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Karsen Tüchen Hansen e Inga Rasmussen toman café en la frontera entre Dinamarca y Alemania. Foto: Facebook de Henrik Frandsen
Karsen Tüchen Hansen e Inga Rasmussen toman café en la frontera entre Dinamarca y Alemania. Foto: Facebook de Henrik Frandsen

El amor a través de la frontera del coronavirus

Los cierres de fronteras han separado múltiples familias y amantes, pero esta pareja octogenaria encontró cómo resistir al coronavirus en nombre del amor.

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El 25 de marzo, Henrik Frandsen, el alcalde de un pueblo danés cerca a la frontera entre Dinamarca y Alemania, vio una pareja de octogenarios sentados justo en la línea de concreto que separa los dos países desde el 13 de marzo –cuando el gobierno danés cerró fronteras para contener el avance del COVID–19–.

Sobre la barrera de concreto, la pareja había organizado un picnic sencillo e improvisado, con café que ella llevó desde Dinamarca y una botella de licor que él llevó de regalo desde el lado alemán.

Karsten Tüchsen Hansen –de 89 años de edad– e Inga Rasmussen –de 85– se conocieron dos años atrás. Una de esas casualidades que parecían salidas de una comedia romántica: se conocieron en la fila de una tienda, cuando él iba camino a llevar un ramo de flores originalmente destinado para otra mujer. Inga se las quedó.

Desde entonces empezaron a cruzar la frontera de Alemania y Dinamarca a diario, a veces cada uno regresando a su país sólo por unas horas antes de volver a encontrarse. Esas son las bondades de las fronteras abiertas de la Unión Europea.

La llegada de la pandemia de COVID–19 los afectó a ellos, como trastocó la vida de todos. El 13 de marzo el gobierno danés anunció el cierre de la frontera y la pareja tuvo que tomar distancia. Pero no permitieron que la pandemia los separara.

Cada día, a las 3 de la tarde, Inga llega manejado una camioneta y Karsten montado en su bicicleta eléctrica para compartir el café mientras conversan y añoran tomarse de la mano y besarse como antes.

Pero, poco a poco, tanto Dinamarca como Alemania están empezando a levantar sus restricciones de movilidad. Tal vez no falte tanto para que se vuelvan a estrechar.

“Estamos aquí por amor”, le dijo Karsten al New York Times. “El amor es lo mejor que hay”.

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