Australia en llamas
A finales de 2019 empezó a temporada más voraz que se haya registrado en décadas en Australia y aún continúa.
El Comisario Shane Fitzsimmons está inclinado, sosteniendo la camisa blanca con una mano y una placa honorífica con la otra. La placa es un reconocimiento póstumo a la valentía del bombero Geoffrey Keaton, de la que se hace entrega a su hijo. El hijo de Keaton está de pie, la camisa blanca es de manga corta y en el costado lleva bordado el escudo del cuerpo de bomberos del NSW RFS (New South Wales Rural Fire Service). El menor observa inmóvil cómo el Comisario le pone la placa, con una expresión que puede ser de extrañeza o curiosidad. Mientras tanto, succiona un chupo. Tiene año y medio de edad.
La imposición de esta insignia ocurrió el 2 de enero de 2020, el homenajeado Geoffrey Keaton falleció el 19 de diciembre en servicio, mientras luchaba contra las llamas, al igual que miles de australianos en este momento.
La temporada de incendios empezó en Australia en septiembre de 2019, durante la primavera, antes de lo que era normal. Si bien es cierto que los incendios forestales se han registrado en Australia durante siglos probablemente, los incendios de este año han sido particularmente voraces y prolongados en el tiempo pues el cambio climático los ha intensificado.
Al igual que Geoffrey Keaton, al menos 24 personas más han muerto durante los últimos meses y miles han tenido que ser evacuados. Tanto así que, ante el agotamiento de las capacidades del cuerpo de bomberos australiano, el estado de New South Wales (la zona del país que ha sido más golpeada) ha declarado el estado de emergencia, gobierno ha pedido apoyo a Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda y las reservas del ejército fueron llamadas a respaldar las evacuaciones realizadas por los bomberos, algo que no había tenido equivalente desde la Segunda Guerra Mundial.
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En adición, las consecuencias para la vida salvaje australiana han sido catastróficas. Un estimado apunta a que, como mínimo 480 millones de animales han sido afectados por el fuego, 1/3 de la población de koalas de New South Wales ha muerto, y un aproximado de 12 millones de acres (más de 4,800,000 hectáreas) se ha quemado.
La terrible situación de emergencia ha sido aguzada por una difícil circunstancia política, dado que el Primer Ministro australiano, Scott Morrison, estuvo ausente del país, de vacaciones en Hawaii, durante el mes de diciembre y después de esto ha mostrado respuestas letárgicas, poco eficientes, ha seguido negando la existencia del cambio climático y, en consecuencia, sus anuncios han insistido en que no piensa tomar medidas para reducir las emisiones de carbono del país.
El descontento de la población ha llegado al punto en que decenas de personas se han negado, si quiera, a darle la mano cuando ha ido a las zonas de desastre. Por si esto fuera poco, durante los días siguientes ha seguido siendo poco visible, o casi invisible del todo. Ante la petición de información de The Guardian, el primer ministro se negó a suministrarla.
Incluso, la gente ha llegado a publicar por las calles posters de “Se busca” con su fotografía.
El domingo 5 de enero una leve lluvia trajo algo de alivio tanto a los habitantes australianos como a sus bomberos, mas está lejos de apagar los incendios. Más un alivio psicológico que otra cosa.
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