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¿Se nos va escapando?

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En el año 2006, la última mejor oportunidad para promulgar un proyecto de ley razonable de reforma migratorio fracasó en el Senado por razón de, francamente, oposición mayormente republicana. Era una propuesta moderada en comparación del proyecto de ley draconiano de Sensenbrenner que promulgara la Cámara ese mismo año.

"El tema de cuña que es la oposición a la inmigración", escribió Frank Sharry, del grupo pro reforma migratoria America's Voice, "fracasó espectacularmente" al no materializarse en el 2006 gracias a la derrota en la reelección de muchos de sus promotores militantes. En el 2008, encontró America's Voice, los candidatos quienes defendían la reforma migratoria integral de nuevo derrotaron a los de línea dura en 20 de las 22 campañas competitiva por escaños del Congreso.

Se ganó la batalla política, pero no se ganó la legislativa. Los reformadores no reformaron y el Drácula de la oposición no se mantuvo muerto. El obstáculo de los 60 votos necesarios para poder promulgar una ley en el Senado estadounidense, el cual atiza la histeria y el descontento, es tanto la causa del problema como lo son los indocumentados.

Tim Parks, al revisar algunos de las publicaciones de ficción europea del 2010 para el New York Review of Books, señala cómo se nos va escapando de otras maneras. Una desconexión intelectual con otros queda reflejada en lo poco que nos entra de otras perspectivas. Sólo entre un tres y un cinco por ciento de los libros publicados en los EE.UU. son traducciones.

La ficción es importante porque le abre al lector puntos de vista alternativos y viables, sin tener la llave al brazo que es la ideología. Logra captar los ánimos y los sentimientos que podrán estar ausentes de nuestra propia lengua pero que están libremente presentes en otros idiomas. Edith Grossman, mejor conocida por traducir el Quijote y otras obras importantes del español al inglés, dice que "las sutilezas" son la parte importante de la traducción. Son las palabras que captan la esencia de algo o de una persona. El encontrar su equivalente en inglés consta el arte de la traducción.

Es importante oír y comprender lo que dicen otros, en particular aquellas cosas que no nos resultan fáciles de enfocar.

Nuestros amigos británicos de la revista El Economista, enviaron una señal de alarma referente a este tema en su edición del 17 de julio. La queja no era tanto que no les estamos escuchando, sino que estamos difundiendo nuestra grandeza y nuestro excepcionalismo demasiado fuerte. Para ellos, es como sentarse a lado de los parlantes en un concierto punk.

El columnista Lexington dice que, en un 83 por ciento, estamos entre los más "extremados" y "más" patrióticos en el mundo. Esta devoción ha alcanzado el siguiente nivel más alto, al juzgar la retórica de algunos comentaristas. El moralizar en una asamblea de animación no le ofrece perspectiva y orientación a nuestras vidas políticas ni a las de otras personas. Lo que hace en realidad es daño.

Lexington indica que ciertos elementos de derechas "tienen que oír constantes reafirmaciones…por motivo de las dudas implantadas en sus propios corazones por las actuales dificultades que atraviesa el país". Así es como lo explican los británicos. Lo que lo llamamos nosotros es "miedo" y "enojo", términos que en la política adquieren muchos significados, incluyendo el de "golpear sin pensar primero".

Tenemos que poner fin a las exageraciones y la hipérbole – y no sólo bajarles el tono -- porque terminan por obstaculizar la posibilidad de debatir sobre el rol que juega el gobierno en estos tiempos difíciles. La ideología de calcomanías de parachoques, los clisés y las propagandas de palabras claves de los puntos de debate que son mayormente irrelevantes a las finas sutilezas de nuestras propias perspectivas y las de otros; las cuales merecen ser el enfoque de nuestra atención y no simplemente plantillas para el obstruccionismo.

Este tema tendría que ser de gran preocupación para los conservadores y los republicanos porque la viabilidad de sus creencias es lo que pende. El llamar a otras personas nazis o comunistas, o el responder con una frase tipo "regresa a tu propio país" no los hace ni correctos ni virtuosos. Los de adentro del partido describen este comportamiento como "el cierre de la mente conservadora". Consecuentemente, tampoco les conviene esto a los progresistas, ya que ellos dependen de los encuentros de ideas para ganar apoyo por sus posiciones.

Ponte las pilas, Estados Unidos, en particular ahora que lo que se necesita es un pensamiento positivo conservador, y no reaccionario. No dejemos de considerar que en el debate sobre los temas de importancia no se trata de usar la batuta cual maza, sino que es la calidad del director de orquesta quien produce la música.

[José de la Isla redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service y es autor de The Rise of Hispanic Political Power (2003). Su último libro, auspiciado por la Fundación Ford, se encuentra en versión digital gratuita en www.DayNightLifeDeathHope.com. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com].

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