[OP-ED]: ¡No Ha Ganado Hillary!
¡No ha ganado Hillary, es increíble que no haya ganado Hillary! Como tantos otros americanos, estoy devastada. Lloré esta mañana cuando me desperté y oí la noticia. Anoche no pude conciliar el sueño hasta las tantas y pico, esperando a escuchar que, por lo menos, había ganado Pensilvania fair and square, que se diría en inglés.
¡No ha ganado Hillary, es increíble que no haya ganado Hillary! Como tantos otros americanos, estoy devastada. Lloré esta mañana cuando me desperté y oí la noticia. Anoche no pude conciliar el sueño hasta las tantas y pico, esperando a escuchar que, por lo menos, había ganado Pensilvania fair and square, que se diría en inglés.
Me he interesado fervientemente por la política americana desde que era una estudiante graduada en la Universidad de Emory, en Atlanta, Georgia. Eran los años de la candidatura de Jimmy Carter y por primera vez estuve de voluntaria en una campaña electoral y voté en mi primera elección como ciudadana americana. Atendí manifestaciones como hice este año con Hillary, vi al futuro presidente en su humilde casa de Plains, Georgia. Habiendo nacido en los años de Franco en España, no había podido votar en mi vida y no solo eso, sino que era un peligro opinar sobre cuestiones políticas. De hecho, mi familia emigró a Los Estados Unidos cuando mi padre aceptó una beca Fulbright con la esperanza de tener libertad de expresión en este país.
La situación en España es marcadamente diferente hoy en día. A menudo tengo que explicarles a mis coetáneos americanos que allí existe la Ley de Paridad, lo cual significa que tanto en el gobierno como en el mundo laboral, el número de personas de cada sexo no puede ser superior al 60% ni inferior al 40%. En España no hemos tenido una mujer presidente todavía, pero sí una vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, y varias alcaldesas, incluyendo a la de Valencia, la ciudad donde yo nací. En el presente, Manuela Carmena es la alcaldesa de Madrid.
Además de emigrante y feminista, otra gran parte de mi identidad es que soy Latina. También soy madre de dos hijas y abuela. Ni qué decir tiene que me identifiqué por todas estas razones y más con la candidatura de Hillary Clinton a la presidencia. Sus mensajes con respecto a la inmigración y a la situación laboral tanto como social de la mujer son cruciales para mí. Me temo que la presidencia de Trump es una amenaza para mujeres como yo; es un atraso político que me recuerda el régimen represivo de Franco.
A menudo escucho que Los Estados Unidos, mi país adoptivo, es el mejor del mundo. Esto me inquieta. El mejor, ¿en qué sentido; en su infraestructura, en sus sistemas de transporte público, en sus programas de salud pública, en la situación política de la mujer? Creo que no, aunque en muchos otros aspectos – su libertad de expresión, su desarrollo económico, sus oportunidades de bienestar—sí que lo sea. Ahora, con la derrota de Hillary Clinton y la promesa de una mujer presidente pospuesta, este país no ha dado todavía un paso decisivo para ponerlo en paridad con otros, incluidos varios en Latino América (véase Al Día Oct 26-Nov 2, 2016). Con Donald Trump al mando, no sabemos lo que el futuro nos va a traer a mujeres como yo: Latina, emigrante, mujer de familia. Tenemos que unirnos, esperando un futuro político más rico e igualitario.
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