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Durante la campaña, Trump parecía estar sumamente reflexivo en cuanto al rol de Estados Unidos en el Medio Oriente. “Esto no significa que casi siempre esté yo hablando, bueno, porque soy muy proactivo”, dijo una vez al respecto. EFE
Durante la campaña, Trump parecía estar sumamente reflexivo en cuanto al rol de Estados Unidos en el Medio Oriente. “Esto no significa que casi siempre esté yo hablando, bueno, porque soy muy proactivo”, dijo una vez al respecto. EFE

[OP-ED]: Trump tropieza con otra década de guerra en el Medio Oriente

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Trump asumió su mandato con un escepticismo alentador acerca de la política estadounidense hacia la región. “Todo el que ha tocado el Medio Oriente se ha estancado ... Estamos estancados”, dijo durante la campaña. Pero Trump también se ve a sí mismo como un hombre duro. En sus manifestaciones, juró repetidas veces “quitar la m ... del” Estado Islámico. Ahora que se encuentra en la Casa Blanca y se ha rodeado de un conjunto de generales, su instinto machista parece haber triunfado. La administración ha mejorado sus operaciones militares alrededor del Medio Oriente, desde Siria a Yemen, Afganistán y Somalia, más tropas, más bombardeos, más misiones. Sin embargo, ¿Cuál es la estrategia subyacente?

En la lucha contra el Estado Islámico, fuerzas estadounidenses han iniciado ataques de forma agresiva que resultaron en un crecimiento considerable en muertes civiles en Irak y Siria. Y en un aumento drástico, esta semana Estados Unidos derribó un avión de guerra sirio, lo cual colocó a Washington en un curso de colisión con el aliado de Siria, Rusia, con la posibilidad real de hostilidades militares estadounidenses-rusas. Peor aún, no resulta claro cómo esta beligerancia hacia el régimen de Bashar Assad logrará la declarada misión única de la participación de Estados Unidos en Siria: derrotar al Estado Islámico. Lógicamente, si Assad se debilita, las fuerzas opositoras principales (varios grupos militares islamitas, incluyendo al Estado Islámico), se fortalecerán. El agravante de la incoherencia resulta que la administración explicó que mientras había atacado a las fuerzas de Assad, no luchaba contra el régimen de Assad y el derrocamiento fue simplemente un acto de “autodefensa colectiva” y que las tropas de combate estadounidense no se pudieron encontrar a sí mismas en el terreno en Siria. 

En Afganistán, Trump ha delegado los detalles de una mini-oleada de 4.000 tropas más al secretario de defensa James Mattis y a otros líderes militares con experiencia. No obstante, hay límites a la perspectiva de incluso generales distinguidos. Los oficiales militares le pueden decir a uno, por ejemplo, si pueden con una colina. Pero ¿Acaso tomar esa colina sirve para la estrategia más amplia de Estados Unidos? ¿Acaso esa colina puede llevarse a cabo con un costo razonable? ¿No será que esa misión los distrae de otros intereses estadounidenses mayores alrededor del mundo? Esas preguntas deben ser contestadas por el comandante en jefe. 

Estados Unidos ha estado en Afganistán por 16 años. Ha tenido varios aumentos en números de tropas y ha invertido casi un billón de dólares en ese país. El año pasado, la ayuda de Estados Unidos para Afganistán fue equivalente a cerca del 40 por ciento del PBI de esta nación. Sin embargo, Mattis admite que Estados Unidos “no está ganando”. ¿Qué lograrán 4.000 tropas adicionales que 130.000 tropas no pudieron? 

En Yemen, Estados Unidos participa más activamente en un conflicto que tiene poca conexión con la guerra contra el terror islámico radical. Con la última venta de armas , Washington está fomentando aún más la guerra indirecta de Arabia Saudita contra Irán, una guerra que ha tenido como consecuencia que el reino se encuentre en una alianza de facto con Al Qaeda en Yemen. Parece probable que el nuevo príncipe de la corona de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman persista en este conflicto, aún si ha ido mucho peor de lo que se esperaba y ha resultado en una catástrofe humanitaria. En Yemen, un niño muere debido a causas prevenibles cada 10 minutos, de acuerdo a UNICEF, y el país más pobre del mundo árabe ha sido convertido en un caos en donde los grupos terroristas competirán durante décadas. 

En casi toda situación en la cual participan las fuerzas estadounidenses, las soluciones son más políticas que militares. Esto es ciertamente verdad en lugares como Siria y Afganistán donde varios poderes regionales, con intereses profundos han adoptado posiciones y han esparcido su influencia. La fuerza militar sin una estrategia y un proceso político y diplomático profundamente comprometido, está destinada al fracaso, tal vez incluso a producir una serie de consecuencias no intencionadas; presenciemos la última década y media.

Durante la campaña, Trump parecía estar sumamente reflexivo en cuanto al rol de Estados Unidos en el Medio Oriente. “Esto no significa que casi siempre esté yo hablando, bueno, porque soy muy proactivo”, dijo una vez al respecto. “Sin embargo, me relajaría y (diría), veremos qué está sucediendo”. Sí. Luego de 16 años de guerra continua, cientos de miles de muertos, billones de dólares y una mayor inestabilidad regional, alguien en Washington necesita preguntarse, antes del próximo bombardeo o despliegue: ¿Qué está sucediendo?

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