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Yuan-Dollar-Euro: La Guerra de Divisas

La transformación profunda que puede producir una "guerra de divisas", se puede precipitar de forma dramática, por el designio de grandes corporaciones…

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Las fuerzas corporativas en los
Estados  Unidos, Japón y Europa,
han instituido un proceso inflacionario global, buscando forzar a China a
sumergirse en una burbuja, cuyo estallido seria difícil detener, y cuando este
ocurra –si ocurre- destrozaría el valor de las principales monedas mundiales.

¿Por qué semejante despropósito? Veamos
razones para ello:

China es el nuevo gigante manufacturero
del mundo. Se ha construido sobre la base de producción de bienes de consumo
duradero y no duradero. Es ya, la nueva sociedad de consumo por el tamaño de su
población, y se ha convertido en la nueva clase media mundial.  Avanza a estadios de bienestar que van
cerrando, rápidamente, las brechas que todavía existen entre esa clase media de
creciente poder adquisitivo, y las todavía enormes masas de pobreza que afligen
a esa nación.

Esta nueva realidad social , económica y
cultural, puede provocar –y lo ha hecho ya al colocarse como la segunda economía
del mundo- un duro golpe a las potencias económicas mas grandes, porque basa su
crecimiento sobre una estructura productiva real generando una riqueza
tangible, que contrasta con las economías de papel, basadas en la especulación
financiera y el dominio sobre bienes primarios perecibles. Una economía de
estas características, puede destruir el valor monetario de Estados Unidos, Europa
y Japón. La pregunta es: Lo permitirán?

La respuesta hay que buscarla en la
disputa mundial por los recursos primarios y el poder invasivo de capitales
especulativos -casi siempre disfrazados de inversión real. Los recursos
naturales primarios serán manejados por las grandes corporaciones con la
complicidad de gobiernos títeres, y los capitales buscaran desestabilizar las economías
nacionales alterando el valor de sus monedas. Ya lo estamos viendo; Estados
Unidos, la Unión Europea y Japón buscando desesperadamente que China revalúe el
Yuan, y esta última, comprando bonos de deuda, valores y billetes de esos países,
adquiriendo sobre ellos un poder que ojala se resuelva de manera pacífica.

Las relaciones entre las naciones que
comercian entre si, se alteran severamente. Vemos como se desata una ola de
proteccionismo que esencialmente busca legítimamente, salvaguardar recursos
naturales y equilibrar el valor de las monedas nacionales, estableciendo
barreras al ingreso de capitales, creando impuestos a la compra de bonos y
valores, y controlando el valor relativo de sus bienes y servicios.

Esto altera, y liquida de manera
definitiva el tristemente célebre Consenso de Washington: globalización, tasas
flotantes, libre mercado, desregulación financiera, y la supremacía de la
especulación en derivados financieros de toda clase.

Mientras el dólar fluctúa, y los
esfuerzos de Estados Unidos e Inglaterra por lograr que China revalúe el Yuan fracasan,
curiosamente la divisa china parece acompañar al billete verde en su desplome o
ascenso, pero lo hace sin perder su poder adquisitivo. Ni la campaña mediática
que magnifica supuestas presiones inflacionarias en el gigante asiático,
parecen tener efectos medibles, y mucho menos  desvían la aplicación de una política monetaria inflexible.

El secreto del éxito chino parece
sustentarse en el control, y a veces bloqueo al ingreso de capitales, sin
alterar el sustento del valor del Yuan en producción y consumo interno. Hay que
ver cuánto puede durar esto. Quizás lo que resista el sistema de acumulación
vigente, las instituciones internacionales que lo amparan, y el poder de la
avaricia y de la fuerza militar.

Lo que parece no entenderse, y en lo que
tozudamente se insiste es en creer a pie juntillas en las virtudes del "libre
comercio".

Dicen los tecnócratas internacionales y
nacionales, gubernamentales y privados, que el control de capitales conduce a
recesiones y posibles depresiones.  ¡Falso!

Con todo y libre comercio, desregulación
financiera y libre tránsito de capitales, tenemos la peor recesión de la historia.