queda en el área metropolitana de Lima.
Pero no piensen que con ello nos referimos a urbe súper tecnológica, sino a una muy sostenible, resilente al cambio climático y sobre todo “habitable”.
Ya que la capital no lo es. Al menos respecto a la forma en que se estaba expandiendo en los últimos años con un estallido poblacional que la ha hecho llegar a los 10 millones de habitantes.
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Un fenómeno que en parte se debe a la migración masiva de regiones como los Andes, donde sus gentes han estado huyendo desde los años 80’ de conflictos armados desatados por organizaciones terroristas como Sendero Luminoso. Pero también a otro tipo de migrantes internos, los que buscan una vida más próspera fuera de los suburbios de otras regiones del país y que protagonizan lo que se conoce como “invasiones”. Es decir, cuando estas personas llegan a Lima, ocupan los cerros y lomas y construyen viviendas insalubres lejos de todo servicio y a merced de los traficantes de terrenos.
Este problema ha empezado a convertirse en un motivo electoral, y en época de elecciones municipales raro es el candidato que no prometa luz, agua y contratos de propiedad a los desesperados vecinos del desierto, provocando una mayor y más rápida expansión -aunque precaria- de las ciudades.
Por otro lado, estas urbanizaciones están detrás de las gravísimas inundaciones padecidos en Perú durante El Niño, en 2017, que provocaron grandes torrentes conocidos como “huaicos” en quechua.
Si bien la construcción de una urbe en mitad de la nada hace pensar en países de Oriente Próximo, en majestuosas megalópolis artificiales como Dubái, para el gobierno existe una diferencia primordial:
"Los proyectos de los Emiratos son una creación en la nada de algo bastante artificial. (...) Aquí la idea es que la ciudad esté integrada con el paisaje, cosa que no ha ocurrido en Lima, donde se ha invadido el paisaje en zonas muy inadecuadas", recordó Gabriel Quijandría.
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