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Seguridad, reforma migratoria y dignidad humana

Los estadounidenses tienen el derecho de asegurar las fronteras, especialmente en una época de violencia antiestadounidense. Tenemos el derecho de regular…

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Los estadounidenses tienen el derecho de asegurar las fronteras, especialmente en una época de violencia antiestadounidense. Tenemos el derecho de regular razonablemente nuestras políticas de inmigración. Tenemos el derecho de excluir a los delincuentes de nuestro país y a proteger la salud financiera de nuestros servicios e instituciones públicas. Tenemos el derecho de verificar los visitantes extranjeros y los trabajadores y de esperar su cumplimiento con la ley.

Pero la mayoría de los inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos -la gran mayoría- nunca cometen un acto de violencia, no tienen ningún deseo de socavar el bien común y contribuyen productivamente a la prosperidad estadounidense. Miles de agricultores y empresarios confían en sus servicios. La vida que muchos de nosotros disfrutamos depende, en parte, del trabajo de los «ilegales». Aprovechar su trabajo, y luego culparlos por estar aquí, es una forma única indigna de pensar.

Para los católicos –que pertenecen a una Iglesia que apoya el fundamental derecho de toda persona a migrar para buscar una mejor vida para su familia, y que ellos mismos fueron despreciados como «forasteros» durante gran parte de la historia americana –el resentimiento contra los inmigrantes es especialmente malo.

Estados Unidos tiene derecho a presionar por la clase de reformas jurídicas y económicas en América Latina y otras partes que ayudarían a estabilizar el flujo de trabajadores que entra y sale a través de nuestras fronteras. La hipocresía en el debate sobre la inmigración no es un monopolio del lado norte del Río Grande.

Pero no estamos autorizados a maltratar a nadie en nuestro medio, tengan papeles o no. Las personas derivan su dignidad y sus derechos del Dios que creó a todos –encuentren o no, otros, su presencia conveniente. Tenemos que recordar esto en los próximos meses.

Los obispos católicos de Estados Unidos, junto con millones de compatriotas estadounidenses católicos, buscan una legislación razonable que ofrezca un camino a la ciudadanía a las personas indocumentadas y que promueva la unidad familiar. Específicamente, los obispos esperan los siguientes elementos en cualquier proyecto de ley de reforma de inmigración:

Primero, un camino a la ciudadanía para los trabajadores indocumentados que sea justo, accesible y realizable en un plazo razonable. Segundo, reforma del sistema de inmigración basado en la familia para reunir a esposos, esposas e hijos de una manera más rápida. Tercero, un programa que permita a los trabajadores migrantes calificados entrar legalmente a Estados Unidos como mano de obra necesaria. Cuarto, protecciones procesales para los inmigrantes. Y en quinto lugar, políticas que por lo menos empiecen a abordar las causas profundas de la migración, como las desigualdades económicas y la persecución.

El Congreso comenzó sus vacaciones de verano el 2 de agosto; no volverá a reunirse hasta el 9 de septiembre. El Senado aprobó una importante ley de reforma de inmigración (S. 744) el 27 de junio,  por una votación de 68-32. La Cámara de Representantes probablemente se ocupará del asunto en septiembre u octubre. Desafortunadamente, algunos miembros de la Cámara se han comprometido a bloquear cualquier nueva reforma seria. Eso sería más que un error político;  sería una tragedia humana amarga.

La inmigración es un asunto por el que los católicos comprometidos pueden discrepar legítimamente. Pero hace mucho tiempo que se debería haber hecho una verdadera reforma de nuestras leyes de inmigración. Tenemos que actuar ahora. Y los cinco elementos legislativos clave buscados por los obispos de los Estados Unidos tienen un buen sentido económico, político y humano.

Durante estas semanas de vacaciones de verano, pido a los católicos en nuestra Arquidiócesis que consideren y oren sobre el asunto de inmigración. Y espero que muchos de nosotros nos vayamos a poner en contacto con nuestros representantes federales para presionarlos a votar por el tipo de reforma migratoria profunda que tan urgentemente necesitamos.

La información de contacto de los congresistas de Pensilvania puede encontrarse visitando la Conferencia Católica de Pensilvania en www.votervoice.net/PACC/Address. 

La campaña nacional Justicia para los Inmigrantes pretende informar al público en general, y especialmente a los católicos, sobre las formas en que los inmigrantes benefician a la nación; propugnar cambios en la ley de inmigración y las políticas; y organizar redes para ayudar a los inmigrantes con problemas legales. El sitio web de la campaña se puede encontrar en: www.justiceforimmigrants.org/index.shtml.