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Saber perder es una virtud, apréndala bien

A nadie le gusta perder.  A algunos de nosotros menos que a otros, pero no hay una sola persona que no prefiera ganar – en cualquier cosa.  La voluntad de…

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A nadie le gusta perder.  A algunos de nosotros menos que a otros, pero no hay una sola persona que no prefiera ganar – en cualquier cosa.  La voluntad de ganar es parte de nuestra naturaleza.  Es una fuerza innata poderosa que nos impulsa a competir por algo que queremos.

Según investigaciones, esa voluntad de ganar promueve la supervivencia y el éxito.  Mientras que nuestra naturaleza competitiva se activa instintivamente cuando percibimos que un activo deseado está escaso o impugnado, en áreas tan diversas como los negocios, la política y los deportes, juega un papel adicional que beneficia no sólo a nosotros sino también a otros: se convierte en mecanismo para la creación de valor.

Ganar es bueno.  Es en lo que me concentro todos los días de mi vida.  Por cierto, si fuera por mi, ganaría cada oferta, todos los contratos, todas las negociaciones.  Pero no siempre es así, ¿no es cierto?  El legendario entrenador de fútbol americano, Vince Lombardi, dijo una vez:  "Ganar no es algo para de vez en cuando, es para todo el tiempo.  Ganar es un hábito."  Luego agregó: "Y por desgracia, también lo es perder". 

Lombardi entendió que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, perder es a veces inevitable.  Pero aún así, no tiene porque gustarnos.  De hecho debemos odiar perder para no convertirlo en un hábito.  Entonces, ¿qué debemos hacer con una derrota cuando sabemos que es a la vez inevitable e inaceptable?  Usarla.  Cuando nuestra única opción futura es ganar, no puede haber más poderoso motivador que el sabor inaceptable de la derrota.  La clave es saber perder.

La semana pasada, la serie final de la NBA nos ofreció los dos mejores ejemplos de cómo perder —y vinieron desde los extremos opuestos de la cancha.  

Ante la eliminación, con tan sólo unos minutos para terminar el juego y su temporada, el entrenador de Oklahoma City, Scott Brooks, pidió tiempo y enseñó a sus jugadores como perder.

"Desafortunadamente no lo logramos este año", le dijo.  "Tenemos mucho trabajo que hacer.  No hay razón de que ustedes miren al piso.  Mantengan la frente en alto.  Sigan haciendo lo que han estado haciendo: aprovechen el verano para mejorar.  Eso es lo que nos define.  Nosotros somos de los que nos mantenemos unidos como una familia". Brooks hizo una breve pausa y agregó:  "Una última cosa, muchachos, vamos a tratar al Miami Heat como los campeones que son.  Después que termine el juego que vamos a ir hacia ellos para darles la mano y reconocer a cada uno.  Nos ganaron con merito, jugaron mejor.  No importa cuánto nos duela, nos ganaron meritoriamente.  Denles el crédito, salgan de la cancha y nos encontraremos de nuevo en el vestuario.  Ustedes han hecho un gran trabajo durante todo el año".  Su equipo puede haber perdido las finales de la NBA este año, pero Scott Brooks es un verdadero ganador.  

Incluso en el otro extremo de la cancha, al extremo ganador, donde el campeón de la NBA, LeBron James y el Miami Heat celebraban su reñida victoria, vimos otro ejemplo del valor de saber perder.  En una entrevista, LeBron James dijo, "Tuve que recorrer todo el camino a la cima y luego al punto más bajo de mi carrera, básicamente, para darme cuenta de lo que tenía que hacer como un atleta profesional y como persona.  Lo mejor que me pasó a mí el año pasado fue que perdimos la final y la forma en que jugué.  Fue lo mejor que me pudo pasar en mi carrera porque, básicamente, volví a lo básico.  Me humilló". 

Sepa perder. No importa dónde usted está en su vida hoy —si usted está en la cima del mundo o golpeando la roca en el fondo— úselo todo para bien, para mejorar, para ganar la próxima vez.  Es posible que esté bajo en este momento, pero nunca estará fuera.  Como he escuchado en el mundo de los deportes, "La pérdida de un juego es desgarradora.  Perder el sentido de la excelencia o de su propio valor es una tragedia".