UN GESTO DE DEFERENCIA HACIA LOS INMIGRANTES
En el camino a las elecciones legislativas del 2 de noviembre, los inmigrantes se han convertido en útil y preferido chivo expiatorio.
Avisos que presentan a hombres temibles cruzando la frontera
ilegalmente, para unirse a pandillas y amenazar a indefensos niños blancos, están
siendo utilizados contra políticos que han sido amables en ocasiones con un
jardinero o un estudiante ejemplar sin documentos.
En momentos de desempleo elevado y incertidumbre
continua sobre el futuro de la prosperidad estadounidense, los inmigrantes se
han vuelto blanco fácil. Para muchos, todo sería mejor "si no estuvieran en el
país robando empleos y usando servicios abusivamente". No sorprende, entonces,
que estén ganando terreno aquellos políticos que explotan el sentimiento de
repudio a la inmigración ilegal y que apoyan leyes que persiguen a quienes estén
acá por encima de la ley.
En este clima es difícil imaginar algún político
dispuesto a hacer algo bueno por los inmigrantes. Y cuando lo hacen, por pequeño
sea, no debe ignorarse.
Uno de esos esfuerzos, aunque indirecto, es parte de
la reforma histórica a Wall Street aprobada en el verano de 2010. La importante
victoria legislativa del presidente Obama incluye medidas para limpiar el
negocio de las remesas, los miles de millones de dólares que envían los inmigrantes
a sus países de origen.
La ley exige la plena declaración de tasas de
cambio, tarifas y costo total de transacción en el recibo del usuario. También
establece la posibilidad de acudir a la nueva Agencia de Protección Financiera
del Consumidor, pieza central de la nueva legislación, en caso de quejas sobre
dichos servicios.
No parece mucho, pero es bastante para quienes envían
el dinero y quienes lo reciben. Con excepción de unos pocos países con economías
dolarizadas, como El Salvador y Ecuador, los proveedores de servicios de
remesas tienen una amplia oportunidad de añadir comisiones y tasas de cambio
abultadas para aumentar sus ganancias.
"Con las remesas, uno entrega el dinero y corre
riesgos", afirmó Elizabeth Warren, la líder de la nueva agencia reguladora. "Cuánto
dinero sale al otro lado depende de qué tipo de comisiones y qué tipo de (tasas
de) cambio se han agregado, cosas que no son necesariamente expuestas al
consumidor desde un principio", agregó durante una rueda de prensa el 22 de
octubre.
Un inmigrante en Estados Unidos envía al exterior un
promedio de 300 dólares al mes. Tan sólo el año pasado las remesas sumaron
137.000 millones de dólares, de acuerdo con Luis Gutiérrez, congresista demócrata
que preside en la Cámara el Subcomité de Instituciones Financieras y Crédito al
Consumidor. Gutiérrez calificó la ley como "una importante victoria para los
millones que envían miles de millones a sus países".
El volumen de estos recursos y su constancia – hace
tiempo que han superado la ayuda externa y la inversión extranjera de muchos países
– ha llevado a la Administración Obama a explorar otra opción para beneficiar a
los inmigrantes: aprovechar las remesas como herramientas de desarrollo.
El mes pasado, la secretaria de Estado, Hillary
Clinton, firmó acuerdos con el presidente de Honduras, Porfirio Lobo, y el
canciller de El Salvador, Hugo Martínez, para utilizar mejor los envíos de
divisas a sus países. La Iniciativa de Fomento de la Inversión de Remesas para
el Desarrollo, Crecimiento y Emprendimiento (BRIDGE, por sus siglas en inglés)
explorará, por ejemplo, los beneficios de utilizar futuros flujos como garantías
para asegurar préstamos a bajo costo y largo plazo para proyectos de
infraestructura.
Este tipo de financiación ha sido utilizado por
bancos en países receptores de remesas como Brasil, Jamaica, Kazajstán y México
para recaudar 15.000 millones de dólares en la última década, según Dilip
Ratha, experto en remesas del Banco Mundial. Ante una crisis financiera global
que acabó con muchas fuentes de capital, estas formas innovadoras de subvención
se hacen más urgentes.
El mes entrante, la cooperativa salvadoreña Fedecrédito
empezará a ofrecer préstamos para micro empresarios y personas de escasos
recursos, gracias a una línea de crédito de 30 millones de dólares otorgada por
la Corporación Financiera Internacional, la rama dedicada al sector privado
dentro del Banco Mundial. La ayuda es respaldada por futuros flujos de remesas,
que Fedecrédito predice alcanzarán los 250 millones de dólares este año.
La meta es "aprovechar esos flujos para obtener
financiamiento en condiciones muy competitivas ... y esos beneficios se
trasladan a su turno" a los pequeños prestamistas, explicó en una entrevista
Rogelio Orellana, gerente general de Fedecrédito.
Es evidente que en Washington se está dando un trato
deferente a los dólares de los inmigrantes, ya sea para mejorar la
transparencia o expandir su impacto en el desarrollo. Y en el actual ambiente
político, sorprende sobre todo que dicha deferencia pueda ser bipartidista y
generalizada.
Las disposiciones sobre remesas de la reforma
financiera de Obama generaron, de hecho, poca controversia en el Congreso. Tal
vez eso sugiere que incluso los congresistas anti inmigrantes más apasionados
pueden ver este flujo de divisas como algo que fortalece la situación
financiera de personas en otros países, reduciendo así la inmigración ilegal.
De
ser así, quizás al término de estas próximas elecciones podamos encontrar
puntos en común e inyectar cierto civismo al debate migratorio que está por
venir.
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