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Hay una importante comunidad que de nuevo planta cara digitalmente a todo ello jugando al juego más cínico de todos, el del troll mediático. FOTOGRAFÍA: Twitter
Hay una importante comunidad que de nuevo planta cara digitalmente a todo ello jugando al juego más cínico de todos, el del troll mediático. FOTOGRAFÍA: Twitter

Alianza k-pop con los manifestantes colombianos

Los fans del pop coreano reaccionan en redes para minimizar el impacto del discurso oficial contra los manifestantes.

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Las muertes injustas y los asesinatos bárbaros se suceden en Colombia en las manifestaciones de los últimos días. No todos los medios internacionales comparten la noticia y, como sucede a menudo, se pierde la solidaridad política entre las fronteras del cinismo global.

Y sin embargo hay una importante comunidad que de nuevo planta cara a todo ello jugando al juego más cínico de todos, el de los trolls de internet.

Se trata cómo no de la comunidad de seguidores del k-pop, el pop coreano con su propio star system de superestrellas para adolescentes, los mismos que trollearon a Trump en su mitin de Oklahoma o que se volcaron en donaciones para Black Lives Matter.

Esta comunidad digital, en su mayoría perfiles de mujeres jóvenes, han ido más allá de la solidaridad mostrada entre raperos para involucrarse en el activismo digital para ayudar durante esta crisis que para ellas sí que parece no tener fronteras -como el propio género musical.

Empezaron difundiendo información sobre las manifestaciones y protestas para después condenar la violencia policial ejercida sobre los asistentes, llamando la atención de la comunidad internacional.

Después pasaron a la actividad troll cuando usuarios en favor al gobierno de Uribe crearon etiquetas a favor del Gobierno (#LaVozDeUribeSomosTodos o #VándalosAsesinos) y criticaban a los manifestantes. Entonces empezaron a lanzar tweets usando esas mismas etiquetas y hastags de modo que disminuyó su impacto y la propia aplicación pasaba a considerarlas un tema musical antes que político.

En tercer lugar se mostraron totalmente constructivas cuando organizaron una serie de hilos para recaudar dinero con el que comprar alimentos y medicamentos para aquellos que se estaban manifestando, organizando los canales de apoyo de los que estaban en sus hogares.

En cuarto lugar señalaron como un acto de censura el corte en el acceso a Internet del pasado 5 de mayo. Mientras tanto el Gobierno como las compañías de telecomunicación aseguraron que la caída del servicio se debía a los daños de las protestas.

En definitiva una jugada maestra de activismo pacífico digital que sirve para dar voz a unas propuestas que el Gobierno ha definido como “terrorismo urbano”.