Mauricio Pochettino es uno de los mejores defensas centrales que he visto. Ir al ya demolido estadio de Sarriá, en el barrio de la zona alta de Barcelona, para seguir en directo al bravo jugador argentino era todo un gozo. Pochettino llegó al club blanquiazul, el modesto de la capital catalana, en 1994 e inmediatamente se convirtió en el puntal del equipo. Anulaba a los mejores delanteros rivales, marcaba goles clave de cabeza, subiendo a rematar en acciones de falta o tiros de esquina, y era el claro líder del grupo, tanto dentro como fuera de la cancha. La andadura del argentino en el Español concluyó con un enorme premio, al ganar su club la Copa del Rey del año 2000 en Valencia, venciendo 2-1 al Atlético de Madrid.

Tras su periplo en el conjunto catalán, Pochettino probó suerte en la liga francesa y volvió para retirarse como jugador activo en el Español, ganando otra Copa del Rey (4-1 al Zaragoza). La afición blanquiazul sabía que se trataba más de un hasta luego que de un adiós. Los dotes de líder que poseía el argentino y su saber hacer sobre el campo apuntaban a que sería pronto un entrenador destacado.

Y así fue. A mediados de la temporada 2008-09, el Español se encontraba en el último lugar de la tabla y decidió dar la alternativa al argentino para dirigir los destinos del equipo desde el banquillo. El resultado fue espectacular. Los blanquiazules no solo salieron del sótano, sino que acabaron la campaña en la décima posición.

Pochettino registró una de sus grandes hazañas esa temporada en una fría noche de finales de febrero. En el mismísimo Nou Camp, el Español dio la gran campanada, derrotando 2-1 al poderoso rival de su ciudad. Dos goles del que fuera mediocampista del Barça, Iván de la Peña, marcaron la diferencia. La sorpresa fue mayúscula. El argentino acabó con una racha de 23 partidos sin perder que había sumado hasta ese momento el genial entrenador local, Pep Guardiola.

Después de tres temporadas en el Español, Pochettino respondió a los cantos de sirena emitidos desde la Premier League. Fichó en principio por el Southampton y acabó en 2014 en el Tottenham, donde ha devuelto al conjunto londinense a la élite del soccer inglés. Sus principales armas siguen siendo la capacidad de liderazgo y de motivación, las cuales, sumadas a la confianza que está dando a jugadores jóvenes, tienen a los Spurs en estos momentos en la segunda posición de la Premier League, por delante de grandes potencias como Manchester United, Arsenal y Liverpool.

Este fin de semana la historia se volvió a repetir en el primer duelo entre los dos grandes managers en tierras británicas. Guardiola llegaba con su nuevo y flamante Manchester City, líder de la Premier League con 18 puntos en seis jornadas. El entrenador español no había perdido un solo partido en once encuentros oficiales con su nuevo club. 

Pero Mauricio volvió a encontrar la manera de aguar la fiesta a Pep. Dos goles fulgurantes, anotados por el defensa serbio Aleksandar Kolarov en su propia portería y por la joven sensación inglesa, el medio Dele Alli, dejaron el choque visto para sentencia antes si quiera de llegar al descanso. El marcador ya no se movió y el Tottenham cosechó un importantísimo triunfo por 2-0.

Como hace casi siete años, Guardiola vio rota una impresionante racha a manos de un equipo entrenado por Pochettino. Quizá el único consuelo para el genio catalán es que aquella temporada en que el Barcelona cayó frente al Español, al final acabó conquistando el título de la Liga.