¿Qué decimos?
La irresponsabilidad de lo que se publica y se escucha en los medios de comunicación se traduce en desinformación, y no sólo angustia al pueblo mexicano sino…
La irresponsabilidad de lo que se publica y se escucha en los medios de comunicación se traduce en desinformación, y no sólo angustia al pueblo mexicano sino que proyecta una imagen sumamente negativa del país. Comunicadores de radio, prensa y televisión han caído en las redes de la tentación del siglo: el amarillismo. Se comenta con pasión aquello que tenga mayor impacto negativo en el lector, radioescucha o televidente; aquello que venda más, o aumente el rating. Cambiar, modificar, maquillar e inventar información con fines de lucro es comunicación amarillista.
Nuestras circunstancias exigen una evaluación de toda información que recibimos: Las imágenes impuestas y las noticias maquilladas —distorsión interesada de la realidad— hacen necesario un examen de conciencia a fondo. Con el avance tecnológico en comunicaciones una mentira da la vuelta al mundo en fracción de segundos. La comunicación social es asunto delicado: obliga a medir el impacto que produce cada palabra. Cada una es transmitida instantáneamente a todos los rincones de la tierra. La especulación en la noticia, el uso inadecuado del lenguaje, la actitud cínica y la falta de especialización del comunicador producen una comunicación sensacionalista, pobre en ética profesional.
Nuestra estabilidad nacional y nuestras relaciones internacionales exigen alta fidelidad de todo comunicador social, cuya obligación es informar con toda fidelidad y con estricto apego a la verdad los acontecimientos del momento. Los sucesos suelen ser arropados con odios y prejuicios, y coloreados de mil tonalidades al distorsionar los hechos con interpretaciones ilegítimas. Es trabajo del comunicador social purificar los mensajes y despojarlos de contaminantes; desinfectar los comunicados de pasiones humanas y de intereses personales. Albert Einstein decía: "¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio".
Nuestra economía y nuestra política están en crisis. Cierto. Pero lo mismo sucede en los países más poderosos del planeta. En México son extraordinarios los avances que se han logrado en otras áreas, como ciencia y tecnología. El mal concepto de nuestro país que las grandes potencias del mundo se han formado ha sido moldeado por medios de comunicación mal informados. Es impresionante el número de comentaristas que han sido abrumadoramente negativos y pesimistas, por no decir despiadados, no sólo con respecto al futuro de México, sino también con respecto a la prosperidad y estabilidad de toda Latinoamérica.
Esa mala impresión nosotros mismos la hemos fomentado con los dimes y diretes. Eso conduce a actuar de manera negativa y pesimista: vemos, oímos y decimos sólo lo malo. Pero si somos justos al hacer tal evaluación, lo mismo podemos decir de la mayor parte de los países del mundo. ¿Qué decimos del gasolinazo? ¡Hacer manifestaciones! ¡Huelgas! No advertimos que el alza de combustible obedece no sólo al factor económico, sino al factor ambiental. El calentamiento global y los cambios climáticos nos exigen austeridad en el consumo de energéticos a todos los habitantes del planeta.
¡Se fue Calderón y llegó Peña Nieto y es lo mismo! ¡Otro gasolinazo! El rumor se convierte en el pan nuestro de cada día. Rumores van, rumores vienen. Lo que decimos de nuestra nación se repite en todos los periódicos y noticieros del mundo. Afectan nuestra economía, nuestro prestigio, nuestra confianza. Es grave perjudicar el buen nombre y el honor de las personas; es funesto acabar con la confianza y estabilidad de una nación. Al fomentar el juego de los rumores, corremos el riesgo de perder, inclusive, la soberanía del país. Las malas lenguas tienen mayor poder destructivo que las balas de un cañón. ¡Cuidado! Podemos acabarnos la patria a lengüetazos.
"Un comunicador responsable se apoya en un código de ética ante una sociedad cada vez más exigente, más crítica y más analista. Escrupuloso en el respeto de la verdad, crítico con fundamento, vigilante de los valores morales. Recuerda que diariamente le toca 'juzgar' a los hombres y a sus actos. Cumplir con su responsabilidad social con sencillez, exactitud, originalidad, claridad y brevedad." (Guillermina Baena Paz)
"Nada califica tanto a un país como sus comunicadores, y nadie tiene un poder tan decisivo para impartir moral y educación a un pueblo como ellos." José Luis Jáquez Balderrama, doctorado en Ciencias de la Información.
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