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Que coman pastel: Los republicanos de la cámara baja votan por la derogación total de la ley de atención médica asequible

Aunque es algo que casi seguramente se le atribuye erróneamente, a Marie Antoinette se le ha recordada por años por las palabras “Que coman pastel” –su…

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Aunque es algo que casi seguramente se le atribuye erróneamente, a Marie Antoinette se le ha recordada por años por las palabras “Que coman pastel” –su presunta respuesta al ser informada que los campesinos franceses morían de hambre y no tenían pan que comer. Sólo podemos esperar que el elector estadounidense recuerde que 239 republicanos (ningún demócrata cruzó las líneas partidarias) votaron a favor de la derogación total de la Ley de atención médica asequible (ACA por sus siglas en inglés) sin establecer alguna alternativa viable para los millones de estadounidenses cubiertos por dicha ley. Ni, de hecho, alternativa viable alguna para quienes aún no están asegurados (el 22 por ciento de la población no estaba asegurada antes de la ACA; 15 continúa sin seguro) en una nación que insiste cabezudamente en pregonar soluciones del mercado privado a pesar del evidente enriquecimiento ilícito corporativo.

Un artículo del New York Times de 2013 muestra que los costos de procedimientos médicos en los Estados Unidos están horriblemente inflados. Un angiograma en los EE.UU., por ejemplo, cuesta un promedio de $9014, en comparación con $35.00 en Canadá. La cirugía para reemplazo de cadera le costará a un estadounidense un promedio de $40,364, mientras en España cuesta $7,731. Una prescripción de Lipitor aquí, en los EE.UU., cuesta $124, mientras que en Nueva Zelanda cuesta $6. En la India, el costo de los medicamentos necesarios para el tratamiento del Hepatitis C es de $1,800, mientras que en los Estados Unidos el costo del mismo tratamiento, de los mismos medicamentos es de $84,000.  Evidentemente hay un margen de ganancia repugnante e inmoral integrado en esos costos. No es sorprendente que el 62 por ciento de las quiebras personales en los EE.UU. son provocadas por los gastos médicos, aunque el 75 por ciento de quienes se declaran en quiebra cuentan con seguro médico privado (según el Dr. Oliver Fein, defensor de la cobertura universal, sobre la base de datos del año 2009).  

Pero,... ¿que coman pastel, verdad?

A pesar de nuestros elegantes discursos sobre ser una nación de igualdad de oportunidades e igualdad de trato en virtud de la ley, nuestra prestación de atención médica antes de la ACA era absolutamente discriminatoria –siendo el seguro, la asegurabillidad y los medios para pagar, los principales factores determinantes en la calidad de, acceso a, y al final de cuentas la recepción de la atención. 

La ACA es, sin duda, una solución aún imperfecta –aunque existen algunos subsidios, especialmente en los estados que optaron por la expansión de Medicaid, la cobertura ni es universal ni gratuita—pero sí avanzó mucho en asegurar que quienes nunca han podido tener seguro médico podrían por lo menos tener la esperanza de hacerlo sin tener que destinar todo su ingreso familiar al pago del mismo. Los Republicanos en el Congreso han impugnado la ACA ya más de 50 veces, porque… que coman pastel.  

Según la Henry J. Kaiser Family Foundation, “en 2013, el 61 por ciento de los adultos no asegurados dijo que la razón principal por la que no estaban asegurados era porque el costo era demasiado alto… muchas personas no tienen acceso a cobertura a través de su empleo y los vacíos en la admisibilidad para la cobertura pública en el pasado han dejado a muchos sin una opción asequible”.

Entre los no asegurados, el 44 por ciento tiene entre 18 y 34 años de edad; el 33 por ciento son Latinos, y un 11 por ciento dice que aún con la ACA, el seguro médico aún es demasiado costoso. Según un informe del Transamerica Center for Health Studies de finales de 2014, “aún sin el costo del pago de primas, la población no asegurada dice que lucha con los costos médicos. Sólo el 22 por ciento dijo que podían costear sus gastos médicos de rutina, como las visitas al médico y los medicamentos”. 

Somos una de las muy pocas naciones en “el mundo desarrollado” que depende del seguro privado en vez de ofrecer atención médica gratuita y universal a todos sus ciudadanos. Los argumentos en contra de “gratuita y universal” generalmente tienen que ver con el costo y calidad de la atención. Pero nuestro gobierno gastó más en la atención médica administrada en forma privada e irregular –antes de la ACA—que los países con planes gratuitos y universales; alrededor de $8,233 por persona en 2010, que es el doble de lo que gastaron Francia, Gran Bretaña y Suecia. 

El argumento respecto a la calidad de la atención médica sólo tiene validez si uno puede obtener la atención… y para 41 millones de estadounidenses no asegurados, así como esos cerca de 10 millones que actualmente tienen cobertura gracias a la ACA, eso no es más seguro de lo que era el pan para las masas francesas que sufrían de hambruna en la época de Marie Antoinette. 

Quizá los Republicanos que votaron para derogar la ACA (tres Republicanos votaron en contra de la derogación) debieran recordar lo mal que terminó ese sentimiento de “que coman pan” para Marie Antoinette) y su esposo, el Rey Louis XVI). Aún si el Congreso dirigido por los republicanos no logra derogar la ACA exitosamente (Obama ha dicho que vetará el proyecto de ley), la opción de buscar el bienestar de las corporaciones (la ganancia promedia devengada por las compañías farmacéuticas en 2012 era de $71.1 mil millones) a expensas de los estadounidenses comunes (aquellos cuyo ingreso familiar promedio fue de $51.371 en 2012) se tendrá en cuenta.

Especialmente al momento de las elecciones presidenciales de 2016.  ¿Qué tal si nos empezamos a referir a eso como “la guillotina”?