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OP-ED: Trump y el despreciable negocio de las prisiones privadas

OP-ED: Trump y el despreciable negocio de las prisiones privadas

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Él se considera un regalo de Dios a la Tierra, pero en realidad Donald Trump, con su aire de perdonavidas, no es otra cosa que un racista furibundo que suele mentir sin el menor pudor. Y por si eso fuera poco, el candidato republicano a la presidencia apoya el despreciable negocio de las prisiones privadas.

“Creo que podemos hacer muchas privatizaciones, y las prisiones privadas parecen trabajar mucho mejor”, Trump le dijo al comentarista de MSNBC, Chris Matthews el mes pasado cuando este le preguntó cómo planeaba reformar el sistema carcelario del país en caso de llegar a la Casa Blanca.

Sí, tiene razón Trump, las prisiones privadas trabajan mucho mejor, pero solamente para las corporaciones que ganan millones de dólares a costa del sufrimiento de miles de familias indefensas.

Tiene sentido que alguien como Trump, que odia a los inmigrantes, favorezca un negocio tan vergonzoso como ese. Después de todo se pueden obtener inmensas ganancias encarcelando a tantos niños y mujeres inmigrantes como sea posible aunque su único “crimen” haya sido creer –equivocadamente por cierto— que podrían encontrar refugio seguro en EE.UU. tras escapar del terror que asola sus países.

“Estamos complacidos con nuestro desempeño financiero en el primer trimestre…”, afirmó en un repugnante comunicado de prensa Damon Hininger, presidente de Corrections Corp. of America (CCA). “Nuestro desempeño financiero estuvo impulsado principalmente por una demanda mayor por parte de nuestros socios federales, notablemente Immigration and Customs Enforcement”.

En pocas palabras, CCA, la corporación de prisiones privadas más grande del país, recibió millones de ICE, es decir de los contribuyentes, por encarcelar a mujeres y niños indefensos en condiciones inhumanas.

“Estamos complacidos”, se regodeó Hininger. No era para menos. CCA ganó $447.4 millones el primer trimestre de este año. Un aumento del 5 por ciento sobre el mismo período del año pasado. Y no es que los ingresos del 2015 —¡$1,790 millones!— fueran nada despreciables.

“El aumento en los ingresos puede atribuirse principalmente a un contrato en el South Texas Family Residential Center…,” añadió el comunicado de prensa. Localizado en Dilley, Texas, el edificio, que tiene capacidad para 2.400 camas, se usa mayormente para encarcelar a mujeres y niños centroamericanos.

La segunda mayor corporación de prisiones privadas, el GEO Group, también tuvo mucho que celebrar. Sus ganancias aumentaron en $136 millones, una subida de nada menos que 17 por ciento sobre el año anterior. El aumento se debió en gran medida a haber añadido más de 600 camas a otro “centro residencial”, en Karnes, Texas.

Defensores de los inmigrantes han acusado a ambos centros de detención de múltiples violaciones de los derechos humanos.

“CCA y el GEO Group están obteniendo grandes ganancias de la detención de familias”, afirmó Bob Libal, director ejecutivo de Grassroots Leadership, una organización nacional basada en Austin, Texas que trabaja para acabar con el negocio de las prisiones privadas.

El concepto mismo de prisiones privadas es repugnante, y repugnante –aunque no sorprendente— es que Trump favorezca un abuso tal de mujeres y niños que merecen que se les trate como lo que son: refugiados.

Bajo la presidencia de Hillary Clinton o de Bernie Sanders, las prisiones privadas estarían en peligro. Ambos se oponen a las mismas.

“Desde mi punto de vista, no se les debe permitir a corporaciones obtener ganancias construyendo más cárceles y manteniendo a más americanos tras las rejas”, ha afirmado.

Sanders con su habitual contundencia. “La justicia criminal y la seguridad pública sonresponsabilidad de los ciudadanos de nuestro país, no de corporaciones privadas, y deben ser llevadas a cabo por esos que responden a los votantes y no a los inversionistas”.