Permutaciones en la reforma migratoria
Recientemente, docenas de representantes de las comunidades empresarial, religiosa y legal se reunieron en Washington para declarar que la reforma migratoria…
Recientemente, docenas de representantes de las comunidades empresarial, religiosa y legal se reunieron en Washington para declarar que la reforma migratoria integral debe ser el primer asunto a tratar en el Congreso.
Estoy de acuerdo con ese objetivo, y con el calendario. Y hasta pensé en unirme a esos individuos en esa reunión. Después me di cuenta de que puedo aprender más sobre la realidad de la reforma migratoria hablando con mi jardinero.
Más adelante les contaré mi conversación.
Pero primero, si las locuras y caprichos de estados como el de Arizona nos enseñaron algo, fue que la solución de nuestro problema migratorio debe venir de Washington. Y sin embargo, hay algo que está claro para los que seguimos de cerca el debate migratorio: el último lugar que producirá una solución viable para este asunto probablemente sea Washington.
La capital de nuestra nación está llena de individuos —en el gobierno, los medios y los grupos de incidencia— que están seguros de tener todas las respuestas. No les entra en la cabeza que, cuando se trata de la inmigración, saben menos que los habitantes de Brownsville, Texas, o Pueblo, Colorado, o Tucson, Arizona.
El año pasado, mientras el Congreso debatía un proyecto de ley del Presidente del Comité Judicial de la Cámara, Lamar Smith, republicano por Texas, en el que era obligatorio que los empleadores verificaran la categoría migratoria de empleados potenciales mediante E-Verify —un sistema electrónico de verificación de empleo del gobierno federal, que está lejos de ser perfecto— visité una huerta de aguacates al norte de San Diego. El dueño me dijo que la ley acabaría con su industria, porque la mayoría de los campesinos que cosechan el aguacate son indocumentados. Pero no se inquietaba, dijo, porque "tenemos gente en Washington que está trabajando para nosotros en eso". Y poco después, Smith introdujo una excepción de tres años para la industria agrícola, relativa al requisito de la verificación.
Ahora, cuando el Congreso vuelva a poner en marcha el debate migratorio, habrá tergiversaciones y maniobras. Smith está de vuelta. Recientemente bajo su presión logró que se aprobara en la Cámara su Ley STEM de Puestos de Trabajo, que simplemente permuta 55.000 "visas de diversidad" para gente de países sub-representados, a 55.000 visas para estudiantes extranjeros, que obtengan títulos avanzados en Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas.
Es la táctica de supervivencia que utilizan en el Congreso cuando deben tratar temas espinosos. Los legisladores dan la apariencia de que están haciendo algo cuando en realidad no hacen casi nada.
Nada de ello pareció importarle mucho a mi jardinero, quien es residente legal pero tiene familia, amigos y vecinos que son indocumentados. No le importa la ciudadanía ni la posibilidad de votar. Lo que sí le importa —y lo que dice que importa a muchos de sus hermanos indocumentados— es un documento diferente: una licencia de conducir. Sin ella, los inmigrantes latinos en California arriesgan que les remolquen su coche cada vez que la policía los para por pasarse un semáforo o tener un foco roto. Pueden recuperar el auto, pero les cuesta cientos de dólares, más una multa por manejar sin licencia. Y si son indocumentados, es probable que los deporten.
Ése no es el ámbito federal. Los estados son los que expiden las licencias de conducir. Pero quizás el Congreso podría allanar el camino. Es decir, si a sus miembros les importa realmente brindar a los inmigrantes lo que éstos quieren, en lugar de decirles lo que deberían tener. Además, ¿cuál es el objeto de que los demócratas y los grupos de incidencia se pongan duros para que el Congreso conceda la ciudadanía, si por ese motivo todo el debate sobre la legalización fracasa?
Pero ésa sólo fue una conversación con un jardinero. ¿Qué sabe, él? Los cerebros de Washington reflexionan sobre la experiencia del inmigrante en Estados Unidos. Él la está viviendo.
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