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En alguna medida, el futuro de Estados Unidos depende de Donald Trump. Pero depende aun más de cómo evolucionan estas tendencias económicas—cómo les hacemos frente y si nos convertimos en una sociedad más cohesiva o más conflictiva. Trump no es nuestro destino. Para mejor o para peor, nosotros lo somos.
En alguna medida, el futuro de Estados Unidos depende de Donald Trump. Pero depende aun más de cómo evolucionan estas tendencias económicas—cómo les hacemos frente y si nos convertimos en una sociedad más cohesiva o más conflictiva. EFE

[OP-ED]: Trump no es nuestro destino

Ha llegado el momento de tomarnos un breve receso de Trump. Sea lo que sea que uno piense de él, no hay duda de que domina el ciclo de las noticias. Parecemos…

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Un nuevo informe del Comité Económico Conjunto del Congreso (JEC, por sus siglas en inglés) nos recuerda eso. El informe examina el “capital social” de la nación. El capital social es un oscuro término académico que, esencialmente, significa la capacidad de los humanos de trabajar y entretenerse juntos—de cooperar y conectarse unos con otros. Cuanto más fuerte es el capital social de una sociedad, menos aislada e impotente se siente la gente. La novedad al respecto es una advertencia: nuestro capital social se está reduciendo. 

El estudio del JEC evaluó el capital social en cuatro ámbitos—vida familiar, lugar de trabajo, religión y comunidad—y halló que se está debilitando en las cuatro áreas. He aquí un breve resumen de las conclusiones del informe, que se basan en estudios académicos y encuestas de opinión pública. 

--Vida familiar: Los matrimonios han disminuido; los nacimientos de madres solteras han aumentado. En 2015, casi un tercio de todos los niños (31 por ciento) eran criados por padres solos o por ningún padre, mientras que en 1970 esa cifra era del 15 por ciento. En el mismo período, los nacimientos de madres solteras saltaron de un 11 por ciento de todos los nacimientos a un 40 por ciento. Las tasas de casamiento cayeron. En 1970, había 76,5 matrimonios por cada 1.000 mujeres solteras mayores de 15 años; para 2015, la tasa era de 32. 

--Trabajo: La principal tendencia fue la entrada gradual de millones de mujeres al mercado laboral. En 2015, el 74 por ciento de la mujeres en la edad más activa de trabajo (25 a 54 años) formaban parte de la fuerza laboral, mientras que en 1948 la tasa era del 35 por ciento. Sin embargo, hubo costos sociales. Hubo más “dependencia de mercados para el cuidado de los niños” y el trabajo voluntario “de base comunitaria” sufrió. Mientras tanto, crecientes números de hombres no especializados abandonaron la fuerza laboral. 

--Religión: Menos estadounidenses sienten lealtad a una religión organizada. A principios de la década de 1970, alrededor de siete de cada 10 adultos eran miembros de una iglesia o sinagoga y un poco menos de la mitad asistía a los servicios por lo menos una vez al mes. Ahora, sólo un poco más de la mitad (55 por ciento) es miembro de iglesias o sinagogas y la asistencia mensual cayó a alrededor de un 40 por ciento.

--Comunidad: Hubo una gran erosión de la confianza pública. En las encuestas Gallup, sólo un 36 por ciento tienen “una gran” o “bastante” confianza en la Corte Suprema, pero esa tasa es más alta que en las escuelas (30 por ciento), los bancos (27 por ciento), los diarios (20 por ciento), las empresas (18 por ciento) y el Congreso (6 por ciento). Además, la porción de la población en edad electoral que se registró para votar cayó de un 72 por ciento en 1972 a un 65 por ciento en 2012. 

Las instituciones que proveen de estabilidad social y satisfacción personal parecen estar en retirada. El hecho de que un tercio de los niños esté siendo criado por padres solos no puede ser positivo. Como tampoco la pérdida de confianza en las principales instituciones. A medida que las instituciones privadas se debilitan, la presión para que el gobierno llene ese vacío crece, pero el efecto es que se exigen más cosas del gobierno de las que éste puede brindar, lo que contribuye a su falta de popularidad. 

Recuerden, sin embargo, que algunos de estos cambios también crearon grandes beneficios. El ingreso de la mujer en la fuerza laboral remunerada elevó los ingresos familiares y proporcionó carreras satisfactorias a millones. Debemos también cuidarnos de exagerar los efectos adversos. El estudio del JEC informa que los padres aun pasan la misma cantidad de tiempo con sus hijos que antes, a pesar de las presiones de equilibrar el trabajo y la familia. En forma similar, un estudio muestra que hubo un aumento en algunos tipos de voluntariado desde la década de 1970. 

Quizás un crecimiento económico un poco más rápido y salarios más altos aliviarían algunas tensiones sociales y económicas. Pero el crecimiento económico no es una panacea para todos los problemas y preocupaciones. En verdad, paradójicamente, la mayor riqueza y prosperidad son las causas de parte de nuestro descontento, como lo reconoce el informe del JEC. 

“Los aumentos en las familias de doble ingreso y de padres solos reflejan la creciente riqueza de nuestra nación, no las crecientes penurias,” dice. “Las innovaciones tecnológicas redujeron la cantidad de tiempo que lleva mantener una casa. ... Incluso el aumento de los padres solos refleja una creciente riqueza. Más mujeres pueden mantener a sus hijos solas ... debido al aumento de sus ingresos. También, la red de seguridad pública para los padres solos, aunque de ninguna manera permite una existencia espléndida, es suficientemente generosa para facilitar criar a un hijo, solo.” 

En alguna medida, el futuro de Estados Unidos depende de Donald Trump. Pero depende aun más de cómo evolucionan estas tendencias económicas—cómo les hacemos frente y si nos convertimos en una sociedad más cohesiva o más conflictiva. Trump no es nuestro destino. Para mejor o para peor, nosotros lo somos.