Póquer al estilo Texas
SAN DIEGO -- En el profundo corazón de Texas, encontramos una de las contiendas electorales más importantes del país para 2012.
Será un
espectáculo doloroso para los demócratas, porque hay dos candidatos viables
que, probablemente, terminen agarrándose a trompadas. Pero será educativo,
especialmente para los latinos.
Saben,
cuando se trata de potenciar a las minorías, los demócratas liberales creen que
las palabras son más fuertes que las acciones; especialmente si esas acciones
involucran dejar la vía libre, postergar las ambiciones de uno y permitir que
otra persona acapare la atención del público.
El país
aprendió esta lección durante la campaña presidencial de 2008, cuando la
candidata demócrata, Hillary Clinton, se negó a dejar la vía libre para Barack
Obama. De hecho, algunos de sus sustitutos —entre ellos, Bill Clinton— cayeron
tan bajo como hasta utilizar expresiones raciales codificadas para atacar a la
persona que más tarde se convirtió en el primer presidente negro.
Ahora,
se prepara una batalla épica en el Estado de la Estrella Solitaria, donde el
representante Lloyd Doggett, demócrata de Austin, está tan desesperado por
seguir siendo congresista que abandonará el distrito que ahora representa para
mudarse al Distrito Electoral No.35, recientemente creado. Incluye parte de
Austin, barrios de densa población latina en San Antonio y algunos pueblos
pequeños en el medio.
Este
congresista de 64 años, que ha ejercido su puesto durante nueve períodos, está
aprovechándose de las cifras. El nuevo distrito es más sólidamente demócrata
que lo que queda del actual distrito de Dogget, lo que significa que no tendrá
que esforzarse tanto para ganar la elección general. Si se queda donde está, su
destino al enfrentar a un fuerte adversario republicano podría ser más
incierto.
El
problema es que, el Distrito No. 35 no se creó para alguien como Dogget. Con
más de un 80 por ciento latino, es lo que los políticos llaman un "distrito de
oportunidad" —creado con la intención de aumentar la representación latina en
el Congreso.
De
hecho, se podría decir que fue diseñado para alguien como el adversario de
Doggett, el representante del estado, Joaquín Castro, una estrella ascendente
de 36 años del Partido Demócrata y hermano mellizo del alcalde de San Antonio,
Julián Castro.
Es un
triste comentario que el sistema político tenga que tomarse el trabajo de crear
distritos especiales latinos, sin los cuales podría haber sólo un puñado de
miembros latinos en el Congreso.
Pensándolo
bien, sólo hay un puñado. Los latinos representan más del 16 por ciento de la
población estadounidense. Sin embargo constituyen sólo 24 miembros entre los
435 de la Cámara de Representantes (5,5 por ciento), y dos entre los 100
miembros del Senado (2 por ciento).
También
vale la pena señalar que, por lo menos en los últimos 20 años, el partido
político que ha presionado más a menudo para que se creen distritos latinos ha sido el Partido Republicano.
Los republicanos consideran que les conviene concentrar a los electores latinos
en un distrito, en lugar de tenerlos desparramados en varios de ellos y ayudar
allí a los demócratas. No es de sorprender que los demócratas sostengan lo
opuesto y prefieran que los latinos estén dispersos en varios distritos, en
lugar de crear un único distrito latino.
Y, a
veces, los republicanos gozan de un placer perverso al observar a demócratas
blancos como candidatos en distritos mayoritariamente latinos. Es difícil que
ocurra eso sin parecer cobarde e hipócrita. Después de todo, ¿no son los
liberales los que nos sermonean sobre cómo debemos proveer de más oportunidades
a las minorías?
Dogget,
un liberal según parámetros de Texas, no parece haber comprendido el mensaje.
Ha convertido burdamente lo que debería haber sido algo positivo para los
demócratas en un bochorno.
Dogget
presentó una demanda desafiando el mapa de redistribución de distritos, para
tratar de salvar su actual distrito, pero todo cambio afectaría también al
Distrito 35 —cuya constitucionalidad también ha sido cuestionada. Su demanda
fue recientemente consolidada con la
de defensores de minorías, quienes también están desafiando el nuevo mapa,
porque piensan que no crea suficientes distritos minoritarios. Aún así, no se
les escapa a los latinos que, antes de la consolidación, Doggett estaba
satisfecho con limitar su desafío legal a su distrito, en lugar de apoyar la
demanda de los otros en todo el estado.
El
congresista ha tildado el mapa de redistribución de "una atroz violación de la
Ley de Derechos al Voto", creada para "estafar a hispanos y afroamericanos
privándolos de representación".
He ahí
el dilema de Doggett quien, al presentarse como candidato contra Castro, en un
distrito predominantemente latino, debe convencer a los latinos de que la forma
de asegurar su representación es impedir que se representen a sí mismos.
(c) 2011, The Washington
Post Writers Group
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