[OP-ED]: Los emprendedores Latinos están básicamente solos
“¿Existe el racismo contra los latinos en la industria bancaria? No creemos en eso, entre otras razones porque la mezcla única de la experiencia latina nos ha…
El testimonio de las tres empresas que exponemos en nuestra edición semanal, enfocada en el problema del acceso al capital en el emprendimiento latino, deja un sombrío balance en Filadelfia:
La ciudad clasifica a un lugar del final del ranking entre las 11 capitales estadounidenses, en términos de apoyo a la nutrición y desarrollo de pequeños negocios.
Con y sin apoyo, las empresas latinas han continuado prosperando en Filadelfia, aunque aquellas que lo logran lo han hecho tras enfrentar constantes y humillantes negativas en las aplicaciones a créditos regulares en reconocidos bancos de la ciudad, para quienes el apellido del latino puede todavía significar una alerta roja para aprobar un sencillo préstamo, a pesar de la evidencia de flujo capital o la trayectoria del negocio que aplica.
Wells Farvo, por ejemplo, le negó el crédito a una de las empresas más prósperas en la comunidad Latino, así como también lo hizo Wachovia, antes de transformarse en el gran Wells Fargo, recientemente en las noticias, no necesariamente por los excelentes estándares en los préstamos justos a latinos. Su CEO, que de hecho trajo consigo los rankings en préstamos a pequeñas empresas, fue obligado a renunciar debido a sus prácticas empresariales poco ortodoxas con consumidores en el que es hoy por hoy el tercer banco más grande de los Estados Unidos.
El capital es la sangre de un negocio y, en la ausencia de un flujo súper abundante a través de cuentas regulares, se transforma en un cuello de botella que asfixia el crecimiento de una criatura de la cual depende el bienestar de su dueño y sus empleados.
No importa qué tanto intenten, no importa qué tan buenos sean sus productos y servicios, la ausencia del capital imposibilita a un negocio con más capacidad a producir, pudiendo hasta matar las mejores ideas de los más valientes emprendedores.
El daño hecho a las finanzas de estas empresas se sigue expandiendo como un cáncer en los barrios de la ciudad, en los cuales la ausencia de negocios prósperos sencillamente significa menos empleos, menos impuestos para el gobierno y eventualmente menos dinero para prestar al público. Es un círculo vicioso.
¿Qué política, en las manos de líderes ilustrados en instituciones de préstamo privadas y públicas, puede finalmente revertir este círculo vicioso? Con una buena voluntad estable y con políticas sustentadas que reconozcan dónde se encuentra la fuente de la riqueza honesta, los pequeños negocios podrían surgir.
No en las bóvedas de los bancos, donde se aglomera el efectivo, sino en la mente y en la determinación del emprendedor solitario dispuesto a apostar su vida por el sueño de su plan de negocios.
Las ciudades no crean renovaciones tan sólo construyendo altos rascacielos en el centro, para lo cual el financiamiento es rápido y fácil desde aquellos bancos, sino en la repartición inteligente de ese efectivo tan necesitado dentro del motor de desarrollo económico que siempre ha sido, para América, el inmigrante emprendedor.
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