Educando al enemigo: Cómo Estados Unidos educó a los hijos de nazis y mexicanos durante la Guerra Fría
Un nuevo libro compara la educación recibida por hijos de nazis y mexicano-americanos en Texas tras la Segunda Guerra Mundial.
Entre 1946 y 1947, un grupo de destacados científicos nazis y sus familias se trasladaron a El Paso, Texas, como parte del programa militar llamado Operación Paperclip, para trabajar en el desarrollo de misiles durante el apogeo de la Guerra Fría con la URSS.
Los 144 hijos de estos científicos nazis fueron trasladados diariamente en autobús desde un puesto militar a cuatro escuelas públicas de El Paso. A pesar de haber nacido en una nación enemiga fascista, los niños alemanes se integraron rápidamente en las escuelas y, en consecuemcia, en la sociedad estadounidense. Su rápida asimilación demostró que las escuelas públicas norteamericanas desempeñaron un papel fundamental para garantizar la victoria de la democracia sobre el fascismo.
En un nuevo libro, "Educating the Enemy: Teaching Nazis and Mexicans in the Cold War Borderlands", Jonna Perrillo, profesora asociada de educación inglesa en la Universidad de Texas en El Paso, no sólo cuenta esta fascinante historia sobre la política educativa de la Guerra Fría (incluyendo cómo Estados Unidos utilizó a estos niños como herramientas de propaganda), sino que traza un importante contraste con otra población de niños mucho más numerosa en las escuelas públicas de El Paso: los mexicano-americanos.
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Como en todo el suroeste, los niños mexicano-americanos de El Paso fueron segregados en escuelas "mexicanas", donde los niños recibieron una experiencia educativa muy diferente. No sólo se les penalizaba por hablar español -el único idioma que todos, salvo unos pocos, hablaban debido a la segregación-, sino que se les orientaba hacia carreras de bajo salario y prestigio, con limitadas oportunidades de éxito económico.
Como explicó Perrillo en una entrevista reciente con la revista TIME, el sistema escolar de El Paso contaba con más de un 60% de mexicano-estadounidenses en aquella época, la mayoría de la población escolar pública de la ciudad. Había dos tipos de escuelas en El Paso, y ésta era una nomenclatura familiar en todo el suroeste: las llamadas "escuelas americanas" y las "escuelas mexicanas". Las escuelas americanas eran escuelas a las que se asignaban los niños blancos; los estudiantes mexicano-americanos eran enviados a las escuelas mexicanas. Los niños alemanes eran enviados a las escuelas americanas.
"Estados Unidos tenía un gran interés en asimilar a los estudiantes alemanes para que dieran testimonio de la capacidad de las escuelas públicas estadounidenses. Pero no había el mismo interés en asimilar a los mexicano-americanos y en educarlos. Desde el principio se les transmitió la expectativa de que eran un lastre, una carga económica y una especie de carga social", dijo Perrillo a TIME. Al mismo tiempo, también se les veía como competidores; existía esta ansiedad subyacente sobre estas personas que los estadounidenses blancos veían como inferiores, pero que tenían el potencial de quitarles puestos de trabajo". "Esta historia es muy importante para que comprendamos la forma en que, tanto históricamente como en la vida contemporánea, tratamos a los distintos grupos de estudiantes de forma fundamentalmente diferente", concluyó.
Como dicen sus editores de la Universidad de Chicago Press, "'Educar al enemigo' traza lo que dos grupos de niños -uno que podría haber sido considerado el enemigo, el otro que fue tratado como tal- revelan sobre las formas en que la asimilación política ha sido tratada por las escuelas como un proyecto más fácil y viable que la asimilación racial o étnica".
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