Es duro escuchar que hay niños sujetos automáticamente a abusos sexuales, confinamiento en solitario, cacheos al desnudo, retenciones y abusos físicos que incluyen puñetazos, patadas y quemaduras.  

Es estremecedor escuchar el testimonio en primera persona de niños que cuentan la horrible brutalidad que sufrieron en manos de adultos, dejándoles secuelas en cuerpo, mente y alma.

Y para acabar de rematar el horror, un pequeño detalle:  todo esto ocurre en Filadelfia, y no en uno de esos países que los generales del ejército de EE.UU. castigan constantemente, como Cuba o Irán.

Hace poco, un grupo de jóvenes de Filadelfia se reunió en el patio de la Alcaldía para exponer los abusos que sufrieron mientras estaban dentro del sistema de justicia juvenil del estado.

Sus escalofriantes relatos fueron relatados en voz alta en un evento donde también se expusieron obras de arte creadas por los mismos jóvenes, y algunas de ellas contenían súplicas conmovedoras sobre sus sueños de una vida mejor.

Miembros de la organización “Juveniles For Justice” expusieron testimonios personales de prácticas que deberían ser inaceptables en una sociedad que se proclama civilizada, como América… prácticas como la reclusión prolongada en régimen de aislamiento, donde los menores son aislados durante días, a veces semanas, y solo tienen contacto humano con la persona encargada de traerles la comida.

Uno de los miembros de Juveniles For Justice explicó que fue puesto en confinamiento en solitario por gritarle a un miembro del personal que le había quemado la piel.

Los expertos reconocen que el régimen de aislamiento en solitario causa graves problemas psiquiátricos en los adultos. Está debilitación mental es mucho mayor - el doble - en los individuos menores de 20 años.

Juveniles For Justice es una iniciativa impulsada hace diez años por el Centro de Derecho de Menores de Filadelfia  (Philadelphia’s Juvenile Law Center) para ayudar a crear mejoras tanto en el sistema de justicia juvenil como en los jóvenes que se quedan atrapados en ese sistema.

Las obras de arte expuestas en el evento frente a la Alcaldía fueron realizadas por jóvenes encarcelados o que habían estado en prisión conjuntamente con el artista Mark Strandquist.  

En la actualidad hay en Filadelfia menos de mil jóvenes ingresados en centros institucionales o residenciales del sistema de justicia de menores.

Aunque se trata de una cifra muy inferior a los más de 202.000 estudiantes registrados en el Distrito Escolar de Filadelfia, su encarcelamiento tiene un coste financiero impresionante para la ciudad.  

El coste medio anual de ingresar a un joven en un centro institucional es de 70.000 dólares, en comparación al coste medio de un alumno registrado en el Distrito Escolar, que es de 12.500 dólares.

Los esfuerzos por aumentar la conciencia ciudadana sobre los feos efectos del  encarcelamiento juvenil, como el evento organizado en la Alcaldía, llegan en un momento en que la Administración Trump está tratando de apartar a los niños de los grupos de solicitantes de asilo que llegan a la frontera sur y meterlos a todos (algunos son meras criaturas) en centros penitenciarios parecidos a cárceles.

La cruel práctica de separación de familias que pretende llevar a cabo la Administración Trump para disuadir la inmigración expone otra gran hipocresía de esa demoledora cuadrilla de políticos que tanto defiende sus ideas conservadoras pro-vida/pro-familia.  

Otra acusación condenatoria de la no tan grande ameriKKKa de Trump proviene de un informe reciente de Naciones Unidas que denunciaba el “número sorprendentemente alto de niños que viven en la pobreza” en los Estados Unidos.

La pobreza es un predictor demostrado de una serie de problemas en los niños, incluidos los caminos que conducen a la delincuencia y luego al encarcelamiento, donde ocurren los abusos.

Sorprendentemente, los defensores de la ley y el orden persistentemente ignoran la realidad de que abusar de los jóvenes encarcelados es exactamente la lección equivocada que hay que enseñar si el objetivo es engendrar respeto por la ley.