Fallece el pastor Luis Palau, el “Billy Graham” del mundo hispano
Aunque asentado en Oregón, Palau, de origen argentino, se dirigía a 120 millones de evangélicos en toda América Latina y predicó en 75 países.
Podía gastar millones de dólares para predicar en una ciudad y sus cruzadas de evangelización se cuentan por decenas. Pero, ¿cómo llegó un predicador nacido en Argentina a convertirse en el discípulo más carismático del famoso pastor Billy Graham?
Esta es la historia Luis Palau, la voz de los evangélicos latinos, que falleció el pasado jueves en su casa de Portland, Oregón, a los 86 años de edad.
Nacido en 1934 en Ingeniero Maschwitz, un pueblo a unos 50 kilómetros de Buenos Aires y descendiente de escoceses y españoles, el padre de Palau falleció cuando no tenía más que diez años y la familia, que había tenido pujantes negocios y recién se había convertido al cristianismo evangélico, cayó en la pobreza.
Cuando tenía 18 años, Luis escuchó al pastor Graham predicar por primera vez en la radio y quedó tan inspirado que compaginaba su trabajo en un banco con las prédicas en la calle, hasta que convenció a una emisora local para tener su propio programa.
Pero su bautismo oficial en las aguas del liderazgo evangélico llegó cuando conoció al escritor y pastor de Palo Alto, California, Rady Stedman, en un grupo de estudios bíblicos y viajó a Portland en 1960 para estudiar en lo que ahora es la Universidad Multnomah.
El destino quiso que allí conociera allí a Patricia Scofield, con la que se casó un año más tarde.
En ese tiempo, el pastor Graham preparaba una cruzada de evangelización y Palau se unió a él trabajando como traductor de sus sermones para la comunidad hispana, tarea que siguió realizando durante 20 años después de ordenarse en 1963 y convertirse en ministro de una organización misionera, Overseas Crusades -hoy OC International.
Como Graham predicaba fundamentalmente en Estados Unidos, Luis Palau realizó sus cruzadas y fundó iglesias en América Latina durante los años 70’, y también viajó por Europa, Oriente Medio e incluso predicó en la Unión Soviética.
Aunque su intención era mantener la política fuera de su labor de evangelización -fue amigo del hoy Papa Francisco cuando éste era un sacerdote liberal-, algunas alianzas turbias empañan su misión: En 1982, Palau colaboró con el dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt justo tras su golpe de Estado.
Tras la jubilación de Graham, a finales de los años 90’, Luis Palau tomó el relevo en su misión religiosa con un ligero golpe de timón hacia la latinidad:
Empezó a realizar festivales de unos pocos días en parques de las ciudades, donde incluía conciertos y actividades familiares y para los jóvenes, y logró ser un puente entre la comunidad evangélicas y los hispanos -hoy en día, los latinos representan el 11% de la población evangélica en U.S.
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“Su ministerio logró superar las diferencias entre blancos y latinos de una manera que los ministros blancos de los suburbios no pudieron, especialmente en las décadas de 1980 y 1990”, dijo a Clay Risen de NYT el historiador de la Universidad de Notre Dame Darren Dochuk.
Mientras que el presidente de la Coalición Nacional Evangélica Latina, Gabriel Salguero, aseguró que “no creo que sea una exageración decir que fue el principal evangélico en el mundo de habla hispana, tal vez en todo el mundo, solo superado por Billy Graham”.
Hoy día se reconoce a Luis Palau como un pionero dentro de la comunidad evangélica: no solo fue el primero en hacer subir al escenario a grupos de rock o hip hop cristianos durante los festivales u organizar exhibiciones de skateboarding, sino que abrió el haz más conservador de su predecesor y se dirigió a las comunidades de color de una forma más llana y horizontal.
Palau rompió, en suma, con el cliché de “predicador evangélico” dando sermones desde su púlpito y trató de salir de los feudos tradicionales y el discurso a menudo de ultraderecha que se les atribuye.
En una entrevista con NYT en 2001, Luis Palau dijo: “En Nueva Inglaterra, cuando dices ‘cristiano’, piensan en ‘esos maníacos de la derecha (...). Quiero demostrar que no somos maníacos, sino que estamos bien educados. Es una fe racional, pero una fe que te enciende”.
Tras una dura lucha contra el cáncer, nos ha dejado un renovador y un puente entre comunidades, independientemente de la fe que profesemos.
Descanse en paz, Luis Palau.
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