El Teatro Real de Madrid, la mejor compañía de ópera del mundo
Más de dos décadas después de su reinauguración, el coliseo español alcanzó al fin el Olimpo de la lírica.
Cuentan que en 1941, el compositor Benjamin Britten y el tenor Peter Pears, ambos británicos, se encontraban en Escondido (California) cuando empezaron a leer el poema de George Crabbs The Borough, que recoge a modo de cartas la vida de un pequeño pueblo marinero y su gente. Entonces Britten tuvo una revelación:
“De golpe me di cuenta de dos cosas: que debía escribir una ópera, y dónde pertenecía yo”, dijo.
Britten y Pears eran pareja en una sociedad donde ser gay estaba penado con prisión. Cuando el compositor regresó a Inglaterra, pidió a Montagu Slater que fuera su libretista y empezaron a trabajar en Peter Grimes, la ópera británica más importante desde los tiempos de Henry Purcell y un canto contra la homofobia y el conflicto entre las masas y el individuo que hoy sigue siendo tristemente actual.
El pasado lunes por la noche, en tanto Allan Clayton encarnaba en el escenario principal del Teatro Real de Madrid al marinero Peter Grimes a merced de una turba de pueblerinos y todavía en duelo para la muerte de su aprendiz, el staff del coliseo español, que había pasado más de 70 años cerrado antes de su reapertura en 1997, se reunía en una sala aledaña para seguir todos juntos una ceremonia de capital importancia para ellos.
La prueba fehaciente de que no sólo es posible resistir dos décadas a la globalización y encapsulamiento de la cultura, sino además situar la ópera, pensada tantas veces como un entretenimiento para ricos, como un emblema de un país que es más que su comida y sus playas.
La ceremonia en cuestión eran los International Opera Awards, considerados como los Oscars de la lírica, y que encumbraron al Teatro Real de Madrid como la mejor compañía del mundo por su programación en 2019 -la edición del pasado año tuvo que suspenderse por la pandemia.
Un galardón que sitúa a la institución en el mapa de la ópera mundial, junto a otros grandes coliseos como la Royal Opera House de Londres, la Metropolitan de Nueva York o la Scala de Milán.
“Es un honor para todos aceptar este premio y esperamos seguir mereciendo este reconocimiento. Gracias en nombre de todos los que hemos trabajado duramente para mantener el telón alzado noche tras noche en circunstancias verdaderamente desafiantes en los últimos meses”, agradeció Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, refiriéndose al esfuerzo ímprobo realizado por la compañía al haber permanecido abiertos durante la temporada.
“Seguiremos trabajando juntos para que la música y la llama del arte siga ardiendo intensamente”, añadió Matabosch.
El Real se impuso a casas de la lírica como la Royal Opera House de Londres, la Finnish National Opera de Helsinki, la ópera de Frankfurt, la Opéra Comique de París y La Monnaie/De Munt de Bruselas. También competía en otras categorías: mejor estreno absoluto (Je suis narcissiste, de la compositora española Raquel García-Tomás), mejor orquesta (la Sinfónica de Madrid), y mejor grabación musical (Street Scene, de Kurt Weill, editada por la productora Bel Air).
Petroc Trelawny, locutor de BBC, presentó una gala bastante extraña, al menos para el mundo operístico, donde todo fue virtual, desde las actuaciones grabadas a la participación de los premiados por videoconferencia e incluso un público creado por ordenador. No obstante, la ciberceremonia sirvió también, de acuerdo a Trelawny, para poner de relieve la resiliencia de la ópera y de los teatros que han seguido alzando el telón pese a estos tiempos de confinamientos e incertidumbre.
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“Tal vez algún día se escriba una sobre la covid. Pero hasta entonces sabemos que esta enfermedad nos ha unido a todos más que nunca”, dijo el locutor.
Mientras que el director del Real, Ignacio García-Belenguer, destaca que el galardón supone “un impulso para la ópera en general en un país como España que no tiene una gran tradición en este sentido”.
Los International Opera Awards también destacaron al tenor español Xabier Anduaga, quien compartió el galardón a mejor cantante joven con la mezzo rusa Vasilisa Berzhanskaya; al mexicano Javier Camarena, que en 2019 cantó en dos óperas del Real, L’elisir d’amore e Il Pirata, y al director de escena Robert Carsen, que dirigió Idomeneo, ré di Creta y El oro del Rin en el coliseo español ese mismo año y fue premiado por Oceane.
Emplazado donde antaño se encontraba el Real Teatro de los Caños del Peral, el Teatro Real nació por el deseo del rey Fernando VII de tener un coliseo lírico a la altura de los mejores de Europa pero no fue hasta 33 años después de que empezase su construcción cuando el Real vio la luz, en 1850.
Hasta entonces había sido sede parlamentaria, acogiendo al Congreso de los Diputados en 1841. Pero bajo el reinado de Isabel II y durante los 75 años siguientes, se convirtió en uno de los principales teatros europeos.
Sin embargo, su historia está llena de interrupciones forzosas, algunas políticas y otras, las mayores, económicas. A la revolución de 1868 y el exilio de Isabel II le seguiría, más de medio siglo después, el hundimiento del edificio, cuyas obras de construcción se demoraron aún más por la llegada de la Guerra Civil y la posguerra que paralizó al país y lo sumió en la miseria.
Durante la dictadura franquista, en 1966, el Real volvió a abrir al público pero sin la solera de antaño y volvió a cerrar 1988, hasta tres años más tarde se inició su rehabilitación.
Tras muchos tropiezos, el Real subió el telón en 1997 y desde entonces ha acogido 14 estrenos mundiales de ópera incluyendo la premiada Je suis narcissiste, de Raquel García-Tomás (2019).
Un telón que ya no volverá a bajar más.
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