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El presidente entrante prometió una reforma. Pero primero Moreno debe sacar del país a su conflictivo invitado para evitar que Assange absorba todo el aire de la débil presencia de Ecuador en la escena mundial. 
El presidente entrante prometió una reforma. Pero primero Moreno debe sacar del país a su conflictivo invitado para evitar que Assange absorba todo el aire de la débil presencia de Ecuador en la escena mundial. 

[OP-ED]: ¿Se librará el nuevo presidente de Ecuador de Julian Assange?

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No hace mucho, alguien me preguntó de dónde era, y cuando respondí que mi familia paterna proviene de Ecuador, la persona dijo: “¿De verdad? Como el tipo de ‘Mork and Mindy’?”

No, eso sería “Exidor”, y se trataba de un adlátere ficticio, no de un país. 

Lamentablemente, cuando el mayor productor de bananas del mundo llega a los titulares internacionales, pocas veces es por algo bueno. 

Por ejemplo, en 2012, la República de Ecuador conmocionó al mundo cuando prometió erradicar unas 80 “clínicas” de conversión de gays, en las que se privaba de alimentos y se torturaba a hombres y mujeres gay en un esfuerzo para que se volvieran heterosexuales. Ese mismo año clausuró unas 24 universidades que operaban desde garajes y tiendas. 

Fue un gran año para el diminuto país andino. Ese verano, el fundador de WikiLeaks, Juian Assange, entró en la Embajada de Ecuador en Londres en busca de asilo político de los gobiernos de Estados Unidos y Suecia, que estaban tratando de detenerlo, respectivamente, por la publicación de secretos militares y diplomáticos, y por acusaciones de violación y abuso sexual de dos mujeres en 2010. 

¡Y Assange todavía está allí!

Está aún por verse si podrá seguir refugiándose en el país. 

Ahora han recibido a Lenin Moreno, el presidente electo de Ecuador, con tanto entusiasmo como a nuestro Donald Trump. 

Las encuestas mostraron que el rival de Moreno, Guillermo Lasso, estaba ganando. En cuanto se determinó que Moreno había ganado, se dijo que había habido presuntamente 592.350 votos fraudulentos, además de “irregularidades” en las casillas de votación, y se exigió un recuento. 

“Dentro del país, toda institución asignada para asegurar una votación justa está controlada por [el actual presidente Rafael Correa]. A la gran mayoría del resto del mundo no le importa. Aquellos a quienes sí les importa, respaldan al caudillo”, escribió la columnista para las Américas del Wall Street Journal, Mary Anastasia O’Grady. “Para robar una elección, un gobierno necesita un poder interno sin controles e imbéciles voluntarios en el exterior. El Sr. Correa tiene ambas cosas a su disposición.”

Sin embargo, los medios noticiosos de Ecuador reportan que aunque fue una contienda reñida, Moreno reemplazará a su estrecho aliado Correa—quien, siempre puedo decir con orgullo—obtuvo su doctorado en Economía en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. El propio legado de Correa presenta una disminución de la pobreza pero también severas medidas contra los medios del país. 

Moreno—que será el único dirigente de un país que use una silla de ruedas—comparte gran parte de la ideología de Correa, pero no su afinidad con Assange. 

Los dos ya chocaron después de que Assange enviara por tweet un mordaz mensaje al perdedor conservador de la contienda, que había prometido sacar a Assange de una oreja si resultaba electo: “Invito cordialmente a Lasso a irse de Ecuador en 30 días (con o sin los millones de su refugio fiscal)”. 

Moreno prometió continuar proporcionando asilo a Assange pero sentó el tono rápidamente en una de sus primeras conferencias de prensa, declarando, “El Sr. Julian Assange debe respetar la condición [del asilo] en el que está y no entrometerse en la política ecuatoriana.” 

Es un marcado contraste con la relación de compinches que tenía Assange con Correa, quien lo consideraba un camarada de la persecución estadounidense. Quizás sea un refrescante desarrollo de los hechos para el pequeño país de 16 millones de habitantes.

Ecuador tiene un montón de problemas: Su nuevo presidente apenas si llegó al poder y ya enfrenta un país políticamente polarizado, en que casi un cuarto de sus habitantes vive en la pobreza. La economía está flaqueando. Y la corrupción y los sobornos se consideran como impedimentos para la estabilidad nacional—como ejemplo, el Departamento de Justicia de Estados Unidos expresó recientemente que funcionarios ecuatorianos recibieron 33,5 millones de dólares en sobornos de conglomerados petroleros brasileros entre 2007 y 2016. 

El presidente entrante prometió una reforma. Pero primero Moreno debe sacar del país a su conflictivo invitado para evitar que Assange absorba todo el aire de la débil presencia de Ecuador en la escena mundial. 

Sería maravilloso que el país de las Islas de los Galápagos y el nacimiento de la teoría de la evolución, ganara atención internacional por su liderazgo en asuntos tales como la transparencia gubernamental, la protección del medio ambiente y la aceptación de los discapacitados—en lugar de ser una mera nota al pie de página en la saga de un provocador político.

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