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Galería de piezas arqueológicas de la cultura maya expuestas en el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pennsylvania. Foto: Suministrada UPEnn
Galería de piezas arqueológicas de la cultura maya expuestas en el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pennsylvania. Foto: Suministrada UPEnn

Desde Filadelfia a Centroamérica: En búsqueda del mundo maya

Uno de los enigmas de la cultura prehispánica en Centroamérica tiene que ver con lo que sucedió con la civilización maya. ¿Cómo es que tras más de 3.000 años…

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El mes pasado viajé a Centroamérica con un grupo de Road Scholars en búsqueda del misterioso mundo maya, sin saber entonces que existen tantas conexiones entre esa cultura y Filadelfia.

El primer sitio arqueológico en el itinerario fue Lamanai (“Cocodrilo sumergido” en lengua maya), situado en medio de una selva tropical en las orillas de la Laguna del Río Nuevo, en Belice. Los mayas usaban las vías fluviales para comerciar entre ellos y nosotros llegamos a las ruinas en un barco con motor. Lamanai fue un gran centro ceremonial, construido en niveles por las diferentes generaciones en el Período Pre-Clásico (2500 a. C. – 250 d. C.). El Templo del Jaguar y el Templo de las Máscaras con sus impresionantes esculturas son algunos de los más destacados de este lugar. La subida empinada a la cima del Templo Alto valió la pena por la vista panorámica de la selva y la laguna. A diferencia de los egipcios, los mayas no enterraban necesariamente a sus reyes en las pirámides. Los templos mayas fueron construidos mayormente para honrar a sus dirigentes y a sus dioses; ofrendas especiales de jade y ornamentos hechos de conchas fueron descubiertos en este sitio. Cahal Pech, otro centro ceremonial en Belice, es conocido por ser uno de los primeros de esta región. Sus 34 estructuras entre las que se destacan dos canchas para el juego de pelota, palacios y templos con grandes estelas y altares.

Los arqueólogos no están de acuerdo acerca del simbolismo del los juegos de pelota mayas, pero dada la prevalencia de las canchas, se cree que fue mucho más de un espectáculo deportivo. El tamaño de la cancha varía, puede ser de más de cien metros de largo por treinta de ancho.  Se jugaba con una pelota de caucho del tamaño de una cabeza humana, entre dos o tres jugadores y a veces entre pequeños equipos. Los hombres llevaban protección alrededor de la cintura, puesto que se daba a la pelota con las caderas, las rodillas y los codos, pero no con los pies ni las manos. A menudo existía un círculo por donde entraba la pelota, en otros casos era cuestión de llegar al final de la cancha. En cualquier caso, hay evidencia de que algunos de los jugadores eran sacrificados para ofrecércelos a los dioses, ya que los juegos simbolizaban la lucha entre la vida y la muerte. Es por esto que las canchas de juego de pelota se pueden encontrar, como en Tikal, enfrente de las pirámides principales.

El Parque Nacional Tikal en Guatemala es, sin duda alguna, el sitio arqueológico más impresionante que visitamos. Contiene más de 4.000 edificios —por eso se rodó uno de los filmes de La guerra de las galaxias allí—. Situado sobre las alturas de la selva del Petén, es Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad, declarado así por la UNESCO. 

Floreció durante 1.500 años hasta el 900 d. C. y era conocido por su desarrollo  arquitectónico, astronómico, agrícola  y comercial. Se cree que más de 50.000 personas vivieron allí durante su apogeo. Seis de los templos más altos del mundo maya se encuentran aquí, algunos miden más de 200 pies con sus características cresterías.   

Descifrando el misterio

Durante siglos la escritura de los jeroglíficos fue unos de los mayores misterios de esta cultura, pero gracias al trabajo primordial del ruso Yuri Knorosov en 1952, se demostró que los jeroglíficos se podían leer como sílabas fonéticas. En 1960 una investigadora de la Universidad de Pennsylvania, Tatiana Proskouriakoff, fue capaz de identificar los sucesos históricos más importantes en las vidas de los antiguos reyes mayas basándose en las inscripciones de los monumentos. No es sorprendente, pues, que durante nuestro viaje a Centroamérica, hubiera muchas referencias a la investigación y las excavaciones hechas en varios lugares, como Tikal y Copán, por los arqueólogos de la Universidad de Pennsylvania.

Aunque la mayoría de los monumentos arquitectónicos y las inscripciones muestren los logros de los reyes mayas y sus dioses, sabemos bastante sobre el papel de la mujer en esa sociedad. Proskouriakoff, la primera especialista femenina de la cultura maya, también fue la primera en descifrar el signo para “mujer”. Antes de esto se creía que muchas de las esculturas e inscripciones eran de sacerdotes con casullas, cuando eran mujeres llevando el huipil, el vestido tradicional que las mujeres llevan hoy en día. Las mujeres eran importantes en la corte por su papel como madres de los reyes y por los lazos matrimoniales, particularmente durante los siglos VII  y VIII. Se creía que algunas mujeres tenían poderes sobrenaturales, como Ixchel o la Dama del Arco Iris, la patrona de los partos y la Diosa de la Luna, asociada con la feminidad y la mitología del maíz. 

Las mujeres también estaban representadas en los papeles tradicionales de madres, cocineras y tejedoras. Aunque prácticamente no ha sobrevivido ningún tejido, se sabe a través de las esculturas y las pinturas que las mujeres mayas usaban telares muy parecidos a los que todavía se usan hoy. Los esqueletos de mujeres encontrados en las tumbas tenían las rodillas deformadas por estar continuamente arrodilladas, algo que no es evidente en los huesos de las mujeres en la corte. Las telas eran importantes en la cultura maya, se usaban como regalos y para el comercio. A menudo sus diseños incluían tintes especiales, plumas, jade u ornamentos hechos de conchas que tenían un simbolismo mitológico. 

Hay que mencionar que las mueres no estaban representadas como guerreras, escritoras ni artistas, papeles reservados estrictamente para los hombres.

Las últimas ruinas arqueológicas importantes que visitamos fueron las de Copán, en Honduras, otro Patrimonio de la Humanidad y el lugar más lejos en el este de las ciudades mayas, conocido por sus magníficas, floridas esculturas ornamentales. 

Aunque Copán era originalmente una comunidad de agricultores, se convirtió en un centro para el estudio de la astronomía y la astrología en el siglo IX. Además de su Escalera de los Jeroglíficos y numerosas estelas, Copán es famoso por lo que los arqueólogos han llamado el Altar Q, una escultura cuadrada con dieciséis figuras. Cada una de estas figuras representa un rey de la dinastía Yak K´uk Mo´, con su último rey, Yax Pak, quien recibe el cetro, símbolo de la soberanía, de su padre. 

Uno de los investigadores más interesantes que conocimos en nuestro viaje fue David Sedat, el ex-director del trabajo de campo del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pennsylvania, quien ha estudiado la cultura maya desde los años setenta y ahora vive en Copán.  Él tuvo un papel decisivo en el descubrimiento de las tumbas reales en la Acrópolis patrocinados por la Universidad de Pennsylvania desde 1989. En 1993 los arqueólogos encontraron una tumba espectacularmente rica que creyeron que pertenecía al hijo de Yak K´uk Mó. Pero un análisis de los huesos demostró que el esqueleto pertenecía a una mujer desconocida. Actualmente se cree que era una de las esposas del rey y su tumba se conoce como “La tumba de Margarita” o “La Dama en rojo”, puesto que sus huesos estaban pintados con mercurio de sulfito rojo.

Sedat nos explicó que “a menudo Copán es llamado la Atenas del mundo maya porque fue un gran centro de cultura y educación, al igual que un lugar de peregrinación durante la época clásica” (250-900 d. C.). Él relaciona a Tikal con Copán como es Nueva York a París “si uno piensa en Tikal como una oda a las vertiginosas pirámides y templos y Copán como un tributo al triunfo artístico y cultural”. 

Actualmente Sedat dirige el Centro Botánico y de Investigación en Copán, que él mismo fundó en 2003. De acuerdo con él, el colapso maya se debió a “un crecimiento incontrolado de la población, la deforestación y la erosión de las montañas, la pérdida de las tierras de labranza y la disminución de las fuentes de agua además de las deficiencias nutricionales”. Su intención es regenerar las tierras para evitar una catástrofe parecida en el presente.

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Tesoros mayas en Philly

No hace falta decir, que tan pronto regresé a Filadelfia, tuve que visitar el museo en el campus de la Universidad de Pennsylvania. La Galería de México y Centro América es un lugar grande en medio del piso principal. La escultura maya más notable es la Estala 14 (758 D.C), la cual es la estela que Tatiana Proskouriakoff utilizó para descifrar las vidas reales mencionadas antes. Este monumento celebra la ascensión al trono del rey 5 de Piedras Negras, Guatemala, quien lleva un elaborado tocado, con un peto y cinturón llenos de cuentas y un taparrabos.  Debajo del rey hay una mujer de pie que también lleva un tocado de plumas ceremoniales y le obsequia algo al rey. De acuerdo con Simon Martin , el conservador de jeroglíficos mayas del Museo de la Universidad de Pennsylvania, esta mujer probablemente era la madre del rey. También hay exquisitos artefactos hechos de jade, obsidiana y figuras de cerámica además de copiosa información a cerca de la vida en la sociedad maya, como el uso del cacao y el maíz.

Martin está de acuerdo con Sedat en que el colapso demográfico de las grandes ciudades mayas de Mesoamérica probablemente se debió a un declive ecológico, como una gran sequía. Martin está seguro de que a través de los avances tecnológicos, como la luz de láser Lidar, los arqueólogos eventualmente descubrirán lo qué pasó con las grandes ciudades mayas.

Aunque no se debe suponer que todos los guatemaltecos y hondureños que viven en Filadelfia sean descendientes de los mayas, vale la pena indicar que existe un número considerable de emigrantes de estos dos países y que ellos traen y conservan su cultura indígena (sin olvidar el mayor número de mexicanos quienes también tienen raíces mayas). De acuerdo con el censo de 2010, los guatemaltecos son el quinto grupo latino más grande del país y el segundo entre los centroamericanos después de los salvadoreños.