La paradoja de la vida contemporánea se ve clara como un cristal en este momento de crisis.

La hiperconectividad a la que estamos acostumbrados también parece alejarnos de las realidades vividas en otros extremos del planeta. Mientras los ciudadanos en China recibían el Año Nuevo encerrados en sus casas y viendo cómo su economía se clausuraba poco a poco, el resto del mundo creía que era un asunto lejano, que nada tendría que ver con su futuro.

Luego Corea, luego Italia, luego España… las redes empezaron a poblarse de vídeos de personas de otros países, con otras culturas y otros idiomas, sobreviviendo a lo que parecía un escenario postapocalíptico, y de este lado del Atlántico lo veíamos todo como un tráiler de muy mal gusto.

Hasta que pisó tierra, y los primeros casos mostraron cómo el país no estaba preparado para una epidemia de tal dimensión.

Mientras italianos y españoles cantaban de balcón a balcón para intentar lidiar con el aislamiento, los estadounidenses acaparaban papel higiénico y armas por igual; mientras el presidente francés anunciaba que “estamos en guerra”, el presidente estadounidense restaba importancia a los primeros casos.

Este nuevo capítulo en la historia del mundo no es otra cosa que un desafío a nuestra condición de humanos. Nuestra capacidad para ponernos en el lugar de otro se ha visto retada por nuestro egoísmo en pánico, y hasta las aguas cristalinas de Venecia demuestran lo que podría ser si nos hiciéramos responsables del privilegio de estar vivos.

Pero a sabiendas de que lo que más le duele al ser humano es el bolsillo, nuestra edición de esta semana habla precisamente de eso: cómo la pandemia del Coronavirus afectará la economía del país, y cómo se verá reflejado en nuestro día a día.

Nuestra decisión editorial no ha querido ser, bajo ninguna circunstancia, un reduccionismo ciego, ni mucho menos una disección prioritaria. Por el contrario, quisimos hablar responsablemente de uno de los pocos aspectos que no cambia cada minuto sino, quizás, cada 24 horas.

Las medidas económicas adoptadas por el gobierno de Donald Trump para lidiar con la que parece ser la pandemia más grave en los últimos años sacará a la luz los profundos fallos en el sistema económico y sanitario del país. De eso estamos seguros. Pero la resiliencia de nuestra especie y nuestra responsabilidad a la hora de comunicar la información serán, por el momento, las dos buenas noticias de esta semana.